ERP/M.Seminario. Cuando los europeos llegaron a las américas, trajeron con ellos la farmacopea occidental, mientras que nosotros restablecíamos la salud a partir de la herbolaria indiana, manera de curar que después fue acoplada por los recién llegados.
Durante la edad media los cuentos y acusaciones de brujas se multiplicaban por toda Europa, y la Santa Inquisición tuvo bastante trabajo. Este Tribunal se instaló en el Perú, y funcionó hasta comienzos del siglo XIX, después que los hombres de las Cortes de Cádiz se lo trajeron abajo. Hoy un museo de Lima recuerda los excesos que cometió este tribunal, no pocas veces intolerante, contra la fe de los no católicos. La idea de la existencia de brujas es común en toda América, no hay sitio en el mundo hispanoamericano donde no se temiera que estas supuestas adoradoras del diablo estaban presentes. En Piura hay muchos cuentos sobre este particular, como igual se escucha en Sullana, Suyo, Tambogrande y todo el departamento.
En Sullana hubo una mujer de prácticas al parecer no muy católicas, y que tenía una naturaleza inclinada al mal, era "manaturaloza de nación", hacía daño por gusto, se deleitaba con eso, y al parecer le tenía envidia a "Doña Luz", una agraciada morena que resultaba muy atractiva al lado de la bruja, que al parecer ya le había puesto el ojo, para "matarla de un plomazo". Recordaba "Doña Luz", que su madre le había advertido, que nunca comiera ofrecimiento alguno de la susodicha, por muy tentadora que estuviese la comida, porque la bruja se destacaba en eso, en el arte culinario.
Eran tiempos en que en Sullana no había electricidad, los alimentos se compraban para el día, no había refrigeradora, y la gente se las ingeniaba para conservarlos sin que se pudrieran, poniendo las verduras en arena fresca, oreando la carne y el pescado al sol, y buscando mil maneras para impedir su apresurada degradación. Después vinieron las refrigeradoras a querosene, pero para muy pocos, eran bastante caras, e inalcanzables para las mayorías.
Una de esa tardes de los años veinte del siglo pasado, la conocida bruja, de la que se rumoreaba que los martes y viernes por la noche volaba convertida en lechuza, apareció por la casa de Luz ofreciéndole 7 naranjas bastante atractivas, frutas que con solo verlas, las ganas de devorarlas se hacían irresistibles, la bruja ofreció el regalo con mucha galantería, pidiendo que las coma de inmediato, y pese a que Luz accedió, un repentino olvido, y la dedicación a los quehaceres habituales de la casa, hizo que las naranjas permanecieran colgadas en una canastita que pendía en el techo adherida a un gancho de metro y medio. Su sorpresa fue grande, cuando al martes siguiente al bajar la canasta, observó que enormes gusanos negros y peludos salían de las frutas, sobrecogiéndose al imaginar que esos gusanos estaban destinados para su estómago.
El viernes siguiente la bruja apareció de nuevo, y sorprendida de encontrarla viva, al verla exclamó: No te has comido las naranjas! eso multiplicó las dudas de Luz con respecto a las artes de la bruja, cómo sabía que no había siquiera probado las naranjas, era evidente que la había querido "palomear". Pero la bruja esta vez había venido preparada, traía una tarrito de arroz con coco, y se lo ofreció, casi exigiéndole que lo pruebe en su presencia, y en efecto, ella misma, en una cucharita que traía lista le sirvió el apetitoso manjar, a lo que Luz no pudo negarse. Casi al instante sintió los síntomas de un grave daño, mal del que la salvó su madre aplicándole unas lavativas, al ser informada por sus nietos que "Doña Luz" se encontraba mal.
La bruja nunca más apareció por la casa de "Doña Luz", pero siguió haciendo sus fechoría por otro lado, como se rumoreaba en la vieja Sullana de hace 100 años, la ciudad que aún no despertaba del letargo en que estaba sumida, acorde con el tiempo que vívía. Y las brujas de ahora, como se presentan en sociedad. Ya lo veremos en otro artículo.