ERP. (Mauro Vegas Carmen) Las elecciones regionales y municipales se realizarán el 7 de octubre y permitirá renovar todos los cargos electivos de regiones, provincias y distritos del país. Este proceso, se cumple en momentos de crisis institucional y actos de corrupción que desvían el interés ciudadano, limitando su capacidad de análisis de nombres y propuestas de quienes participan.
La crisis se refleja en problemas políticos que conocemos, en denuncias por corrupción que compromete el funcionamiento del sistema judicial peruano y que es una comprobación fáctica que existen poderes ocultos sobre todo de la política que inciden en él. Sin embargo, no solo es en el país, igual se encuentran casos en en diversas partes del mundo, que inciden en la realidad actual.
En este marco, estamos ante unas elecciones electorales regionales y municipales singulares y atípicas. Por lo tanto, Las elecciones de octubre (para gobernadores y alcaldes municipales), evidencia un proceso electoral marcado por una crisis institucional:
- Un presidente de la república que renuncia para evitar ser vacado por una presunta vinculación a actos de corrupción.
- Un congreso de la república impresentable con personajes con alta presunción de falta de solvencia ética y profesional
- Un presidente de la república no electo y sin brillo y en permanente crisis de gobernabilidad
- Crisis política de representatividad, no hay partidos políticos. No hay lealtad política, los políticos actuales pasan por todos los partidos.
- No hay liderazgo político, la población no confía en los políticos. Hay un alto rechazo a los políticos.
- El poder judicial corroído por la corrupción.
- Un CNM declarado en emergencia y cuyos miembros son destituidos.
- En el caso de la reconstrucción la población no percibe un líder político que pueda asumir con solvencia dicho importarte proceso de modernización de Piura.
En conclusión: Estamos ante una elección de crisis institucional, donde la población aún no ha definido su voto (aproximadamente un 50%); sin embargo busca un gobernante que no tenga vínculos con la corrupción; y también asuma con solvencia ética y profesional la reconstrucción y modernización de la región Piura. Expectativa que se torna casi imposible, como buscar una 'aguja en un pajar'.