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Vie, May

Monseñor José Antonio Eguren pide servir al Perú y no servirse de él

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Jose Antonio EgurenAl recordar el Día de la Bandera y batalla de Arica

ERP. Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, recordó en el homenaje a los héroes de la batalla de Arica, las bondades patrióticas y de ser humano de Juan Alfonso Ugarte Bernal, uno de los héroes de la Batalla de Arica, de quien dijo que fue “un hombre alegre y afable, juicioso y trabajador, sumamente generoso y totalmente entregado a servir a su Patria, el Perú”.

Recordó, que cuando aquel infausto 03 de abril de 1879, Chile declara la guerra al Perú, Alfonso Ugarte comprende con toda claridad que su Patria se encuentra en peligro y que lo necesita.

Indica que organizó un batallón con su propio dinero, integrado por obreros y artesanos de Iquique. Pagó uniformes, vituallas, caballos, acémilas y armamento. Este batallón recibió el nombre de “Iquique N° 1 de la Guardia Nacional”, y estuvo inicialmente conformado por 429 soldados y 36 oficiales, cuyo mando él asumió. Lo dio todo sin limitaciones por el Perú, como acertadamente anota Basadre.

Al recordar su vida y gesta monseñor reflexionó “¡Qué ejemplo para hoy en que muchos anteponen sus intereses personales, de grupo o clase social por encima de los sagrados intereses de la Patria! ¡Qué ejemplo para tantos a quienes el Perú les importa poco o nada y es sólo ocasión para una aventura de poder, de enriquecimiento personal o de retórica vacía! Madre e hijo nos exigen hoy que el Perú no se pierda por nuestra culpa o inacción”.

Se recuerda que un 7 de junio, Alfonso Ugarte en una acción heroica y perennizada, tomando la bandera peruana clavada en la cima y picando a su blanco caballo lo arrojó del Morro al océano gritando con toda su alma: “A mí, ni a mí caballo tocaréis, lo juro. ¡Viva el Perú!”. Así murió Alfonso Ugarte. Ni él ni la bandera cayeron prisioneros. Tierra y mar fueron así consagrados como tierra sagrada.

“Compatriotas, hoy en que evocamos la memoria de Bolognesi, de Ugarte y de los héroes de Arica, juremos fidelidad a la Bandera Nacional y con ello al Perú. Ellos con su inmolación en el altar del Morro salvaron el honor de la nación. Nosotros con nuestra entrega diaria a la Patria, hecha con honestidad, laboriosidad, justicia y fraternidad juremos servir al Perú y no servirnos de él, y prometamos hacerlo hasta el último cartucho de aliento de nuestras vidas”.

 

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