Por: Miguel Arturo Seminario Ojeda. Nos aproximamos con gran velocidad hacia el bicentenario de la proclamación de la independencia nacional, y con toda seguridad, como se hizo en el centenario y en el sesquicentenario, de muchas maneras se honrará la memoria de los precursores, de los próceres y mártires de la independencia, así como a todos los patriotas de esa gesta, que se han quedado para siempre en la memoria colectiva de los peruanos.
Ya lo hemos dicho, que todo el país tiene a quien recordar en estas fechas que comprometerán el espíritu cívico de todos los peruanos y peruanas, no hay rincón de la patria que no se encontró presente en esta gesta, por eso la celebración nacional se mezclará con las celebraciones regionales, porque cuando la patria hizo un llamado por su independencia, el eco retumbó desde el océano hasta las selvas, sin detenerse en el corazón de los andes.
El norte, el centro y el sur, tanto como la costa, la sierra y la selva, acudieron ante el llamado de las voces terrígenas, había llegado el momento de ser independientes, y eso no separó a los peruanos por su oriundez biológica, indios, blancos, negros, cholos, mestizos, todos en su firme propósito, apostaron por la independencia del Perú.
Una figura para evocar hoy, es la de Mateo García Pumacahua Chihuantito, nacido en Chinchero, Cusco, el 21 de septiembre de 1740, y muerto el 17 de marzo de 1815. Fue un militar y funcionario indígena del Virreinato del Perú, pero principalmente, hoy lo recordamos como el líder de la Rebelión del Cusco en 1814, por lo que su busto se encuentra en el Panteón Nacional de los Próceres.
Pumacahua heredó el cacicazgo de Chinchero, y los de Maras, Guayllabamba, Umasbamba y Sequecancha. En una primera fase de su vida, estuvo contra los independentistas, persiguiendo a los tupacamaristas, es decir, al comienzo estuvo del lado de los realistas. Sin embargo, su prestigio como descendiente de los incas, lo llevó a ser elegido Alférez Real de Indios Nobles del Cusco en 1802.
Fue coronel de infantería realista, ostentó el rango de brigadier, respaldando en 1811 la campaña en el Alto Perú del brigadier Goyeneche. Presidió interinamente la Audiencia del Cusco, creada después del levantamiento de Túpac Amaru, y en 1813, siendo integrante de la Audiencia, tuvo noticia de la promulgación de la Constitución de Cádiz, cuando ya contaba con 72 años de edad.
El efecto de esta carta que igualaba en ciudadanía a los españoles y americanos, fortaleció el ideal separatista, y más revueltas en América, y junto al criollo José Angulo y dos oficiales del ejército, Luis Astete y Juan Tomás Moscoso, el 3 de agosto de 1814, formó en el Cusco, una junta de gobierno, como lo entendió a partir de la Constitución, llamando al pueblo a ponerla en vigencia con ayuda de las armas.
En un pronunciamiento y en una carta dirigida al virrey José Fernando de Abascal, le hizo ver, que la Junta de Gobierno del Cusco se había formado en concordancia con el espíritu de la Constitución de Cádiz de 1812.
Encabezó una expedición hacia Arequipa, venciendo a los españoles en la Apacheta el 9 de noviembre, ingresando al día siguiente a la ciudad. Ante la reacción de los realistas, Pumacahua dejó Arequipa el 30 de noviembre y se dirigió a Cusco y Puno, pero el 11 de marzo de 1815, el ejército que comandaba fue derrotado en Umachiri (Puno), y tomado preso en Sicuani, se le sentenció a morir decapitado, pena que se llevó a cabo el 17 de marzo.
Posteriormente y tras la proclamación de la independencia, sus nietas gozaron de un pensión concedida por el gobierno.