ERP. (Por Miguel Arturo Seminario Ojeda) En un artículo anterior hicimos ver que la novedad de los procesos electorales tuvo un asomo temprano allá por 1809. Iniciándose con esto, esa práctica que unos años después se generalizaría en todo el mundo, cuando de delegar poder se trata. Y esto que irrumpió entre los americanos como algo novedoso, de pronto, fue haciéndose una realidad entre la generación de la independencia, que bregaba por un Perú libre y soberano.
Por entonces, como ya llevamos dicho, gobernaba el Perú desde 1806, el virrey Fernando de Abascal y Souza, para quien la novedad de los procesos electorales iría haciéndose algo normal. Para las elecciones ordenadas por la Junta Central, había que elegir un candidato a través de los cabildos, de acuerdo a los mecanismos que se habían señalado.
De esta manera se hicieron elecciones el Tarma, Huancavelica, Lima, huamanga, y Arequipa, en junio de 1809, prevaleciendo en estas elecciones, la designación de José Baquíjano y Carrillo. En julio la elección se hizo en Cusco, Trujillo, Puno, Lambayeque, Guayaquil, Huánuco y Chachapoyas. Y el 19 de julio se hicieron las elecciones en Ica., mientras que Camaná y Moquegua lo harían en agosto de 1809.
Todo esto fue posible, gracias a las mentes desarrolladas, o quizá muy realistas, que comprendieron que había que dar oportunidades a los americanos, pues en esas tierras se experimentaba un gran descontento contra la monarquía española. Por eso la Junta Central de Sevilla rompió con el régimen centralista borbónico otorgando representación soberana a los pueblos americanos, en enero de 1809.
El virrey Abascal hizo la convocatoria en el virreinato del Perú para elegir al diputado del Reino del Perú, para su representación en la Junta Central, y se procedió a elegir en las ciudades del interior del virreinato, para sortear después en Lima entre los ganadores, y determinar quién sería el único representante por el Perú.
Los procesos electorales primigenios en el interior del virreinato, se fueron llevando a cabo, y en Ica el proceso electoral se programó para el 19 de julio, resultando ganador, el abogado limeño, Jacinto Calero.
Se procedió como estaba mandado, en los lugares de cada ayuntamiento se hacía la preselección, en Ica, el cabildo propuso a tres personas de notoria probidad, que gozaran de instrucción y de capacidad, y además que gozaran del aprecio de la opinión pública, y tras la elección de los tres, el ayuntamiento decidía por sorteo, quien lo representaría, para el posterior sorteo general en Lima. El elegido en cada cabildo fue el primero que salió del ánfora donde se depositaban las papeletas con los nombres, siendo en Ica, el ya mencionado Jacinto Calero.
Este proceso electoral en Ica estuvo con una controversia latente, generándose una protesta, porque al momento de la elección, antes de que se lea el nombre, ya estaba cantándose el de Jacinto Calero y además se detectó que la cédula con su nombre era diferente a las de los otros.
Como se puede observar, en estas elecciones no hubo candidaturas individuales, fue un asunto corporativo, con la intervención directa del cabildo En el cántaro o vasija se colocaban los nombres de aquellos que había propuesto el cabildo, y eligiéndose a un niño para sacar las cédulas, el ganador era aquél cuyo nombre estaba en la primera cédula extraída.
En el sorteo general en Lima dio por ganador a José de Silva y Olave, quien finalmente no asumió el cargo, porque la Junta Central que había convocado el proceso electoral, fue disuelta. Sin embargo ya había empezado a sembrarse entre los americanos, ese ideal de libertad e independencia, que estas prácticas electorales fueron en gran parte fortalecedoras, sobre todo, cuando se dieron las elecciones municipales, bajo la inspiración de la Constitución de Cádiz.