ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. Uno de mis amigos me decía ayer una verdad que tratamos de evadir en la Navidad, como solemos evadir muchas verdades en nuestras vidas: esta no es la fiesta de Papá Noel o Santa Claus, sino la de Jesús, el Hijo de Dios, quien, para la creencia cristiana, adoptó forma humana en un acto de suprema humildad (aunque 33 años después nos deshicimos de él de una manera poco noble).
Creo que está de más ahondar en cómo esos días especiales donde honramos a ciertas personas cercanas o que influyen nuestras vidas han pasado a ser meras oportunidades comerciales. Y cuando falta plata (especialmente a las cerveceras), hasta inventamos días por el puro gusto de adelgazar la billetera para alimentar el apetito de las cuentas bancarias que son capaces de venderlo todo… ¡hasta el aire!
Mientras tiendas, centros comerciales y hasta chupódromos se llenan de gente, el verdadero protagonista de la celebración queda más choteado que spot de YouTube.
Nos preocupamos por empacharnos durante la cena navideña, emborracharnos hasta arrastrarnos, estallar los tímpanos de algunas personas y todas las mascotas a punta de cohetazos, y nos olvidamos qué quiere decir Navidad, Christmas (más directa), Natal, Noel, o como quieras llamarla.
Esta noche es la víspera del cumpleaños de Jesús –aunque entiendo que hay pruebas históricas de que no nació ni en diciembre ni en el año 0 ni 1 de nuestra era- , autor de una política de vida que se resume en una sola palabra: amor. No solo cariño, sino amor.
Amor es solidaridad, compasión, compañía, apertura, lealtad, coherencia, servicio, imparcialidad, incondicionalidad, y sobre todo mucha sabiduría.
Eso es lo que vamos a festejar esta noche, y no dejemos que nos lo roben en el ‘voucher’ de la tarjeta de crédito, la enésima botella deschapada o descorchada, el nuevo pedazo de panetón en un estómago que va a estallar, el regalo más caro aunque completamente innecesario.
Lo sentimos, Papá Noel, pero es hora de que dejes de ser el protagonista de la fiesta. ¿O también te encanta serruchar el piso como tanto profesional mediocre que pulula en nuestro medio?
Y ahora sí, a desempolvar al Niño Jesús, que esta medianoche vendrá para darnos paz, amor y certeza.
¡Feliz Navidad!
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