ERP. Dos asaltos, dos muertes, un estudiante y una docente son el saldo de una semana de inseguridad, delincuencia, violencia y muerte que se vive en la ciudad de Piura. Una vez más, el problema se percibe en toda su magnitud y los medios para disminuir el riesgo son poco fructíferos e incluso hasta decepcionantes para quienes quieren vivir en una sociedad libre, segura y en paz.
Portar un arma se ha vuelto un asunto común y sencillo. Los delincuentes más allá de la intención perversa para apropiarse de lo ajeno, se encuentran condicionados para acabar de un disparo con la vida de muchas personas. Esta es una situación que puede controlarse; sin embargo, la acción institucional no ha tenido éxito ni en Piura y menos en otras partes del país.
Recientemente un joven estudiante universitario, transitaba por una calle de Piura, cuando unos delincuentes aparecieron para asaltarlos. El pretendió defender a sus acompañantes, pero la reacción del facineroso no se hizo esperar y acabó de un balazo con la vida de un joven cuyas oportunidades las estaba construyendo a base de esfuerzo y dejó sumido en el profundo dolor a sus padres, familiares, amigos y a la misma comunidad.
El domingo último, una vez más la inseguridad se llevó a una docente, cuyo único riesgo fue ir a comprar combustible hacia un grifo en compañía de su esposo, cuando unos ladrones buscaron quitarle sus pertenencias; ante la resistencia el delincuente decidió disparar un balazo que impactó directamente en el corazón, quitándole la vida y aumentando las estadísticas de hechos que no deberían suceder en una sociedad que ama la paz.
Pero la delincuencia tiene diversas formas de expresarse. En el distrito de Suyo, de vez en cuando las noticias de un ajuste de cuentas nos sorprenden; y lo mismo sucede en las obras públicas donde los sicarios han constituido su imperio y han sembrado el terror para de esa manera obtener dineros fáciles.
Una dama de Sullana, concurre a un banco de la ciudad de Sullana para retirar dinero. Es día feriado y no existe vigilancia en los cajeros, en la cabina un delincuente acecha a su víctima y la sorprende para robarse sus dineros, aprovechando la falta de seguridad de la entidad financiera. Es otra modalidad, que solo una exhaustiva labor de inteligencia e integridad moral pueda llevar a controlar.
Un día cualquiera sale una persona hacia un destino definido, sube a una mototaxi, cuando dos sujetos abordan de manera sorpresiva para dejarlo sin pertenencias y luego en complicidad con el conductor dejarlo abandonado en un lugar alejado de la ciudad de Sullana o de la de Piura, o Tumbes. La modalidad es la misma, lo cierto que este tipo de hechos son reales y como tales deben ameritar una mayor rigurosidad para disminuir los riesgos.
En el caso de Piura, los asuntos de inseguridad, violencia y muerte no son nuevos. Toca las puertas de muchas familias y el dolor se extiende sin hacer distinción de ninguna clase. Se detiene presuntos responsables y el sistema judicial muchas veces los libera con prontitud e incluso de repente se descubre que varios miembros de la Policía Nacional son parte de ese entramado delincuencial.
Más no podemos mantenernos silentes y pasivos, frente a un mal que corroe nuestra sociedad. Es necesario abrir las puertas de la acción y hacer uso de las armas legales que se tienen para combatir frontalmente esta situación. La labor de inteligencia debe extremarse tanto como la responsabilidad penal de los encontrados responsables. No debe haber concesión frente a este tipo de hechos y eso corresponde al Estado garantizar.
El departamento de Piura y todo el país, necesita encontrar la estrategia adecuada para devolver la tranquilidad y la paz a todas las personas. Una muerte producto de la delincuencia, en cualquiera de sus formas, no puede tener ninguna justificación para liberar al agresor.
Piura es hora de actuar. La marcha contra la delincuencia para que la voz de los piuranos se escuche es una opción. Apóyala.