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Dom, Dic

Violencia e inseguridad preocupante en Piura

Editorial
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planton-plaza-grauERP. Los actos vandálicos presentados en el distrito de Tambogrande y el asesinato de una empresaria en la ciudad de Talara, fueron las noticias del lunes 17 de noviembre. Sangre inocente y bienes públicos perdidos nos llevan a la triste constatación que seguimos en la inseguridad y en una violencia que afecta la sana convivencia de todos los residentes de la región Piura. En unos lugares más que en otros, este tipo de acontecimientos ponen en reparo nuestra actuación como ciudadanos y la labor de las instituciones tutelares.

Pese a las informaciones oficiales, la sociedad piurana se encuentra seriamente amenaza por actos tensionales que crean caos, violencia y muerte. Una sociedad para avanzar necesita la eliminación de todo acto de violencia. Lo acontecido solo nos desmerece como seres humanos.

El atentado contra un empresario en Talara, es el típico ajuste de cuentas o presión de extorsionadores, que ante una negativa atemorizan y amenazan con hechos como los sucedidos. Lamentablemente, la violencia se ha institucionalizado en nuestra sociedad y se ve agravada por la poca efectividad del sistema policial y judicial.

Lo acontecido en Tambogrande, es una expresión más de la falta de tolerancia e irrespeto a la democracia local. De acuerdo al cómputo oficial, el ganador de la elección fue don Gabriel Madrid Oré y por lo tanto, respetar los resultados es obligatorio por parte de la ciudadanía. La violencia dejó pérdidas de bienes públicos, conforme sucedió en Ignacio Escudero o Cristo nos Valga.

Estos acontecimientos se dan, cuando el país se encuentra expectante de la detención de Rodolfo Orellana y cuestionamientos contra la Primera Dama, el mismo presidente de la República. Fiscal de la Nación, presidente del Poder Judicial y hasta de miembros del Congreso de la República. Algo está pasando en los últimos tiempos y es demasiado peligroso.

Debemos recobrar la normalidad y la calma. Los actos de corrupción no pueden prevalecer frente a la necesidad de vivir en seguridad. La responsabilidad es de todos y no de unos pocos; se requiere mirar con más seriedad lo que está sucediendo y dar soluciones a los problemas.

No podemos seguir siendo testigos de actos que se pueden evitar. De muertes y asesinatos, de actos de violencia y desesperación. Las oportunidades desarrollo social y personal son diversas, pero se requiere mejorar nuestra práctica cívica y contribuir todos con la pacificación regional. Es la única manera de descartar muertes y actos de violencia innecesarios. De todos nosotros depende.

Fotografía: Referencial.

 

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