ERP. María Claudia Dammert Herrera ha fallecido y nos ha sorprendido por ser una actriz muy reconocida y querida por el pueblo peruano. Ella, antes de partir a los 68 años de edad quiso hacerse preguntas y dar respuestas sobre la muerte y es lo que conmueve en un momento cuando todos la sienten. El cine, la televisión y sobre todo el teatro, la lloran y lamentan su partida, pero para ella simplemente fue un paso que le tocaba dar.
Ella nació en San Isidro Lima, un 17 de agosto de 1949 y falleció este domingo 5 de noviembre de 2017. Días previos a su defunción la actriz y comediante de stand-up peruana, nos legó frases terrenales para todos los seres vivientes que solo son terrenales temporales y que un día de verano, de invierno, de otoño o primavera puede llegar el paso a otra calidad.
“¿Será que la Muerte es mi amiga desde hace tanto tiempo y por eso no me entristece su aparición? ¿Será que me entiendo semilla, flor, fruto, madurez, muerte, descomposición, para volver a un nuevo ciclo de vida?” es lo que escribió y suponemos y solo queda eso, suponer, que en esa introspección propia de los seres humanos existen preguntas y afirmaciones de innegable realidad.
“¿Será que siento mi inmortalidad y sé que este cuerpo en el que ahora habito está sólo en tránsito?. Será por ello que cuando leo que alguien ha "muerto" no me sorprende. Simplemente me digo: llegó su momento de partir, ya llegará el mío”. Y llegó el suyo para llevarla al estadio imperecedero de alguien que supo vivir creando y esas creaciones estarán allí para recordar siempre a las generaciones presentes y las que vengan, que hubo una actriz que no murió y que sigue viva en la imaginaria de peruanos y del mundo.
En sus reflexiones ahora póstumas indicó que “Lo que sí, me hago el firme propósito y le pido todos los días al multiverso-Dios-Diosa que todo lo sabe y nos presta su sabiduría... que cuando llegue mi momento de desencarnar hacia otros planos, esté preparada y sea lo más consecuente y coherente posible para que mi partida sea una fiesta para todos los que me conocieron”.
Cuánto de realismo, cuánto de palabras que no se quisieran ni siquiera pensar, cuánto de mortal para saberse que no sé es eterno y que como tal cuánto de humana nos legó con sus frases Claudia Dammert para no pedir tristeza y dolor entre quienes la conocieron, sino al contrario sea “una fiesta para todos los que la conocieron”; sin embargo, aún con sus palabras, con sus deseos, el dolor sigue siendo humano y ese sentimiento de los peruanos no se puede evitar.
Ella ya no está, pero seguirá como un buen recuerdo de quienes la vieron asumir múltiples caracterizaciones, hacerlo con un realismo impresionante y con un arte que solo la poseen quienes fueron influenciados por ese “Dios” o esa “Diosa” que ella llama para pedir sabiduría.
Cuánto de aferrarse a la vida, cuánto de aceptar la muerte como el paso siguiente de una vida. Es la dicotomía que siempre existirá para el más prestigioso o prestigiosa de los o las mortales y del ser humano común y corriente.