ERP. En los prolegómenos de la estación primaveral peruana irrumpe un episódico e histórico evento que muy bien está descrito en el artículo periodístico magníficamente estructurado por su autor el señor Xi Jinping Presidente de la República China donde lo que más impresiona es conocer lo exhaustivamente informado que está -con inoculable sapiencia- sobre los entretelones vivenciales de nuestro país: Perú.
Por: Cesar Ortiz Anderson
Observar su dimensión como estadista político de talla mundial, revela una percepción clara de su alto nivel como mandatario, su mesura como persona, su moderada locuacidad tan discreta como suficiente, su ponderada imagen como ser humano, etc., dejan en el imaginario colectivo nacional la añoranza de que ojalá algún día podamos contar con autoridades de este perfil que transmiten docencia y decencia pública; que están ausentes notoriamente en nuestra precaria clase política.
Su versatilidad en la expresión, mencionando con meridiana exactitud y verdad, lo que nuestras antiguas civilizaciones representaron, representan y representarán en la humanidad, nos demuestra el dominio de la información, vital para el conocimiento del hecho y la decisión de facto en términos de lo que más favorece a lo que, el Presidente XI Jinping menciona en su nota: El pueblo -yo prefiero llamarla sociedad; dada la tergiversada connotación que tiene ideológicamente esta expresión, ya que generalmente ésta evoca sólo a la parte de la comunidad con grandes limitaciones materiales; prescindiendo de la conceptualización de que el bienestar para que sea real, debe ser general- que en el caso de nuestro Perú que tiene sus variopintas peculiaridades y características con propios complejos y prejuicios incluidos, que deben superarse para minimizar las diferencias, priorizando igualdades de oportunidades, potenciando denodados esfuerzos, reconociendo naturales potencialidades, compartidos sacrificios y otros en un marco de respeto a las personas y su dignidad, sin falsedades que emanan del estamento gubernamental, sin distorsiones perversas de la realidad; pero principalmente sin corrupción estatal; que es lo que caracteriza a la nación del mandatario que esta semana nos visita.
Ha destacado el mandatario chino, que la modernidad tiene entre otras virtudes, el hecho de que ya no hay distancias que separen a los habitantes de esta tierra, lo lejano y lo cercano, están conectados y ya no es un impedimento para la integración y desarrollo de las naciones; nuestras civilizaciones en un aparente distanciamiento han florecido por si mismas, hay grandes similitudes entre sus majestuosas construcciones y apreciados hallazgos, y que tanto la ubicación geográfica occidental como oriental han tenido un solo norte, que ahora se reencuentran como civilizaciones, que nunca estuvieron divididas -como así lo estatuyó el avasallante sistema imperante, cuando en el caso de Perú, históricamente se le determinó como fronteras geográficas que aún se mantienen en la fecha, como limitantes por el Norte con Ecuador y Colombia; por el Este con Brasil y Bolivia; y por el Sur con Chile (que son naciones o repúblicas) y sesgada y malintencionadamente se estableció como límite por el oeste: El Océano Pacífico (como si fuera éste una nación o país); y no como debería ser, conectados con una real visión de desarrollo que nos vincula con los países que conforman el bastión asiático, dentro de éstos la milenaria Nación China. Esta distorsión ha quedado revelada meridianamente con lo que representa este magno evento de APEC; que nos atornillaba a lo que literalmente decía la sexta estrofa de nuestro himno nacional -ahora proscrita desde el 2010- que decía entre otras expresiones: “Largo tiempo el peruano oprimido, la ominosa cadena arrastró, condenado a una cruel servidumbre, largo tiempo (bis)…..la indolencia de esclavo sacude, la humillada cerviz levantó”; venciéndose así una pasiva y sumisa actitud colectiva de años.
Esta vinculación binacional, que trasciende a lo trasnacional surge como un reto nacional para sintonizarnos en un nuevo escenario mundial, donde independientemente de lo empresarial, comercial, industrial, etc., tomemos conciencia de la necesidad de construir nuestra sólida peruanidad, dejando de lado, los factores negativos que han campeado a lo largo de nuestra quebrantada historia republicana, que se puede graficar en la palabra que “el enemigo de un peruano es otro peruano” copiemos con dignidad, sensibilidad e intelectualidad lo novedoso y talentoso de otros; preparémonos para ello, sin complejos de inferioridad ni superioridad que caracteriza en la fecha a la sociedad peruana; sin frenos ni límites que no sean nuestras propias incapacidades, ineptitudes o falta de dignidad y voluntad; juntos debemos crear el nuevo peruano para lograr beneficios comunes tangibles; claro está respetándose nuestra propia identidad nacional, reconocida culturalidad e intangibilidad ideológica a reconstruir.
Es menester destacar, que este buen propósito que vislumbra el APEC en sus diferentes aspectos empresariales, no significan nada, sino aparejamos una variable sumamente importante, como es la añorada Seguridad Pública -que como todos sabemos está cancerígenamente afectada y desde hace buen tiempo- lo que me permite connotar una reciente intervención que tuvo en un evento internacional el señor Teniente General PNP Félix M. MURAZZO CARRILLO que fuera desarrollado recientemente 06 de noviembre en el Swissotel-San Isidro en el que disertó sobre esta problemática en el marco del diálogo con los representantes de las Civilizaciones de China y América y el Caribe, con planteamientos sui géneris sobre esta temática que yo comparto, y que han sido gestados a través de un estudio efectuado en el lapso de los años 2011 y 2013 con apoyo de INICAM y auspicio de la Fundación Alemana Konrad Adenauer; mediante el cual, el mencionado Oficial General PNP con planteamientos que no son más de lo mismo, ofrece alternativas de acción coherentes a la nueva gestión gubernamental producto del próximo proceso electoral 2026
Finalmente, sintonicemos esta nueva realidad que nos muestra una novedosa visión de apreciación de las cosas; es decir, revirtiendo el direccionamiento conocido, crónico y distorsionado que nosotros en forma regular e históricamente siempre hemos tenido, en el sentido de Norte a Sur y viceversa, no siempre caracterizado por relaciones amicales, igualitarias y menos equitativas que el mapamundi nos ha acostumbrado a observar; pues se tiene ahora otra dirección de lado a lado de Este a Oeste; que nos obliga a un replanteamiento político, educacional, comercial, etc., con una visión globalizada de desarrollo, que nos ubique a la vanguardia como una potencia mundial, no tan sólo por la importante ubicación geo política; sino por el concurso proactivo de una pléyade de nuevos peruanos capaces de posesionarse dentro de las naciones de desarrollo no tan sólo en términos de inversiones monetarias; sino en inversiones de tipo estatutarias que creen una agresiva visión y misión, pensando en la defensa de los intereses nacionales; por supuesto, para ello, necesitamos un clase política que ahora no tenemos; pero que podemos insertar en nuestra nación en esta próximas elecciones, donde se dé estocada mortal a la madre (mejor madrastra) de todos los delitos: La corrupción en todas y cada una de sus protervas modalidades.