Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda. Quizá el buen regalo que han recibido los sullaneros en agosto, es el libro titulado así, cuya autoría corresponde a Carlos Flores Lizana, ese amante de Sullana, que tanto se ha “sullanerizado”, al punto de regalar a los que han nacido en los contornos del Valle del Chira, esta publicación que llena un vacío desde el punto de vista antropológico, y que se convierte en un instrumento que apuntala el soporte de nuestra identidad regional.
El libro con el sello de la Pontificia Universidad Católica, PUCP, ha sido dado a luz, a través de la Dirección de Actividades Culturales cuyo director es el reconocido antropólogo Enrique González Carré, ex Rector de la Universidad San Cristóbal de Huamanga, y cuenta con el prólogo de la poetisa Carmen Arrese Pachérres, quien conoce al autor, y analiza el contenido, no desde el punto de vista antropológico como lo hace González Carré, sino, como sullanera y conocedora del habla de nuestra tierra.
Y tal como lo registra la Academia Peruana de la Lengua, es esencialmente valorativo, que Carlos Flores Lizana respete el gentilicio que nos corresponde, el que por siempre han usado los sullaneros de todos los tiempos, desde que la ciudad se llama así en 1826, cuyo nombre se le dio luego a la provincia en 1911, que gran respeto por la raíz amerindia de nuestro gentilicio, que a veces es deformado cuando se le confunde como si tuviese raíz latina.
No tenía el deleite de leer un libro como el que estoy comentando, desde lo publicado por don Carlos Arellano Agurto con los títulos de “Piuranidades”, y “Huellas de Piura, tras el rastro de nuestra identidad”, de modo, que cuando ustedes tengan este libro en sus manos, sabrán porque lo considero como un buen regalo de agosto.
El autor presenta el contenido de su libro, como un avance de sociolingüística, y es admirable que siendo cusqueño, se haya identificado tanto con Sullana, como oportunamente lo hizo Olga Pezo González de Zegarra, dama cusqueña residente en nuestra ciudad.
Flores Lizana ha realizado estudios de Filosofía y Ciencias Religiosas, de antropología, y otros que han complementado su formación académica y humanística, que ahora, con una visión clarísima, aplica en el contenido de este libro, que sin lugar a dudas será elogiado por los sullaneros.
Este trabajo de creación y rescate, se convierte así, en un documento que compendia lo que podría perderse de otro modo, si no se tuviera este principio precautorio de salvar lo que es vulnerable frente al avance del “progreso”; el libro está dividido en varios segmentos, donde, tras la presentación y el prólogo, y la nota previa, explicativa, que hace el autor, aparece el corpus fraseológico que nos hace volver a la infancia, a la veneración por nuestros mayores, al entregarnos en su contenido, un número mayor a 200 frases, que se mezclan con lo anecdótico, educativo, coloquial y reflexivo, en la manera de ser de muchos piuranos, y no solamente sullaneros.
Y vienen a continuación, las palabras quechuas en el castellano de los sullaneros, palabras que están asociadas al habla cotidiana, a la toponimia, al lenguaje coloquial, y que él, con una paciencia digna de destacarse, ha ido compilando, para entregárnosla ahora, en forma de libro.
Felicitaciones Carlos por este libro, porque con toda seguridad, es el puente que te inserta en ese conjunto de amantes de Sullana y Piura, y de estudiosos del habla de los peruanos, forma de comunicarnos que sufre atropellos “justificados”, por quienes no entienden que la identidad debe conservarse y fortalecerse cada día más.