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Jue, Nov

Alcohol, dependencia y riesgos físicos, psíquicos y sociales

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alcoholicoERP. La sociedad latinoamericana tiene la práctica común de consumir bebidas alcohólicas en cada festividad personal, familiar o institucional. Más allá de los usos sociales, existe la dependencia por hacer del alcohol, un acompañante en los momentos de festividad y mucho más en los de depresión.

Para los bebedores consuetudinarios, en el alcohol se amplifican las alegrías, se ahogan las penas y se exacerban las tristezas, se hacen realidad los sueños frustrados, se evaden por los intersticios del cerebro las pesadumbres de una vida cargada de emociones contradictorias.

El periodista Marco Antonio Rumiche, se refiere al alcoholismo como una enfermedad que, lamentablemente, avanza porque fallamos como familia al promover el consumo de alcohol por todo y por nada. "Si tienes un logro, celebra. Si no lograste la meta, ahoga tus penas con alcohol".  Agrega que si sumamos las costumbres de origen machista ("para que huelas a hombre") y "el efecto de las campañas publicitarias (los jueves de patas y día del amigo) tenemos el terreno ideal para que esta enfermedad se expanda".

Ana Isabel Rodríguez, es una abogada que vivió momentos impensados y que deberá ir por 9 meses a prisión preventiva por lo que sucedió. Ya sobria expresó que estaba viviendo “problemas muy graves”. Los problemas de Ana Isabel, es probable no sean diferentes al común de los peruanos, que van por el camino del alcohol como un “amigo” que los evadirá de la realidad.

Para el Arq. Leonardo Cardoza, son los amigos quienes inducen hacia el consumo exacerbado del alcohol; y esos amigos, pueden ser profesionales, no profesionales, eso es secundario, lo cierto que son quienes motivan a ingresar por la senda del consumo del alcohol que después puede llevar a la dependencia. Un estudio del Instituto Nacional de Salud, lo concluye igual. 

Para el economista Guery Cárdenas, el consumo del alcohol no es malo per se, “el asunto radica cuando se supera la dosis, el alcohol hace de amplificador de causas personales, si estás alegre se incrementa la alegría y la pasas mejor; si estás nostálgico, se acrecienta la nostalgia y si eres romántico será mucho mejor”.

Para Cárdenas, no es difícil dejar el alcohol, pero implica una fuerte dosis de voluntad. Aunque la tentación siempre está dada, precisa que deben buscarse otras alternativas y privilegiar la sobriedad; considera que los amigos son fundamentales para estar o no estar en la dependencia alcohólica.

Aunque la mayor parte de la población, no mensura los riesgos y desafía el orden social, las consecuencias de un consumo exagerado son múltiples. Lo sucedido con la abogada Rodríguez es una muestra, al conducir en estado de ebriedad y sin duda, en este campo encontraremos decenas de hechos que recomendarían el no beber cuando se conduce un vehículo.

Pero no es todo, el alcohol aumenta el riesgo de muerte como consecuencia de enfermedades en el hígado, cáncer, depresión. Evitarlo, significa aceptarse que algo está pasando. Aceptar que se tiene un problema de riesgo y solicitar el apoyo profesional para superar la adicción.

El tratamiento del alcoholismo requiere de una intervención multidisciplinar de diversos profesionales que atiendan los aspectos físicos y psíquicos de la dependencia, así como las diversas patologías asociadas.

Las consecuencias de la dependencia alcohólica pueden ser físicas, síquicas y sociales.

En lo físico podemos mencionar el coma etílico que implica la pérdida de conocimiento; problemas cardiovasculares: aumento de la tensión arterial y problemas en el corazón; polineuritis: inflamación de los nervios con dolor; cirrosis: degeneración del hígado en su capacidad de purificador y creador de factores de la coagulación de la sangre, como consecuencia se producen sangrados masivos; asimismo, pancreatitis; cáncer de estómago, cáncer de garganta, laringe, esófago, úlcera gástrica, impotencia sexual en los hombres y frigidez en las mujeres, síndrome de abstinencia en los bebés, envejecimiento prematuro.

En lo síquico, regularmente se observa lagunas de memoria, depresiones, epilepsia, delirium tremens, enfermedades mentales graves como la sicosis, demencia por alcohol, suicidio, celotipia, entre otros.

Las consecuencias sociales, son aquellas que observamos con más recurrencia y que van desde rechazo de los demás, despidos de los trabajos, soledad, ruina económica, mala higiene, agresiones, violencia, cárcel, accidentes con víctimas mortales y minusválidas para toda la vida, maltratos físicos y sicológicos, dolor a la familia y a uno mismo, divorcios, entre otros.

En un estudio del Instituto Nacional de Salud se expresa que “En el Perú, el abuso y la dependencia al alcohol figuran como la tercera causa de pérdidas por muerte prematura o discapacidad, carga que es superada sólo por las causadas por la neumonía y los accidentes de tránsito. Sin embargo, la contribución del uso de alcohol puede ser aún mayor si tomamos en cuenta que éste también participa en la causalidad y en el pronóstico de una variedad de otros problemas de salud, como accidentes de tránsito (los cuales son la primera causa de discapacidad y muerte prematura en nuestro país), violencia, accidentes caseros y de trabajo, uso de drogas ilegales e involucramiento en conducta sexual de riesgo, y la depresión mayor”.

El caso de la abogada Ana Isabel Rodríguez, y lo vivido por los actos cometidos, no son únicos y se repiten día a día. Frente a ello, la cárcel podrá reparar socialmente el daño causado en el accidente y seguro se hará escarnio indebidamente; sin embargo, más allá de la penalidad legal, se encuentra la real circunstancia que motivó su actuar. Entender ese “algo” no es de fiscales, jueces ni policías, es de profesionales especializados para ahondar en la complejidad de una dependencia alcohólica.

Fotografía referencial Internet

 

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