ERP. Escuchar los diversos discursos del presidente de la República Martín Vizcarra Cornejo es percatarse, primero que no quiere ser dueño de sus silencios, que muchas veces es impertinente y quizá lo más saltante su escaso conocimiento en asuntos jurídicos. Después del referéndum que es probable no traiga mayores cambios reales al país, se le nota exultado, alborozado y muy locuaz.
El presidente Vizcarra tuvo iniciativas importantes y sobre todo antagónicas a sus patrocinadores; los congresistas de Fuerza Popular. Sus medidas planteadas el 28 de julio del 2018, lo hicieron desmarcarse de los expresidentes y tomó la iniciativa del referéndum con planteamientos sobre todo mediáticos. Para muchos y no cabe duda, acertada posición que le ha generado réditos políticos.
Se ha convertido en el adalid en la lucha contra la corrupción y es una buena iniciativa. Más aún le corresponde desde el cargo que tiene proyectar valores éticos y morales; sin embargo, observamos algunas prácticas antiguas, designaciones de funcionarios que le corresponden a su mandato, los cuales le implicarían riesgos futuros. No darse cuenta de los males del Estado peruano es desconocer sobre esta realidad.
Algunos casos específicos son preocupación del país. Primero, el funcionamiento del Congreso de la República con todas sus distorsiones y el segundo, vinculado al Ministerio Público. Hasta el momento, no se observa una salida que permita resolver las crispaciones entre fiscales de mayor y/o menor jerarquía. En este caso, asumir posición por uno u otro bando crea cuestionamientos que deterioran la imagen presidencial.
Un presidente de la República, debe manejar la información y sobre todo la opinión con mucha asertividad y cordura. Es preferible hablar con resultados y dejar las peroratas para otros funcionarios de menor nivel. Es una necesidad que no sabe manejar Vizcarra y que lo lleva a exagerar en sus locuciones públicas.
Hablar menos y hacer más, sobre todo cuando no se tiene la virtud de la oratoria es recomendable. Exponerse demasiado en plazas y certámenes públicos hablando sin control y sobre todo en temas que conoce poco, le genera desgastes que se convertirán en irreversibles en el futuro.
Los problemas que vive el país no son nuevos; incluso bastaría leer a Jorge Basadre en la ‘Historia de la República’ y nos daremos cuenta que existen repeticiones en el tiempo, que jamás se han podido modificar. En tanto, la educación de los peruanos sea débil y poco eficiente, tendremos ciudadanos escasamente formados y con limitadas capacidades para entender las cosas en su dimensión real.
Pero estos cambios como otros, no son cuestión de buenas intenciones, implica políticas públicas y sobre todo cambios culturales que se encuentran enraizados desde la fundación de la República; aspectos que no son factibles de cambiarlos de la noche a la mañana. Se requiere capacidades, competencias y sobre todo una conducta intachable de muchos gestores y ciudadanía.
Lo realizado hasta el momento por Martín Vizcarra es loable y demuestra un sano interés por lograr un Perú mejor; sin embargo, hacer un uso inadecuado de expresiones y opiniones por exceso de confianza no es conveniente para los intereses nacionales.