ERP. En medio de un clima de profunda fe, recogimiento y fervor, una multitud de fieles devotos se reunieron este lunes en el Atrio de la Basílica Catedral de Piura, para participar en la Santa Misa de fiesta en honor al Señor de los Milagros, la cual fue presidida por Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., Arzobispo Metropolitano de Piura y concelebrada por numerosos sacerdotes de la Arquidiócesis.
También estuvieron presentes las principales autoridades políticas, civiles y militares de la Región, religiosas, delegaciones de escolares y los miembros de las 8 cuadrillas de la Hermandad del Señor de los Milagros de Piura, junto a las hermanas sahumadoras y a los pequeños integrantes de la Hermandad Infantil. Culminada la celebración eucarística, la venerada imagen del Cristo Moreno inició su penúltimo gran recorrido por las principales calles de la ciudad, llevado en hombros de los miembros de la Hermandad y derramando bendiciones a su paso.
Durante su homilía, Monseñor Eguren destacó que: "Al mirar la imagen bendita del Señor Crucificado, que es para nosotros el Señor de los Milagros, comprendemos a través de la fuerza del símbolo y de la belleza del arte cristiano, que no sólo hemos sido creados y reconciliados por el Amor, sino que además y sobre todo, hemos sido creados y salvados para el Amor, es decir para amar como Jesús. El Señor nos revela el Amor genuino y verdadero. Por eso esta mañana pidámosle al Señor que nos enseñe a amar. Que nos enseñe a amarlo a Él sobre todas las cosas, y a nuestro prójimo, por Amor a Él como a nosotros mismos. Ahora bien, nuestro Amor fraterno debe ser universal, es decir no debemos excluir de él a nadie. El cristiano tiene que amar a pobres y a ricos, a cercanos y lejanos, a creyentes y no creyentes, a compatriotas y a extranjeros, incluso hasta los enemigos, según el mandato y el ejemplo del Señor. No cabe en un devoto y seguidor del Señor de los Milagros ninguna preferencia de personas, y menos resentimientos, odios, deseos de venganza, calumnias, o cualquier otra actitud contraria a la caridad".
En otro momento pidió que, puestos delante del Señor, le roguemos al Cristo Morado por un milagro: "El milagro de la reconstrucción de nuestra Región Piura, tanto en lo material como el espiritual, donde junto con las urgentes obras que necesitamos, brille la veracidad, la honestidad, y la moralidad, así como la justicia y la fraternidad. Señor de los Milagros, ilumina y fortalece a nuestras autoridades locales y nacionales, para que impulsadas por el bien común, pongan todo de sí para que las obras que tanto necesitamos se realicen en beneficio de todos, pero especialmente de los más pobres y de los damnificados. El milagro de que nuestra sociedad piurana brille por su solidaridad, justicia y amor fraterno, y a donde nadie le falte el pan de cada día, un trabajo digno y un techo donde cobijarse".
También le pidió al Cristo de Pachacamilla: "El milagro de tener entrañas de caridad y compasión para acoger a nuestros hermanos venezolanos que llegan a nuestra tierra. Señor de los Milagros, ayúdanos a que seamos generosos y solidarios con ellos, para que así podamos construir una sociedad donde nadie se sienta extranjero. El milagro de que los cristianos brillemos por nuestro Amor hacia los más pobres; por nuestra solidaridad con los enfermos, ancianos, abandonados, encarcelados y explotados, y por nuestra capacidad de perdonar al que nos ofende, en especial al enemigo".
Finalmente rogó al Cristo Moreno: "El milagro de que los niños por nacer no sean abortados, sino amados y acogidos desde su concepción hasta su fin natural, porque toda vida humana en cualquier estado o condición es siempre una buena noticia. El milagro de que el matrimonio entre un hombre y una mujer, del cual sólo puede brotar la familia, sea siempre reconocido y respetado por nuestros legisladores y gobernantes, sin recibir la humillación y el maltrato de falsos modelos de matrimonio y de familia que llevan a la degradación de la sociedad".