ERP. Cuando los españoles llegaron a América, y tras de ellos, conquistadores de otros estados europeos, encontraron a sociedades avanzadas, y tan organizadas como las de su procedencia, sin embargo, más allá de someterlas por una serie de circunstancias, los europeos se empecinaron en negar la humanidad de los americanos, sosteniendo que la racionalidad no existía en los naturales de las tierras sometidas.
Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda
De inmediato se suscitaron debates sobre la naturaleza del indio, que en España tuvieron a dos figuras centrales, Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas, que pasarían a quedarse en la historia, como el que negaba la humanidad de los indios, el primero; y como defensor del indio, lo que correspondió a Bartolomé de las Casas.
La sociedad virreinal estuvo estratificada en estamentos, en grandes grupos irreconciliables desde lo racial, entre los que la movilidad social era muy escasa, salvo por matrimonio por conveniencia, que significaban mejoras económicas para blancos pobres, al casarse con indias nobles y/o ricas, o alianzas matrimoniales de indias ricas con quienes valoraban su estirpe, que fueron muy pocos los casos registrados.
Y así se mantuvo la sociedad colonial, con una tremenda desigualdad, en un cuadro en el que la población autóctona no era considerada para condiciones parecidas a las de los blancos, criollos y mestizos, actuando como esclavos, pese a no serlos jurídicamente, sino en el trato.
Casi tres siglos después, el general San Martín, a través de un Decreto Supremo del 28 de agosto de 1821, declaró la extinción de toda forma de servidumbre de la masa indígena, se había proclamado como libre al Peru, el 28 de julio de ese año, perfilándose hacia una sociedad que aspiraba legalmente a condiciones de igualdad para todos, pero que en la práctica se negaba a romper el cuadro de estratificación social existente.
Este Decreto Supremo se vio complementado por otros de contenido similar, que prohibían las penas de azotes para la población aborigen tanto como la pena de la horca a la que se les condenaba. Se orientaba de esta manera el gobierno del Protector, general San Marín, hacia la implantación de un mundo mejor, con condiciones igualitarias para las mayorías. Sin embargo el camino para alcanzarlo sería muy largo.
Por otro lado, tras el alejamiento del Libertador San Martín del Perú, en 1822, al año siguiente, el general Simón Bolívar llegó a suelo peruano, y en ejercicio de su gobierno, 5 de julio de 1825, a través de un Decreto Supremo, determinó la prohibición de los servicios personales, que gratuitamente y a la fuerza prestaban los indios.
Se cuestiona que los decretos de los libertadores San Martín y Bolívar fueron letra muerta, pero al ubicarnos en el contexto social en el que se dieron, ambos personajes efectivamente parecieran soñadores hasta cierto punto conscientes de que no podían remover la fuerte estructura social estabilizada por siglos, y que se mantendría hasta el siglo XX; sin embargo, confiaron en la posibilidad de cambios.
Un poco más de un siglo, el Presidente Augusto B. Leguía se asocia a la institucionalización de un día de reflexiones sobre el rol del indígena en la sociedad peruana, al establecer el “Día del Indio”, que hoy se conmemora con otra dimensión de inclusión social.
Frente a todos los episodios controvertidos en el mundo virreinal, con respecto al indígena peruano, Jose Carlos Mariátegui asume que es la sociedad republicana la culpable de la continuación del atraso de la mayoría de la población nativa, por haber generado una utopía con respecto a los propósitos de muchos hombres y mujeres de la independencia.