ERP. La Universidad Nacional de Piura (UNP) se encuentra sumida en una profunda crisis institucional, una situación crítica desencadenada por actos de corrupción que involucran a sus altas esferas, incluyendo a diversos rectores y otras autoridades.
Marco E. Nevado, Ph.D.
Egresado de la primera Promoción de Agronomía “Amador Amico Ramos”, 1966.
Actualmente, es común escuchar a los candidatos a Rector en la UNP prometer la transformación de la universidad en un centro de investigación de vanguardia y la mejora sustancial de la enseñanza.
Los mismos candidatos anuncian una nueva universidad científica y tecnológica pretendiendo no conocer la realidad porque estas promesas omiten un detalle crucial: la investigación genuina debe emanar de los mismos profesores, cuya preparación científica y adherencia a la cultura investigativa presentan serias limitaciones.
Es una paradoja que se aspire a la excelencia investigativa sin abordar la necesidad imperante de capacitar y actualizar a quienes deberían ser sus pilares.
Lamentablemente, esta realidad no solo mancha el nombre de la institución, sino que también genera una serie de consecuencias devastadoras que impactan directamente en la calidad de la enseñanza académica y, por ende, en la formación de los futuros profesionales que egresarán de sus aulas.
Raíz de la decadencia
La corrupción institucional en la UNP ha diezmado los cimientos de la excelencia académica, manifestándose de diversas maneras. Una de las consecuencias más palpables es la ausencia de investigación por parte del cuerpo docente.
Actualmente los profesores, en lugar de ser generadores de nuevo conocimiento y líderes en sus campos, se limitan a repetir documentos obsoletos. Esta práctica, lejos de fomentar el pensamiento crítico y la innovación, perpetúa un ciclo de estancamiento intelectual, privando a los estudiantes de una formación actualizada y relevante.
Carencia de resultados de investigación propia es un claro indicador de que la UNP ha perdido su rumbo en la misión fundamental de la educación superior.
En paralelo, la complicidad de las autoridades universitarias con esta inercia es alarmante. Permiten que los sílabos de los cursos permanezcan desactualizados, a menudo con el beneplácito de los mismos profesores. Esta actitud, motivada por la renuencia a aceptar la responsabilidad de actualizar sus conocimientos y métodos de enseñanza, crea un ambiente donde la mediocridad se normaliza.
Los contenidos programáticos, que deberían ser dinámicos y reflejar los avances científicos y tecnológicos, se convierten en reliquias, desconectando a los estudiantes de la realidad y las demandas del mundo profesional.
Un punto crítico que subraya la gravedad de la situación es la presencia de profesores que, a pesar de carecer de la capacitación y actualización necesaria en los adelantos científicos y tecnológicos, ostentan grados académicos de doctores otorgados por la misma UNP. Más aún, muchos de ellos gozan del estatus de dedicación exclusiva. Esta situación es una afrenta a la meritocracia y a la calidad académica.
Obtener un grado doctoral es sinónimo de experiencia y vanguardia en investigación, y la dedicación exclusiva, un compromiso total con la docencia y la investigación. Sin embargo, en la UNP, estos elementos se han convertido en formalismos, desprovistos de su verdadero significado y propósito.
Impacto en los futuros profesionales
Los estudiantes son la razón de ser de cualquier universidad, pero la suma de estas problemáticas desemboca en una grave falta de calidad en la enseñanza académica. Se les está ofreciendo una educación que no está a la altura de los estándares contemporáneos, lo que inevitablemente genera falsas expectativas sobre su preparación y sus futuras oportunidades laborales.
Esta situación no solo afecta a los individuos, sino que tiene implicaciones más amplias para la sociedad. Los estudiantes de hoy son los profesionales de mañana, y si su formación es deficiente, el impacto se sentirá en todos los sectores productivos y de servicio del país.
La confianza en las instituciones educativas públicas se erosiona, y la capacidad para generar capital humano calificado se ve seriamente comprometida.
Reconstrucción de la confianza
Un ejemplo elocuente de esta desconexión es la Facultad de Agronomía, una de las más antiguas de la UNP. A pesar de sus 63 años de existencia, su contribución al desarrollo agrícola de la región es limitada. Más preocupante aún, su aporte al estudio y la mitigación del cambio climático bordea la indiferencia.
Esta inacción, en un contexto donde la agricultura y el medio ambiente son cruciales para el desarrollo regional, es un testimonio de la profunda crisis de investigación y relevancia que atraviesa la universidad.
Para superar esta crisis, la UNP necesita una reestructuración y un compromiso inquebrantable con la transparencia y la excelencia. Es imperativo erradicar la corrupción mediante mecanismos de control rigurosos y la rendición de cuentas de todas las autoridades.
Se debe implementar una política de evaluación y capacitación docente que garantice la actualización constante de los profesores, incentivando la investigación y la producción académica relevante.
La revisión y modernización de los sílabos debe ser una prioridad con la ayuda externa de universidades de reconocida trayectoria en investigación científica y excelencia académica, asegurando que los contenidos sean pertinentes y competitivos a nivel global.
Es urgente para la UNP recuperar su rol como centro de conocimiento y desarrollo. Solo a través de un esfuerzo concertado para combatir la corrupción, elevar los estándares académicos y priorizar la formación integral de sus estudiantes, podrá reconstruir su prestigio y cumplir con la noble misión de educar a las futuras generaciones de profesionales que el Perú tanto necesita.
