ERP/M.Seminario. Hace varias semanas estaba en Piura, el verdor de sus campos me hizo retroceder en el tiempo, y recordar cuando el desierto se llenaba de un color encantador cada vez que llovía. No podía creerlo, los campos y el desierto en marzo y abril, verdes otra vez, y la sonrisa liberándose en transparente felicidad entre los suyeños, tambograndinos, sullaneros y piuranos en general; hasta en el viejo cementerio de Sullana contemplé el verdor de un glauco extraordinario, que me hacía suponer, como habrá sido el Edén.
Como ya se difundió por este medio el 2014, el Cementerio San José de Sullana, cumplió su bicentenario el año pasado, todo coincidió con la puesta en marcha del primer cabildo constitucional de La Punta, hoy Sullana, que en setiembre de 1814, en una medida de sanidad y democracia, determinó crear el panteón de la localidad, que como ya llevamos dicho, fue mencionado por Antonio Raimondi cuando llegó a Sullana en 1868, y salió rumbo a Chalacalá.
Este cementerio guarda hasta el presente, tumbas antiguas, acabamos de localizar una de 1858 de Petrona Vinces de Merino, madre de un combatiente de la Guerra con Chile, y vencedor del Combate del 2 de Mayo, cuyos restos descansan junto a los de su esposo, uno de los primeros boticarios registrados en Sullana, ambos son el tronco de una respetada familia sullanera, cuyas raíces se prolongan hasta hoy. Estos restos son de los pocos que se salvaron de los diluviales aguaceros de 1925 y 1926, cuando por medidas urgentes, algunos mausoleos desaparecieron por el material de su fabricación, entre ellos el de los descendientes de las antiguas capullanas, la familia Nole, que tenía el mejor mausoleo de madera levantado en el siglo XIX.
Cerca de estas tumbas ilustres, está el mausoleo de la familia Macharé, de raíz colaneña, que de acuerdo a una fuente de comienzos del siglo XX, son descendientes directos de Huayna Capac, información basada en la tradición familiar, que debe tener mucho de verdad, de manera que en este cementerio, no solo tenemos a descendientes de la nobleza tallán, sino a descendientes de la estirpe incaica. Algunos de estos mausoleos, como los de la familia García Figallo y la familia Bel Hougthon, en parte son verdaderas obras de arte, tanto como el del poeta Carlos Augusto Salaverry, por solo detenernos en estas tres grandes tumbas, en cuyo interior se contienen los restos de destacados sullaneros, que no pasaron por el mundo sin dejar huella, la dejaron, y de manera trascendente, por eso los estamos mencionando hoy.
Sin embargo, en nuestra estadía, asombrados leímos en diarios locales, que el cementerio de Sullana está tugurizándose, en parte a eso se debió mi visita al camposanto el 2 de abril, día de Jueves Santo, pero si me había asombrado con la noticia, mi sorpresa fue mayor, cuando constaté que esa tugurización afecta el área histórica del cementerio, que a solicitud de sus actuales administradores ya está considerado como museo, pero aunque aún no lo fuese, basta un poco de criterio y de sensibilidad para entender que se está cometiendo un atropello contra este libro abierto de la historia de Sullana, de este gran pergamino que a través de sus tumbas nos habla del pasado irredento de la localidad. Y en este sentido, no se trata de un cuestionamiento a los conocimientos de ingenieros y arquitectos, sino a la falta de criterio, ya que como lo ha determinado el subgerente de Gestión del Riesgo de Desastres, y especialista en defensa civil, Juan Domingo Saldarriaga Atoche, esas construcciones de pequeños cuarteles, entre cada dos cuarteles antiguos, no tienen sentido, atentan contra la seguridad, y se construyen sin autorización del municipio sullanero, salvo que para este tipo de edificaciones no sea necesaria la licencia, ese instrumento legal que se exige para otras construcciones, de acuerdo a la normatividad vigente.
