ERP. La reivindicación social de la mujer, si bien tiene sus comienzos en una lucha continua desde la segunda mitad del siglo XIX,, tuvo una expresión mayor durante la primera mitad del siglo XX, y en la segunda, ya se puede decir que la mujer empezó a tener una existencia social plena, pero esa lucha no había terminado, continuaría hasta el siglo XXI.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Responsable del Museo Electoral y de la Democracia de la DNEF del Jurado Nacional de Elecciones
En el escenario de esa lucha, las mujeres del Perú estuvieron presentes, hay un registro de los nombres de muchas de ellas, no solo de Lima, las hubo en todo el Perú, sierra, selva y costa, tanto como del norte, centro y sur. Cada espacio peruano tiene mujeres representativas sobre esos trozos de la historia, y en algunos lugares son evocadas más que en otros, así como están grabados los nombres de las primeras parlamentarias, en la memoria de la gente que habita en los lugares que representaron, por ejemplo Carlota Ramos de Santolaya, en Piura.
La herencia capullana
Las mujeres del Valle del Chira son grandes batalladoras, no se puede decir lo contrario, se sabe de ello en todos los tiempos, alguna vez sabremos más. Ya una oportunidad recordamos a los lectores de El Regional Piura, y en publicaciones en otros medios de difusión, que una intrépida capullana de Sechura, subió al barco de Francisco Pizarro en su segundo viaje, desafío con visos de heroísmo, porque era impredecible lo que podía suceder a continuación, sin embargo, esta señora, reina en su lugar, fue lo bastante valiente como para protagonizar este suceso.
Fue bastante valiente, porque estamos seguros, que si de pronto, una flota de naves de otros planetas vienen a la tierra, muy pocos querrán aventurarse a subir en ellas, porque si de pronto arrancan, se llevan con ellas al pasajero hasta las dimensiones donde habitan. Y esto pudo pasar con la capullana de Sechura, que se expuso a que Pizarro la llevara a España como rehén, como trofeo, o que incluso pudiese morir dentro del barco.
Este carácter asociado a la valentía, al coraje, y a otros rasgos de personalidad, está en todas las mujeres del Valle del Chira, y en todo Piura y Tumbes, pobres y ricas, rurales y urbanas, letradas e iletradas, católicas y no católicas, pero por siempre mujeres de fuerza y coraje, como se ha dicho en varios estudios antropológicos, analizando el rol de las mujeres dentro de la familia, que muchas veces aparecen como jefas de familia.
Documentalmente sabemos, que con los impuestos pagados por las chicheras de Catacaos, siguió funcionando el Colegio San Miguel, después de la Guerra con Chile; esas mujeres trabajadoras, cuyos hijos quizá no iban hasta la única institución de secundaria para varones en Piura, fueron las que con su trabajo aportaron, por decisión del gobierno, para que el colegio siguiera en funciones; igual impuesto pagaban las chicheras de otros lugares de Piura.
A cuántas viudas hemos visto asumir el rol de jefas de familia, cuantas piuranas han sido padre y madre para sus hijos, muchas, por eso nuestro reconocimiento, a todas ellas, ahora que en el mes de la mujer, rememoración a nivel mundial, seguimos reflexionando sobre el rol de la mujer en la sociedad.
Del siglo XVI al siglo XXI
Así como hubo mujeres destacas en el mundo prehispánico del Valle del Chira, también las hubo en el virreinato, casos de Juana Mayor, y Teresa Sáenz Bretón de la Roca, agricultora la una, y encomendera la otra, con ellas en el siglo XVI, están Ana Lacacha e Isabel Sócola, las cacicas que tuvieron que experimentar las disturbaciones sociales provocadas por las reducciones de indios de origen toledano, que las obligó a vivir en conglomerados sociales diferentes a los suyos, y así como otros habitantes del Valle del Chira, que terminaron viviendo en Catacaos.
En la república, los casos no son pocos, una diversidad de ejemplos nos permite medir el temple de acero de las mujeres del Valle del Chira, que seguro es el mismo de todas las piuranas y de las peruanas, y quizá de todas las mujeres del mundo, que ahora, en la celebración del mes internacional de la Mujer, reflexionan junto a los hombres, para que esa sociedad que les retrasó el ejercicio de muchos derechos, se consolide en una sociedad democrática, que se perfecciones cada vez más a partir de criterios de igualdad y respeto mutuo, que es lo que inspira un comportamiento democrático.
Hoy podría mencionar a miles de mujeres, pero entre todas ellas, quiero hacer un recuerdo especial por Amalia Carnero Checa, Marcela Ruiz Carnero, Lucía Gallo Camacho, Adelinda Merino Pérez Ases, Carmen Cardoza de Morales, Carmen Arrese Pachérrez, Carmela Zapata de Sánchez, Irene Izquierdo Ríos, Florencia Vargas Rey, Chalena Vásquez Rodríguez, Carmen Adelinda Cruz Delgado, Teresa Otoya Ojeda, Flora Córdova Criollo, Lola Cruz Merino, Amparo Tizón Cruz, Manuela Arellano Roa, y a todas las piuranas que siguen luchando por un mundo sin antagonismos, en el que los indicadores sean el reflejo de una brecha de mundos irreconciliables.