ERP. Piura tiene en su diversidad cultural y natural, una gran riqueza turística que se encuentra a disposición de quienes residen en la región y del turismo receptivo. A la conocida singularidad del turismo de playa y sol que tiene en Máncora y Los Órganos, sus principales puntos de atracción, se suma la originalidad de la provincia de Sechura, la cual obliga a conocer cada uno de sus atractivos.
Sechura, es una de las 8 provincias que conforman el departamento (Antes de su nueva categoría política pertenecía a la provincia de Piura) se encuentra al sur de la capital departamental y a menos de una hora de distancia. Es considerada como parte del Bajo Piura por ser la parte donde desemboca el muchas veces tranquilo y a veces incontenible río Piura. Algunos vocablos sechuranos, nos recuerdan que su historia está vinculado a la lengua Sec.
Esta provincia es conocida a nivel nacional por el desierto de Sechura y para los estudiosos, por encontrarse la más grande depresión del Perú y una de las más significativas de América del Sur. También se le conoce como depresión Bayóvar y comprende zonas donde el mar se encuentra en 34 metros aproximados por encima del nivel del suelo. En ese lugar desembocan en intensos periodos lluviosos los ríos Motupe y La Leche.
Sin embargo, no queremos hablar de lo conocido y de aquello que se encuentra en los libros de geografía, sino de esa belleza natural que tiene el territorio que bien aprovechada, permitirá que el turismo nacional y receptivo, mire sus posibilidades de visita y pueda pasar un día lleno de entretenimiento y diversión. Solo está en desearlo e iniciar la aventura, no cabe duda que serán momentos emocionantes.
Ir hacia Sechura, es seguir la ruta del Bajo Piura, tierra donde el néctar de los incas es bebida obligatoria pese a las nuevas costumbres y de las tradiciones que se mantienen en la imaginaria popular a través de los tiempos; es así que se pasa por Catacaos, La Arena, La Unión y otros pueblos que se encuentran en plena vía. Son tierras agrícolas de arroz y maíz, irrigadas por canales o por el agua que se mantiene del río Piura.
La ciudad
En la ciudad de Sechura se encuentran la Iglesia San Martín de Tours cuya construcción e infraestructura tiene muchas explicaciones que abonan en el misterio. Un túnel debajo de su infraestructura se extiende hacia el desierto; los testimonios son múltiples y las versiones consistentes. En la parte de la cúpula es fácil ver toda la extensión de la provincia tanto para el este como oeste.
Visitar la Iglesia San Martín de Tours es conocer la historia de los antiguos pobladores de la zona y de esos misterios que tienen consistencia en la imaginaria de los sechuranos de todos los tiempos.
El museo de Etnología de Sechura en Sechura, exhibe piezas de las culturas Chusis e Illescas, es la constatación de los antiguos sechuranos, quienes lograron una armonía entre las aguas del mar y sus desplazamientos hacia otras zonas. Se encuentra cercano a la Plaza de Armas de la localidad y la gestión del mismo se encuentra a cargo del Monasterio Sagrado Corazón de Jesús de las Madres Benedictinas.
El médano blanco
Es una elevación de arena blanca cuyas características no solo dan una sensación de fundirse con la naturaleza; sino permite el entretenimiento y diversión. Los lugareños le dan explicaciones mágicas y en realidad la belleza del mismo, nos sustrae del momento, para hacernos vivir un éxtasis inimaginable. Los turistas que llegan al lugar practican Sandboard subiéndose al lugar más alto para después desplazarse hacia la parte baja. Los más creativos van más allá de un desplazamiento lineal e incluso realizan piruetas que facilita el tipo de suelo.
Constituye una sensación digna de comprobar, el escuchar los originales ruidos o ‘sonidos musicales’ al contacto con la arena. Para los lugareños, al fondo de la duna o Médano Blanco, moró una antigua civilización; la cual fue cubierta por los vientos y la arena acumulada. Cierto o probable, las percepciones de los visitantes confirman esa posibilidad.
Esperar el sunset en el lugar, permite observar esa policromía de arena blanca, los rayos del sol en ocaso y el oscurecer. Para los amantes de las buenas fotos, constituye un momento de gran satisfacción y sin duda, un recuerdo imperecedero para evocar con la familia, respecto a este lugar que no solo es la belleza de la naturaleza, sino igualmente el repositorio de muchos misterios de los antiguos piuranos.
Llegar hacia el Médano Blanco es fácil y se encuentra aproximadamente a 20 minutos de la ciudad de Sechura.
Chulliyachi, su playa y los delfines
Visitar la caleta de Chulliyachi, no solo es encontrar embarcaciones de pescadores que tienen como actividad principal la pesca de consumo humano; sino igualmente, encontrarse con la belleza de nuestro litoral. En el periplo por esta provincia permite el descanso y para probar la gastronomía del lugar; además de ello, un momento para sumergirse en las aguas del mar o simplemente dedicarse a observar las maravillas del océano.
Justamente, una especie de delfines recorren y circundan las embarcaciones en singular jugueteo en una armonía increíble entre el ser humano y estos mamíferos marítimos. Uno tras otro, sumergiéndose y levantándose, son la imagen perfecta que justifican todas las políticas de conservación del medio ambiente.
Canotaje o Kayak en los manglares de Chulliyachi
Los manglares de Chulliyachi, es un lugar para observar la flora y la fauna y que ha permitido el crecimiento del mangle. Aves marítimas y otras que llegan a pernoctar; la confluencia de las aguas dulces que mantienen como consecuencia de la acumulación subterránea de las grandes avenidas del río Piura que desemboca en Sechura y las del mar que se mezclan entre si para dar vida a las plantaciones del manglar. En el centro las lagunas permiten pasear en una pequeña embarcación y hasta remar.
Sechura, mucho más por conocer
Todo lo indicado se puede conocer en un solo día. Permite tener una idea aproximada de las riquezas naturales y culturales que tiene la región Piura. Con mucho más tiempo se pueden adentrar en el desierto por el lado de Bayóvar entre la carretera a Puerto Rico y el triangulo formado por la vía que lleva a Lambayeque y sin duda, permitirá comprobar que existen atractivos que no se encuentran a simple vista y que mantienen la frescura de no ser tan visitados.
Entre médanos y pequeñas elevaciones del desierto, se pueden dar con la sorpresa de encontrar algún asno en estado salvaje y avanzando en un vehículo adecuado llegar a orillas del mar y obtener los famosos percebes, un crustáceo que se adhiere a las rocas y que puede ser desprendido para el consumo humano. Hacia el sur se encuentra Lambayeque y pueden ir siguiendo por la orilla del mar; pero esa ya es otra historia.
ERP/Textos y fotos A.Vera