ERP. (Por Diana Marcela Mantilla) Si debiéramos escoger un lugar mágico para descansar y remontarnos a la magnificencia del arte renacentista, la Toscana, región del centro de Italia sería la mejor elección.
Esta región ubicada en la zona central de Italia nos ofrece el placer de apreciar colinas y montañas tupidas de árboles que enseñan los dones y poderío de la naturaleza. Al ser un área tan poblada de bosques se contemplan laderas cubiertas de viñedos, flores silvestres especialmente a finales del mes de mayo y, casitas escondidas en medio de la nada acompañadas por los atardeceres rojizos y el olor de la armonía y la calma.
Para desplazarse por este territorio de 22.992 km2 de superficie puede acudirse a medios de transporte como el coche, o el servicio de trenes rápidos o regionales con el único inconveniente de que los primeros son costosos y los segundos al efectuarse trayectos largos, obligan a realizar esperas y cambios de trenes en algunas de las poblaciones del camino, lo cual implica que los viajes se prolonguen en ciertas ocasiones.
Pero esto no es ningún impedimento para visitar la cuna de la civilización etrusca, que además de poseer pintorescas viviendas rurales y una vastedad natural, congrega a su vez la historia, la cultura y la gastronomía, que incitan a pesquisar acerca de las acaudaladas familias Medici y Pitti, a apreciar las abadías de la Edad Media y a degustar los vinos de Chianti.
Entre los siglos XIV y XVI se desarrollaron en la Toscana el Humanismo y el Renacimiento, movimientos que dejaron como legado el enaltecimiento de la dignidad humana, así como la veneración por el arte, palacios majestuosos, plazas y torres, que se funden en nuestras retinas y nos demuestran el esplendor y el talento artístico que inunda hasta el último rincón de las calles de sus ciudades.
Por estas razones, la UNESCO declaró como patrimonio de la humanidad a algunas ciudades, como Florencia, en la que se haya obras como El David, La Fuente de Neptuno, el Museo de San Marco, los jardines de Boboli y la Galería Uffizi. Existen otros tesoros toscanos como la Plaza de los Milagros en Pisa, el Duomo de San Martín en Lucca y el centro histórico de ciudades como Siena, Pienza y San Gimignano.¿Pero cómo no iba a invadir el arte y la cultura a una región como la Toscana si ésta dio vida a escritores, científicos y pintores, y además acogió artistas de otras ciudades italianas que eran contratados para la elaboración de esculturas, obras de arquitectura e ingeniería?
Así, encontramos que en Florencia nacieron escritores como Dante Alighieri quien inspirado por su amada Beatriz redactó la Divina Comedia, o el filósofo Nicolás Maquiavelo autor de obras como El Arte de la Guerra y El Príncipe.
También existen pintores florentinos como Filipo Lippi (Virgen con el Niño) y Sandro Boticelli (El Nacimiento de Venus) que al darle un excelente manejo a la luz, la anatomía y el color, lograron trazos elegantes y una sensación de realismo en sus paisajes y figuras.
De igual manera, Galileo Galilei originario de la bella ciudad de Pisa, quien por sus estudios de física, astronomía y matemáticas mejoró el telescopio e indicó que en el vacío todos los cuerpos caen a la misma velocidad. O Miguel Ángel el conocidísimo pintor y escultor de Caprese, autor de obras deslumbrantes como El Moisés, El David y La Piedad, o Donatello con su Judith y Holofornes de bronce.
Los arquitectos italianos también exploraron su potencial creativo expuesto en basílicas, villas y palacios que les eran encargados de construir por las familias influyentes de la época. Muestra de la destreza en el arte del dibujo y la edificación, se refleja en las creaciones de Filippo Brunelleschi y Andrea Palladio quienes a través de sus conocimientos matemáticos aplicaron una estricta simetría y un sistema lógico de proporciones.
¿Acaso no iba a resplandecer el arte en la Toscana si sus exponentes ostentaban de un amplio bagaje cultural y dedicaban desde pequeños sus vidas al estudio de la ciencia, la física, la geografía y la escultura? ¿Cabría la posibilidad de que no floreciera si desde niños acudían a talleres como discípulos de los mas grandes exponentes y además vivían en un ambiente que incitaba a la creación y desarrollo de sus destrezas?
Pues gracias a estos y muchos otros hombres talentosos que honraron sus raíces, hicieron de ciudades como Florencia, Pisa, Siena y Lucca, recintos majestuosos que albergan obras maestras e infunden un alto grado de respeto y fascinación.
No obstante, la belleza de las ciudades y el paisaje dulce de la región, el factor gastronómico acrecienta su atractivo. Los toscanos utilizan como entrantes los embutidos de cerdo y jabalí, o el crostini, que es un pan tostado al que añaden aceitunas, mantequilla y diversas clases de paté. Las sopas de alubias, de verduras con jamón y el cacciucco de Livorno que es un caldo a base de pescados y mariscos, también forman parte de sus entremeses predilectos.
Como segundo plato, le dan paso a las carnes y pescados como el bistec a la florentina y las tripas sazonadas con tomates y panceta. Y por supuesto, la pizza y la pasta elaboradas a base de carnes o vegetales y espolvoreadas por el típico queso parmesano, son también manjares indispensables en su alimentación.
Los paladares amantes del dulce encuentran a su disposición los magníficos helados industriales o artesanales y el tiramisú que es un postre muy famoso a nivel mundial, realizado a base de huevos, cacao en polvo, azúcar, galletas, nata y café. Las regiones de la Toscana y Veneto reclaman su paternidad aunque es muy complejo determinar quien tiene la razón. Lo cierto es que en los años 70 en los burdeles de Treviso (Veneto), se ofrecía un dulce de cortesía expresándole a los clientes: “Toma cariño, te doy una cosa que "te tira su" “Te tira su”, en su lengua, es el equivalente al término español “tentempié” o “refrigerio”.
Todos estos factores como la gastronomía, la viticultura, los coloridos paisajes, la afabilidad de los italianos, las pintorescas ciudades, y el ambiente artístico que rebosa por doquier, son razones suficientes para arribar en tierras italianas, sentir el aire de la cultura y dar un espléndido paseo por la Toscana.
------
*Diana Marcela Mantilla Espinosa- Abogada colombiana. Universidad Sergio Arboleda.