ERP. La primera vez que leí, y escuché hablar con profundidad sobre la rebelión de Huánuco, fue a través de la historiadora de raíces piuranas, Ella Dumbar Temple Aguilar. La autoría de diferentes artículos, y la publicación en los tomos de la Comisión del Sesquicentenario de la Independencia Nacional, que ella conformó, ampliaron mis conocimientos.
Por Miguel Arturo Seminario Ojeda
Director del Museo Electoral y de la Democracia del Jurado Nacional de Elecciones
Oportunamente publiqué un artículo sobre el cacique Illa Topa de procedencia huanuqueña, cuya memoria se mantiene en esa ciudad: A partir de unos documentos consultados en el Archivo General de la Nación, me acerqué a la genealogía del personaje, de probado entroncamiento con los incas. Huánuco tiene historia y tradición, e igual que San Miguel de Piura y Arequipa, fue fundado un 15 de agosto, en año diferente a las otras ciudadaes.
Huánuco era una ciudad que al parecer inspiró a varios de sus hijos para decidirse por la causa de la independencia. En esa ciudad nació en 1747 Juan José Crespo y Castillo prócer de la Independencia del Perú, que fue condenado a muerte en 1812, año de especiales circunstancias en su patria, que vivía la experiencia de los debates de conversión de los súbditos en ciudadanos, como consecuencia de la Constituyente de Cádiz que ese año promulgó la Constitución Liberal.
Juan José Crespo y Castillo está considerado como uno de los líderes de la rebelión de Huánuco de 1812, en la que participaron muchos criollos de esa localidad, junto a los alcaldes indígenas de la zona, que en una alianza tácita, marcharon contra las fuerzas realistas aposentadas en Huánuco. Crespo y Castillo era agricultor, comerciante y minero; como agricultor de dedicaba a la siembra y comercialización de la cascarilla; y paralelamente era miembro del cabildo de su ciudad de origen.
La realidad social de ese momento, en una sociedad dividida en estamentos sociales casi irreconciliables, era la de un mundo donde los indígenas sufrían por la estructura del régimen dominante en el mundo virreinal. Sin embargo, la población criolla también era afectaba por ese sistema de gobierno, por la postergación en desempeñar cargos públicos, y en 1812 se sintió afectada porque las autoridades virreinales suprimieron la libertad de cultivos decretada por las Cortes de Cádiz.
Esas medidas llevaron a que los productores y comerciantes de tabaco, fueron tomados como contrabandistas, y perseguidos por la autoridad, esta situación de descontento social, favoreció las circunstancias, para que criollos, indígenas y mestizos se aliaran en contra del sistema monárquico.
Los criollos de Huánuco se reunieron para reflexionar sobre qué hacer, frente a un gobierno que consideraban en mal desempeño, en esas reuniones participaba Juan José Crespo y Castillo, y organizada una rebelión, buscaron apoyo entre los pueblos cercanos, anunciando, como en un mesianismo, la llegada de un inca justiciero, que encarnaría lo que hoy se conoce como la utopía andina, de la vuelta al poder por los descendientes de los antiguos gobernantes.
Como todo eso llevaría a la expulsión de los españoles, la población nativa de Panatahuas, Huamalíes, y Huánuco inspirados por sus alcaldes, fueron parte de la rebelión, y escasamente armados, asediaron la ciudad de Huánuco, el 22 de febrero de 1812, enfrentándose a un contingente realista, al que derrotaron, actuaron como si existiera un pacto pre existente, entre indígenas y criollos. Al día siguiente tomaron la ciudad, y tras destituir a las autoridades locales, el mando político y militar recayó en Juan José Crespo y Castillo.
Al poco tiempo, como había ocurrido en otras ciudades de la América hispana, los criollos de Huánuco siguiendo el ejemplo del Río de la Plata, conformaron una junta de gobierno compuesta por Domingo Berrospi, Juan José Crespo y Castillo y Juan Antonio Navarro. Berrospi fue destituido al poco tiempo porque su pasividad puso en descontento a los nativos, recayendo el mando en Crespo y Castillo. En todo momento se hizo ver que la rebelión era contra los españoles opresores y tiranos, no contra el Estado español.
El ejército de Crespo y Castillo se enfrentó a los españoles en el combate de Ambo, derrotándolos el 4 de marzo de 1812. Los patriotas ocuparon Ambo, y los realistas huyeron a Cerro de Pasco, al saber que las fuerzas que los enfrentaban, llegaban a casi 15.000 hombres.
Enterado el virrey Abascal ordenó que el Intendente de Tarma, José Gonzáles de Prada combatiera a los rebeldes, con fuerzas bien equipadas con cañones, fusiles y municiones. El intendente llegó a Ambo, enfrentándose a Crespo y Castillo el 17 de marzo, quien junto con miles de indígenas hizo frente a los realistas. Al final del encuentro bélico de Puente de Ambo, el resultado fue una masacre para los rebeldes, que dejaron Ambo y regresaron a Huánuco, enfrentando nuevamente a los realistas, en este lugar, el 19 de marzo.
El resultado de esta lucha desigual, fue de muchos patriotas muertos y la captura de los cabecillas. Crespo y Castillo, el curaca Norberto Haro, y el alcalde de Huamalíes José Rodríguez, fueron ajusticiados en la Plaza Mayor de Huánuco, con pena de garrote, el 14 de septiembre de 1812. Juan José Crespo y Castillo es parte de la memoria colectiva entre los peruanos, su movimiento patriótico se menciona en todos los libros para estudiantes de secundaria, sin embargo hace falta mayores mecanismos de difusión, que popularicen en mayor dimensión su memoria.