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Vie, Abr

El anexo en ruinas y letrinas

Miguel Godos Curay
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ERP/Miguel Godos Curay. Las pérdidas en el siniestro del anexo del mercado superan los 50 millones de soles. Las consecuencias del incendio son desoladoramente terribles. Los propietarios de los 350 puestos afectados de los 460 existentes aún no se reponen del embate de sus negocios sostenidos con un trabajo diario y los préstamos bancarios y los de la Caja Municipal. Los intereses y las deudas se suman a diario pues la mayor parte de los comerciantes se surtió de productos con motivo de la navidad.

La advertencia conminatoria de Defensa Civil sobre la inseguridad y hacinamiento del establecimiento, desoída tantas veces, fue como una profecía que convirtió en pasto de fuego y humo: mercadería, equipos de frío, hornos, máquinas de coser y las propias estructuras de los callejones intransitables, “Nos quedamos en la calle”. “Nadie tenía seguros contraincendios”, “el trabajo de tantos años se hizo nada”.

Las proximidades de las festividades de navidad y año nuevo provocaron el estado de sitio de las inmediaciones hoy atestadas de comerciantes que pugnan por colocar y vender sus productos. Otros con mucho esfuerzo tratan de recuperar clientela. Hemos retrocedido a nivel de esas ferias pueblerinas peleadas con el orden, el aseo y el peso exacto. La basura se acumula por toneladas en las inmediaciones y el cierre intempestivo de los servicios higiénicos improvisa donde se le antoja, letrinas.

Hoy los chifleros están cruzados de brazos. Los que repagaron por el traspaso de un puesto hasta 20 mil dólares se quedaron en el aire. Tampoco se ha conformado un comité de comerciantes para la limpieza total y evaluación de las áreas afectadas. El tiempo transcurre, la demolición y construcción de un nuevo centro de abastos tendría que hacerse con la inversión de los propietarios lo que resulta imposible con las deudas acumuladas. La inversión de la Municipalidad de Piura en un nuevo centro de abastos resulta, por el momento bastante onerosa, en un centro de abastos con tantos propietarios. Imposibles resultan los subsidios y la condonación de deudas.

Los bancos financian a los buenos pagadores. La tentación del perro muerto no tiene sentido. En el futuro los comerciantes deben disponer de seguros contra sinestros (incendios, inundaciones, robos) de los que no están exentos. La adquisición de un seguro para todo el mercado es una necesidad de la que en el futuro no pueden escabullirse. Los rostros de logro y prosperidad visibles en los ayer trabajadores de este centro de abastos contrastan hoy con la mirada perdida y desencajada de los que han perdido su mercadería y centro de trabajo. Alrededor de 800 empleados en tareas conexas están sin trabajo. Poco o nada se ha avanzado en las tareas de limpieza y recuperación de los que quedó en ruinas. El desorden se ha trasladado a las calles y resulta insostenible una lotización de las calles que ordene a compradores y vendedores. Piura, se ha convertido en una aldea gigantesca en donde en aseo y salud sacamos cero.

Edwin Carmen, mi amigo librero, que ocupaba una de las vías fue obligado a salir del anexo con su mercadería. Finalmente, marchó con todo su cargamento de libros a la ex planta de cerveza San Miguel atestada de puestos cerrados. Los que se salvaron del fuego. Según afirma con desolación. Los bancos, los proveedores de dinero alquilado, las sisas, los panderos volaron por los aires. Nadie tiene capacidad de pago. Se avecina la campaña escolar, una ocasión de ventas, pero nadie tiene capital. La situación es crítica y la Municipalidad y los propios comerciantes tienen que hincar codos en la mesa para encontrar soluciones y poner en marcha un plan de emergencia. No se trata de un salvavidas financiero para los agraviados sino la formulación de soluciones posibles a corto y mediano plazo.

Un viejo guacamayo símbolo de comercial Gabo que acompañaba con sus gorgoritos y diálogos interminables a su amo. Fue una de las víctimas del fuego que calcinó sus plumas y lo convirtió en loro a la brasa. Su muerte causó un dolor profundo en quienes los conocieron. Gabito era como un amuleto de la buena suerte y ante su mirada y silbidos. Recordaba a todos que su propietario era Gabo y en deportes era hincha del Alianza Lima.

El renacer del anexo es posible. El Municipio no puede quedarse cruzado de brazos. La limpieza y recuperación no es imposible. Tienen que evaluarse las posibilidades previas a la demolición mientras se evalúan las fuentes de financiamiento para un nuevo mercado. Se trata de un mercado imprescindible para la vida de la ciudad lo que ahora se observa es el abandono negligente. En donde la acumulación de la basura y las letrinas son una consecuencia de la mirada esquiva del avestruz que no quiere contemplar la realidad oronda y lironda. Definitivamente la responsabilidad del alcalde y regidores no es calentar la silla y cobrar la dieta.

 

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