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Dom, Dic

El Perú necesita un nuevo liderazgo que dignifique al país

Editorial
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ERP. El presidente de la República Ollanta Humala, ha calificado al fujimorismo, como una organización formada en la "cloaca" y ha señalado cuestionamientos sutiles contra el APRA. El calificativo fue usado para defenderse de las acusaciones que se vierten contra la pareja presidencial por la vinculación y amistad que tienen con Martín Belaúnde Lossio. El exabrupto ha crispado los ánimos de Fuerza Popular y de la organización que lidera Alan García Pérez.

"Cambio 90" o más conocido como el partido "fujimorista"; nació a la vida política no de la cloaca. Al contrario, fue la esperanza de miles de peruanos que catapultaron a Alberto Fujimori, en un momento difícil para el país. Su lema "Honradez, tecnología y trabajo" caló hondo por la asociación mental entre el "chinito de la esquina" con la prosperidad, el trabajo y la responsabilidad de los orientales que llegaron a nuestra Patria.

Lo que vino después es por todos conocidos. Corrupción y descontrol del Estado, se mezclaron con éxitos en lo económico y la pacificación nacional. Tras la fuga de Fujimori, extradición y posterior juzgamiento, se conoció todos los latrocinios públicos cometidos por personajes vinculados a Fujimori. La historia de lo que no debe ser, se encuentra reflejado en esta organización, que aún contra el pasado se yergue como una posibilidad política para el futuro. Hoy, los rezagos del "fujimorismo" se olvidan de los oscuro y solo recuerdan los éxitos que tuvieron. 

Respecto al APRA, su pasado se encuentra marcado por diversos hechos y sus gobiernos totalmente cuestionados. Durante el primer gobierno Alan García Pérez fue acusado de corrupción y su presidente dejó sumido al país en la más grande miseria. Es esta indigencia generalizada la que abrió las puertas al "Fujimorismo".

En el segundo gobierno, se encuentra fresco el recuerdo del caso de los "Petroaudios" el mismo que compromete a personajes vinculados al APRA y al Premier de aquel entonces. No son los únicos casos; sin embargo, son suficientes para descalificar a varios líderes de una organización que tuvo importante rol en la política nacional, desde su fundación en 1924.

Ollanta Humala, es el caso típico de la inconsistencia politica. De la orfandad de principios y de la inexistencia de estrategias para consolidar una propuesta política sólida. Su mensaje antes de ser gobernante fue uno, su práctica como gobernante es otra. Actualmente, diversos hechos de Estado le salpican y sin duda, no tiene la dimensión política y profesional para encaminar al país, hacia una nueva realidad. Las acusaciones de corrupción también lo corroen y lo vienen minando poco a poco.

Evidentemente, que ni el "fujimorismo", ni el "aprismo" y ni el "ollantismo" tienen los méritos para ser un ejemplo de gobierno. Todos ellos, se encuentran manchados por casos específicos y propios de democracias que no son sólidas.

El exabrupto contra el "fujimorismo" y las reacciones de estos y del APRA, muestran el nivel de lo que son nuestras clases gobernantes y al mismo tiempo, son un mal ejemplo para las nuevas generaciones. La política nacional debe dignificarse y no es justamente con estas lecciones como se logrará. Contra todo ello, el Perú necesita un mejor liderazgo, un nuevo liderazgo.

Diario El Regional de Piura
 

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