Aquí podemos preguntarnos, quienes son los que no quieren a Sullana, están fuera, o dentro de la misma localidad. La tugurización del cementerio comenzó hace tiempo, no con esta gestión, creo que desde 1985 hay tumbas y mausoleos en lugares donde no debieron levantarse, rompiéndose el atractivo visual de esta ciudad de los muertos que se llama Cementerio San José, y que además de estar ya inscrita entre los cementerios museos de Sullana, también se considerará en breve en la Red Patrimonial de Museos de América, por los méritos que tiene, más allá de lo artístico que se ha considerado para otros cementerios museos, este, el nuestro, tiene muertos ilustres que han sido el justificativo para su consideración como cementerio museo, como la tumba de Carlos Augusto Salaverry, el poeta romántico más destacado del continente, el del inventor del resucitador artificial, Francisco Mendoza Calle, aparato que con cambios recientes se mantiene hasta la actualidad, también hay combatientes de la Guerra de la Independencia y de la Guerra con Chile, tanto como del conflicto de 1941
En el cementerio San José reposan los restos de dos notables compositores, Guillermo Riofrío Morales y Pedro Miguel Arrese Arisméndiz, de educadores destacados como José Cardó y Amalia Carnero Checa de Ruiz; Santos Gallo Agurto, Felizcar Vinces Ortiz, y una larga lista de recordados profesores; hay restos de descendientes directos de Cristóbal Colón, de alcaldes de Sullana, de combativos líderes vecinales, del presidente de la Comisión local para la Creación de la Provincia de Sullana, don Simón Morales y Palacios, de poetas como Isaías Garrido Ugarte, y otros tantos muertos ilustres de las familias Cortez, cuyo mausoleo se destaca en la calle central del cementerio; de las familias Cruz, Arrese, Seminario, Ruiz, Olaya, Castillo, Leigh, y otros tantos sullaneros cuyas cenizas son veneradas por sus descendientes no solo en las fiestas de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, que la iglesia católica celebra en noviembre de todos los años.
Hace falta una toma de conciencia general sobre esto, empezando por los administradores del cementerio, que dirá al respecto el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables cuando sus funcionarios se enteren de lo que ocurre en Sullana, al respecto, debemos recordar que por el Decreto Legislativo 866 del 29 de octubre de 1996 se dispuso la transferencia de las Sociedades de Beneficencia Pública y Juntas de Participación Social al Instituto Nacional de Bienestar Familiar (INABIF) órgano descentralizado del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables con el cual se rigen actualmente las sociedades de beneficencia pública. Por su parte la Municipalidad de Sullana ha remitido un oficio a la gerencia general de la Sociedad de Beneficencia Pública de Sullana, el 16 de marzo pasado, tras la inspección que hiciera Juan Domingo Saldarriaga Atoche, quien es consciente, que no debe afectarse a los pasillos de circulación, el área interna de seguridad y evacuación, y que no hay áreas libres destinadas a expansión horizontal o vertical del cementerio.
Ahora los cementerio dependen de la Beneficencia, y estas del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, entonces, a quienes compete salvar el cementerio de Sullana, defender su zona intangible, no solo a los actuales administradores de la Sociedad de Beneficencia Pública de Sullana, es la sociedad civil, la que debe exigir el mantener los espacios del cementerio tal como se concibieron en 1925, por expertos y hombres de alta sensibilidad, que previeron la seguridad de la población, que masivamente concurre, el Día de la Madre, Día del Padre, Fieles Difuntos, y en otras ocasiones.
En una gestión no muy lejana a la actual, incluso se puso la primera piedra para el nuevo cementerio, y desde entonces, ¿qué ha pasado? ineficiencia, incapacidad, indiferencia, conformismo, adversidad contra Sullana y los sullaneros, que es lo que ha entorpecido u obstaculizado la continuación de la gestión anterior de contar con un nuevo cementerio, solo los actuales administradores de la Sociedad de Beneficencia Pública de Sullana pueden dar una explicación, así como a quienes compete desde el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, a quienes seguro se hará la consulta. Sullana necesita contar con otro cementerio público al alcance de todos, los hay particulares, pero no toda la población tiene los recursos suficientes para enterrase en estos cementerios jardines. Asi como hace falta hospitales, también hace falta un nuevo cementerio, y salvar en su integridad, al bicentenario cementerio San José.
Miguel Arturo Seminario Ojeda/Presidente Honorario de la Asociación Cultural Tallán