ERP. (Martín Cornejo Cornejo) “Construir mejor” con esta frase, los diversos representantes del gobierno central pretenden resumir y transmitir su propuesta de cómo debe ser la reconstrucción de las zonas afectadas por el llamado “Niño Costeño”. Detrás de esta propuesta está la idea que no se debe reconstruir sobre la base de lo que fue anteriormente, sino construir una infraestructura nueva que incorpore los enfoques de prevención y gestión de riesgos desde su planificación, diseño y construcción. De esta manera, se busca que la nueva infraestructura no carezca de las mismas vulnerabilidades que tiene la actual y que ha llevado que en un gran porcentaje haya sido afectada o destruida por el fenómeno lluvioso.
En cuanto los recursos que se necesitan para la reconstrucción, el mismo presidente ha sido enfático en señalar que el país cuenta con dichos recursos, actualmente calculados en unos siete a nueve mil millones de soles. Hasta aquí todo suena bonito.
Sin embargo, desde instancias cercanas al gobierno se percibe diversas posiciones en cuanto quien o quienes deben liderar este proceso y de cómo debe hacerse. En el mismo ejecutivo central hay diferencias entre instancias como el Ministerio de Economía y Finanzas, CEPLAN y Presidencia del Consejo de Ministros, en cuanto quien o quienes deben liderar el proceso y cómo hacerlo. Incluso la figura del anunciado ZAR de la reconstrucción parece desinflarse por la experiencia nefasta de FORSUR en las zonas afectadas por el sismo del 2007 que solo sirvió para enriquecer a unos cuantos funcionarios apristas (Cuándo no) y por el temor de generar reacciones negativas por parte de los gobiernos regionales y locales que se sientan desplazados de esta labor. Reacciones que pueden debilitar aún más al alicaído gobierno de PPK que ha encontrado en la emergencia una tabla de salvación a la caída libre que venía experimentando hasta los meses de diciembre y enero.
Reconstrucción debe considerar el conocimiento regional- Fotografía El Regional de Piura
En lo que sí coinciden todas las instancias del gobierno central es en la negativa de entregar el manejo de los recursos a los gobiernos regionales y locales, bajo pretexto de la corrupción. La detención del alcalde de Chilca y sus escandalosos signos de riqueza, alimentan estas posturas. Desde esta mirada, los alcaldes y presidentes regionales serían meros tramitadores de los proyectos antes las instancias nacionales, quienes según propios criterios aprobarían los proyectos y asignarían los recursos. Todos los que de una u otra manera estamos ligados a la gestión pública sabemos cómo los ministerios aprueban, los proyectos, asignan recursos y sobretodo como elijen qué empresas son las que los ejecutan. Así que para nada son garantía de manejo transparente y eficiente de los recursos y al contrario, al estar los centros de decisión lejos de los ciudadanos, las formas de control social se hacen mucho más difíciles.
Ocupados en la atención de la emergencia y principalmente de los damnificados por el desborde del río, desde nuestras autoridades y sociedad civil parece no existir una propuesta clara sobre cómo sería el proceso de reconstrucción a lo cual personalmente agregaría y de reactivación económica-productiva de la región. Pareciera que estuviéramos esperando la iniciativa del gobierno central para ver cómo nos acomodamos a ella y sacamos la mejor tajada posible de los recursos asignados. No puedo evitar que se venga a mi mente la figura de toda la región mirando al cielo esperando el helicóptero con el presidente para ver qué trae.
Sin embargo, es necesario comenzar a levantar propuestas desde la región que consideren una plataforma o agenda mínima para la reconstrucción, que contenga los lineamientos generales o principios básicos que rijan el proceso, una clara distribución de funciones y responsabilidades de las diferentes instancias del gobierno en este proceso y la participación de la sociedad civil en diferentes instancias de control y veeduría ciudadana. Esta plataforma o agenda mínima, generada en forma consensuada por las autoridades, empresariado y sociedad civil debe ser nuestra carta de negociación con las instancias del gobierno central. De lo contrario, tendremos que esperar una reconstrucción tele dirigida desde el gobierno central y ya sabemos los peligros que estas situaciones traen.
De igual manera, culminado ya el período de lluvias, en forma inmediata se deben elaborar planes de acción de corto, mediano y largo plazo que tengan que ver en el corto plazo con la rehabilitación de la infraestructura social y económica, asegurar la funcionalidad de los servicios, limpieza de ciudades, atención a los damnificados, generación de trabajo temporal, rehabilitación de vías y control de enfermedades y plagas. Y esto no debe ser más de tres meses.
En el mediano plazo se debe pensar principalmente en la reactivación del aparato económico – productivo de toda la región, estableciendo incentivos económicos y fiscales como bonos, exoneración de pago de impuestos, devolución del IGV, moratoria de deudas, etc.
Para el largo plazo, se debe tener en cuenta el diseño y construcción de la nueva infraestructura pública urbana y rural considerando los enfoque de gestión de cuencas hidrográficas y el enfoque de prevención y gestión de riesgos de desastres. Es decir, tenemos que diseñar nuevamente nuestra región y nuestra ciudad, recogiendo los aportes de instituciones y programas que desde hace varios años vienen sosteniendo la necesidad de incorporar estos enfoques en la planificación, pero que sin embargo nunca han sido escuchadas y se les escuchó nunca se les hizo caso.
Una planificación estratégica en base a una prospectiva de largo plazo, mínimo al dos mil cincuenta, se hace necesaria y urgente en la región. Es necesario pensar y planificar la región y la ciudad que queremos para el futuro; pero ahora sí con esta experiencia, debemos tomarnos en serio este ejercicio y no dejarnos llevar por el inmediatismo, lo urgente, lo operativo. No olvidar que antes del “hacer” debe estar el “pensar”, aunque esta palabrita cada vez está más en desuso es sumamente necesaria, de lo contario, estaremos una vez más desperdiciando la oportunidad de construir una región moderna y segura donde haya lugar para todos y todas. Recordemos siempre que los desastres no son naturales y que podemos prevenirlos y minimizarlos con una buena planificación. El presidente dice que hay los recursos, corresponde ahora poner las ideas para su mejor uso.
* Martín Cornejo Cornejo; sociólogo, planificador