Por: Miguel Godos Curay
ERP. Fue una noche de rock que congregó a los amigos de Octavio Zapata Albán en la Concha Acústica del Parque Miguel Cortés. El héroe invisible, habitante insomne de la noche, envuelto en sus harapos se hizo visible con su profunda humanidad. El concierto sinfónico lo emocionó y su sensibilidad a flor de piel le hizo confesar lo siguiente: la ciudad se olvida de los niños y de los ancianos. “Los niños son el capital genético del Perú papá. Sin la inteligencia de los niños el Perú se revienta. La demolición ya empezó las minas, el gas, el petróleo no son nuestros. A los peruanos, no nos queda nada. Grecia está a la vuelta de la esquina y nos hemos dado cuenta. Cada hora luz, cada minuto luz, cada segundo luz, revienta la economía.”
El óleo de Mario Navarro lo pinta de cuerpo entero en toda su dimensión humana. De ahí surgió esa iniciativa noble de hacer visibles a los invisibles. Es una cadena solidaria para conjurar los olvidos de esta sociedad indiferente. Y Mario virtuoso de la pluma y los pinceles lo muestra conmovedoramente pleno. La muestra pictórica del artista es un mosaico de personajes tantas veces ignorados y arrinconados por la insensibilidad de una sociedad enferma. Octavio, Zavalita, Héctor y el Greco son actores de esta dimensión tan desgarradoramente inhumana. El enfermo mental tiene como hogar la calle. Para las familias es una carga pesada. Una estación que nadie soporta pero de la que nadie está libre. Como bien se advierte nadie en su sano juicio se burla de un paciente con dengue o con gripe. En cambio el enfermo mental es víctima de burlas y maltratos. El abandono es la consecuencia de la falta de una atención facultativa oportuna y el elevado costo de la medicación para tratar a estos pacientes. El enfermo mental vive en total abandono pues no existe para la sociedad ni para al Estado.
Una de las causas del deterioro de la salud mental es la depresión y el desenlace final es el suicidio. En Piura, se registran cada mes entre cinco a seis suicidios. Otros detonantes son el consumo de drogas, la desintegración, fractura y violencia familiar. En un mundo sumergido en el vértigo de la competitividad violenta la angustia llena los vacíos. Preocupante, es el estado de deterioro que se observa incluso en estudiantes y profesionales hundidos en la frustración y la propia lesión de la autoestima. El creciente consumo de drogas como la cocaína y la PBC se han extendido peligrosamente en zonas urbano-marginales populosas pero también en los sectores de mayores ingresos donde la narco dependencia se maquilla con ritos sociales. En apariencia una gimnasia social de instalación de inimaginables costos. Balnearios como Máncora, a la belleza del paisaje, añaden un control laxo al consumo de drogas.
Octavio Zapata Albán es el visible paradigma del abandono y el olvido. Sus ojos húmedos y sus labios prorrumpieron palabras. En una frase lo dijo todo. “Hoy es el día de la restitución de la dignidad humana. Con la música habla la inteligencia y la Orquesta Sinfónica de Piura es un enorme avance. Mi madre tenía su propia música y cantaba”. Estoy agradecido.” Octavio es una enciclopedia abierta con sus páginas arrancadas por un ogro violento que dejó los capítulos y fascículos incompletos.
Y la memoria articula inconexamente acontecimientos y relatos. En Alemania, había música en la universidad. Recuerda su estadía en la residencia estudiantil de Bremerhaven. Ahí pasó momentos memorables previos a la caída del muro de Berlín. Su rompecabezas requiere sutileza para entender el itinerario. La inteligencia aflora coherente en sus conversaciones en muchos casos. En otras, se disloca en la incoherencia y el aturdimiento. Octavio Zapata, es un ser humano dotado de dignidad y merece nuestra atención y apoyo. Fue así como surgió esta cruzada que lideran Mario y Lourdes Navarro. El altruismo del propósito requiere incondicional respaldo.
Octavio, ciudadano del mundo. Posteriormente se fue a Chile tras la elección de Allende. Después vino Pinochet y se desató la brutal represión. Las causas del socialismo no perecen por el miedo. Fue hecho prisionero y torturado. Su pasaporte lo salvó de la carnicería represiva. Pero quedó demolido como un genio incompleto. Fue profesor de alemán en la Universidad Nacional de Piura. Y su inocultable militancia política lo convirtió en dialéctico animador de todos los debates. Luego las no cicatrizadas lesiones le pasaron la cuenta y Octavio deambuló, sin tregua, por toda la ciudad. Vive de la caridad de quienes voluntariamente lo socorren. Tiene fragmentada la memoria y los recuerdos.
La dureza de la calle, en donde duerme, es su refugio. Octavio, hasta en dos ocasiones fue agredido salvajemente. Le arrojaron una mole de concreto en la cabeza. Aún tiene la cicatriz visible. Otra ocasión un aturdido drogadicto lo golpeó con una botella. La inaudita agresión es una amenaza permanente. Pero está vivo. Mantiene el calor tibio de su cuerpo con pantalones de faena. Y no despide mal olor como algunos piensan. La edad ya hizo estragos en el esmirriado cuerpo y se encorva. Su vida es una novela no acabada. Un soliloquio repentino y un grito que se anuda en la garganta.
Habla de todo y diariamente devora las primeras planas de los diarios. De la atleta andina que doblega a sus pares del continente con la superioridad de su disciplina y sin comodidades, mejor trato y auspicios. De la crisis del Partido Aprista Peruano. Advierte “El Apra es una alianza continental de partidos. Lo que anda mal es un partido, la crisis de los partidos es mundial. Los partidos están “partidos” porque hay un abandono de su misión ciudadana. Octavio, pinta de cuerpo entero la indiferencia frente a quienes padecen consumidos en su afectada salud mental.
En su memoria desfilan compositores como Adrián Flores Albán y Miguel Correa Suárez. Los Albán son mangaches puros, puntualiza. Octavio conversa y habla sobre energía atómica, sobre la fibra natural, fibra vegetal, fibra sintética y la fibra óptica. “Si pasas por la compañía de teléfonos en el jirón Loreto vas a mirar en una tapa de hierro las letras fibra óptica. Piura era la tierra de la fibra de algodón, después de las fibras sintéticas y hoy llegó a la fibra óptica. Hemos avanzado años luz. Lo que hablamos ahora está en minuto y segundos luz.” Todo explosiona. Nosotros somos garra negra. Raza pura”. Octavio Zapata, es un buen interlocutor cuando fluye esa posibilidad de escucharlo y asomarse a su drama de arrancado de la realidad y el mundo. Es una especie de Diógenes de Sirope sumergido en las profundidades de su inocultable humanidad. Esta cruzada por él y para él merece incondicional apoyo. La compasión es insuficiente cuando la solidaridad es posible y brota como raíz de las profundidades del alma. “Papá estamos solos, resistiremos, hasta que nos reviente el corazón.”