Es un ¡Presidente triste! califica poeta
ERP/A.Vera. Construir institucionalidad es una responsabilidad ciudadana. La política y el acceso a los niveles de gobierno, son una oportunidad. Desde el ámbito general, un grupo de personas pueden incidir para solucionar los problemas del territorio, y hacer eficientes los servicios públicos que corresponden al Estado (Nacional, Regional, Local). Existen decenas de buenos ejemplos de eficiencia y liderazgos que permanecen en el tiempo. No es el caso de Javier Atkins Lerggios, quien constituye una frustración total para los piuranos.
Su alianza con diversos sectores políticos, siendo considerado él un personaje de derecha; recibió elogios de la prensa regional y nacional. Ganó con cerca del 50% y no hubo necesidad de una segunda vuelta electoral. Luego de su triunfo ridiculizó a Maximiliano Ruiz Rosales, al encargarle la misión de la transferencia. Muchos profesionales de buen nivel fueron convocados y creyeron en la oportunidad para Piura. Al 31 de diciembre del 2010, ese encargo no fue serio y los convocados resultaron birlados.
Después su incapacidad para concertar con los grupos y líderes que convocó en la campaña electoral, lo llevó a decir que "La alianza se terminó". Para quienes hacen política, saben que una alianza trasunta el tiempo electoral para ir hacia el Gobierno y desde ese espacio, aplicar las capacidades que los motivan. Es de tontos deducir que una alianza solo tiene ribetes temporales y netamente electorales. Es como expresar, ¡apóyame para ganar! y después decir ¡No te conozco!.
El sistema electoral peruano, considera que compiten por el gobierno o el poder público, organizaciones políticas. Una elección nacional, regional o local, no es individual. Participan partidos políticos o movimientos, quienes inscriben a sus candidatos que pueden ser militantes o invitados. Atkins tiró por los "suelos" este concepto y se convirtió en un presidente sin organización política tras su renuncia al movimiento que él mismo promovió en su constitución. Torpeza tras torpeza Atkins, nunca logró legitimarse en la sociedad regional.
Se desprende que por su formación universitaria, debería tener la capacidad teórica para selección adecuada de los recursos humanos. Al constituir su equipo de trabajo o de funcionarios, tuvo la desafortunada influencia de designar a profesionales de otras regiones. A otros los designó creyendo que eran profesionales y no lo eran. Una gestión pública, tiene dos vertientes para crear legitimidad social que complementan la legal. Por un lado los servicios públicos regionales, los cuales deben ser eficientes; y, por el otro lado, la ejecución de obras. Ambos tienen serias falencias en la región Piura.
La designación en la Gerencia Regional de Infraestructura de Margarita Rosales, conocida operadora de Javier Atkins, trajo como consecuencia demora, dilación y negligencias en la ejecución de estudios y obras. El presidente regional jamás quiso entender que sus deficiencias estaban en el área de Infraestructura y al contrario, persistió en mantenerla y llevarla a la Gerencia General Regional, desde donde ha fortalecido su rol de operadora suya.
Su primer año de gobierno (2011) puede ser considerado como regular. Hubo mayor coordinación con la sociedad civil y con la población misma. Se trató de tener una mayor participación de los consejos de coordinación y se impulsó el Sistema de la Primera Infancia, el cual es un producto del CIPCA, y gestionado por la Gerente Regional de Desarrollo Social del momento. Este sistema, es el único que le ha dado dividendos políticos y para quienes conocen los entretelones, no fue su inspiración ni tampoco su preocupación.
Durante el primer año, era aún imperceptible la presencia de Luis Atkins Lerggios en el entorno de su hermano. Al segundo año, era un personaje omnipresente en la Gerencia Regional de Infraestructura, en Pro Rural y en el Sistema de Seguridad Ciudadana. Según fuentes confiables, el conocido "hermanísimo" quiso mayor notoriedad a costa del hermano y su fracaso en sus pretensiones de ser congresista habría exacerbado sus fobias. Luis Atkins, fue ayudado incluso por el Jurado Nacional de Elecciones para dar vida al Movimiento Regional Unidos Construyendo. Ayudado, se dice, porque en el caso de Fuerza Popular el JNE resolvió de manera contraria.
Asimismo, en el primer año se dio forma al Sistema Anticorrupción que fue una propuesta del ex ministro Luis Carranza y que de alguna manera abrió la posibilidad de una gestión regional honesta. Este ente que fue encargado a José Luis Dìaz Callirgos actual Secretario del Consejo Regional, con el tiempo solo ha demostrado ser un órgano mediocre, sin objetivos ni resultados confiables. Se envuelve en investigaciones que quedan truncas; y se deduce tienen el ánimo de desvirtuar las acusaciones. Algunos ejemplos: festinación de procesos en la ejecutora de los Institutos; denuncias por el Kilómetro 21; denuncias contra PRO RURAL. Resultados, cero.
Los tropezones repetidos de Javier Atkins, envueltos en un manto de falsa gloria y vanidad, y también de lágrimas debido a su propensión al lloriqueo; lo llevó a creer que el mundo político regional giraba en su albedrío y por lo tanto, miró en sentido contrario al entorno de su triunfo electoral. Poco a poco, la población perdió credibilidad en él y se insinuaron diversos actos de corrupción. Una investigación seria, revisaría los términos de referencia de cada proceso de selección, sobre todo de aquellos de montos significativos, y se encontrará con verdades que muchos comentan pero que se mantienen aún sin escarbar.
Igualmente, se podría hacer un balance de las obras adjudicadas al 110%, y de los postores favorecidos en bienes y servicios. En esta evaluación debería revisarse los introitos del Hospital de Paita, del Puente Viejo, varios servicios que favorecen a uno de sus seguidores, los mantenimientos de vías y contratos con un sobrino en una de las ejecutoras. Las sorpresas serían mayores y quizá las lágrimas vertidas hasta ahora por el actual presidente regional se incrementarían hasta colmatar el río Piura.
Lejos se encuentra el recuerdo de Daniel Estrada, un líder regional que desde el Cusco dio una muestra de dimensión nacional. Sin embargo, aún latente se halla la presencia política de César Villanueva en la región San Martín. Las diferencias son notables, en tanto Atkins decidió seguir en su oscurantismo y mediocridad; los otros miraron más allá de sus propios intereses, ideando y logrando modelos de gestión pública, para favorecer a la población que representan. Es posible construir país desde las regiones; para ello solo se requiere capacidad y competencia política, aspectos que no tuvo, ni tiene el actual presidente regional de Piura.
Javier Atkins ha terminado rodeado de adláteres sin mayor compromiso y responsabilidad con Piura. Al mejor estilo de Ricardo Palma, son personajes conocidos por su ¡Chichenó!. En tanto, que él llora y llora por su oportunidad perdida; Piura, sigue con altas tasas de pobreza, bajo en el PBI Regional en comparación con otras regiones de menor densidad demográfica y sin un plan real para transformar el futuro.
El presidente que derrotó el cansino liderazgo de César Trelles Lara, se muestra más cansino y triste que su predecesor. Se corre a la prensa y entra en silencios y miedos. Un poeta observador y al verlo tan solo en una actividad pública dijo: ¡Es un presidente triste!. Su orfandad es tal, que hasta sus más cercanos amigos lamentan su depauperación política.
La región ha perdido la gran oportunidad de dar un salto cualitativo y de crecer en importancia social y económica. Piura, perdió y ojalá que este mal ejemplo no se repita.