Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda. El próximo mes se cumplirá el Sesquicentenario de la ciudad de Sullana, y quien sabe si la notoriedad de este suceso habrá sido tomado en cuenta para rememorarlo como se debe, ya que este logro, que se materializó el 28 de octubre de 1868, comprometió la voluntad, el tesón, y el esfuerzo de muchos sullaneros del siglo XIX.
Vale la ocasión para recordar que el 8 de julio de 1783, el obispo Baltasar Jaime Martínez Compañón, fundó un pueblo con el nombre de El Príncipe, raíz y principio de esta realidad, trazo urbano que en plena guerra de la independencia recibió la categoría oficial de pueblo en 1823, y 3 años después se transformó en villa, por la ley de Santa Cruz.
Hemos visto este proceso, tanto en documentos manuscritos oficiales, como en impresos de la época, que hemos consultado en el Archivo General de la Nación, en el Archivo Regional de Piura, en la Biblioteca Nacional, en la Sociedad Geográfica de Lima, y en el Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, de manera, que el seguimiento de esos expedientes, me llevó a la emoción de ubicarme en esos contextos temporales, y sentir como si hubiese vivido en cada uno de los sucesos relacionados con el inicio y fortalecimiento sucesivo de nuestra querida ciudad de Sullana.
Finalmente, el 28 de octubre de 1868, se dio el título de ciudad a la villa de Sullana, porque ya la realidad social, económica, religiosa, cultural e histórica lo justificaban, era impostergable esa categoría para el conglomerado urbano, que tanto había contribuido a la consolidación de la República, como se hizo desde otros lugares de la costa, sierra y selva del Perú.
El crecimiento paulatino de la ciudad, lo tenemos desde la información de los censos del siglo XIX y del XX, todo eso nos permite determinar la evolución poblacional, los nombres de sus calles, la influencia de la población migrante, sus hijos destacados en todos los campos del quehacer social, los procesos de elección de autoridades, y una serie de hechos históricos que deben movernos a reflexión ahora, que a puertas del sesquicentenario, y con la elección del nuevo alcalde provincial el 7 de octubre próximo, la ciudad enfrenta el reto de proyectarse como una gran ciudad en el siglo XXI.
En algún momento de este siglo, con toda seguridad, Sullana, Marcavelica, Salitral y Querecotillo, serán un solo bloque, donde más puentes permitirán la integración de estas poblaciones ribereñas, y la gran ciudad de Sullana, como ha ocurrido con Lima, Trujillo, Arequipa, Huancayo, y otras del interior del país, será una sola, un bloque urbano y social, donde sus hijos, con el mismo empuje de sus predecesores, seguirán luchando por el progreso del Valle del Chira, al margen de los indicadores que aparentemente los oponen, porque uno solo es el norte orientador, cuando pensamos en nuestra querida Sullana.
Sabemos que el Museo Luis Cruz Merino de Sullana, en coordinación con la Asociación Cultural Tallán, y la Asociación de ex Alumnos Salaverrinos de Sullana Residentes en Lima, hará una exposición sobre la evolución de la ciudad, en el Museo que resume el ayer y el presente de Sullana.