ERP. (Por Miguel Arturo Seminario Ojeda1) Con la imaginación se puede llegar al pasado, y tener una idea de los acontecimientos, y cuando la Historia como ciencia revive episodios del ayer, usando métodos y técnicas que les son propios, la recreación del espacio y del tiempo, escenarios de los acontecimientos, el pasado aflora con mayor nitidez.
Hoy se sabe con mayor precisión sobre lo acontecido en la Capital del virreinato peruano, el 15 de julio de 1821, y a este suceso se le dedicó una estrofa de nuestro Himno Nacional, escribiéndose que con respecto a la independencia, “Lima cumple ese voto solemne, y severa su enojo mostró, al tirano impotente lanzando, que intentaba alargar la opresión, a su esfuerzo saltaron los grillos, y los surcos que en si reparó, le atisbaron ese odio y venganza, que heredara de su inca y señor”.
Aunque los peruanos estaban ya acostumbrándose a delegar poder a sus autoridades a través de elecciones municipales, con participación de los considerados ciudadanos, la convocatoria de un cabildo abierto debió llamar la atención de muchos, entre ellos de los realistas civiles que vivían en la Capital virreinal, porque lo que iba a tratarse sería de conocimiento público y no solo de entre los miembros del ayuntamiento.
Había que tomar una decisión a nombre de los habitantes de Lima, quizá la más trascendente de lo que iba del siglo XIX, decidirse o no por la independencia, y al respecto, el general San Martín así lo había demandado, antes de ingresar a Lima, que la ciudad manifestara abiertamente, a través del cabildo, su deseo de ser libre e independiente, porque él, como jefe de la expedición libertadora, venía representando a dos naciones libres, Argentina y Chile, y por otro lado, ya muchos pueblos peruanos habían expresado públicamente, su deseo de libertad al declarar, proclamar y jurar la independencia.
Ahora le tocaba a Lima, y a nombre de todos los habitantes de la ciudad, había que expresar a través de un voto solemne y por escrito, que el ardoroso deseo de independencia era del sentir de todos los limeños, y así fue, en ese histórico cabildo se concluyó con el acta de declaración de la independencia, que fue firmada por más de 300 ciudadanos el 15 de julio de 1821.
Hoy se toma al documento de ese día, como el acta de declaración de la independencia nacional, documento que en los días siguientes fue firmado por ciudadanos que no pudieron estar en el histórico momento, pero que eran abiertamente independentistas, o que fueron ganados a la causa en los últimos días.
En 1921, con motivo del Centenario de la Independencia, por disposición del gobierno del Presidente Constitucional Augusto B. Leguía, se reprodujo el acta en facsimilar, conservándose uno de los ejemplares de ese año, en el Museo Electoral y de la Democracia, del Jurado Nacional de Elecciones, que se expone en una de las salas que muestran a los peruanos la memoria de la democracia en el Perú.
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- Miguel A. Seminario Ojeda. Director del Museo Electoral y de la Democracia