ERP/Miguel Arturo Seminario Ojeda. Cuando los españoles llegaron a tierras americanas, una de las primeras medidas que pusieron en práctica fue la de fundación de ciudades en todos los espacios que anexaban para la corona de Castilla, de esta manera, todo el continente se llenó de ciudades que siguiendo la traza del modelo hispano, dieron paso a un mundo que en muchos lugares afectó a la población indígena, cuando no estaba acostumbrada a vivir bajo un sistema, contrario al de sus milenarias formas de organización.
En el caso peruano, al comienzo los nativos vivieron en el mismo espacio que los españoles, moriscos y negros, sin embargo, el creciente abuso que muchas veces se experimentó contra la población aborigen, hizo que el virrey Francisco de Toledo pusiera en práctica una medida de nucleación de la población auténticamente peruana, en espacios que se conocen como reducciones.
De esas reducciones toledanas, hay registro en todo el virreinato, en algunos espacios estuvo el mismo virrey, quien recorrió el territorio que administraba, y en otros lugares, delegó funciones a personal de su confianza, y conocedor de la política española, que puso en práctica esta medida, para frenar los abusos contra los indios.
Hoy la Historia como ciencia, nos ha revelado sobre las reducciones que se fundaron en Piura, gracias a la investigación de Miguel Maticorena Estrada, Juan José Vega, José Antonio del Busto Duthurburu, Raúl Alcalá, y otros estudiosos del pasado peruano que se han ocupado de la Historia de Piura en el siglo XVI.
200 años después, una medida práctica de nucleación de la población dispersa, asombró a las autoridades virreinales, porque venía no de un hombre asociado al aparato burocrático español, sino, directamente a la alta jerarquía de la iglesia católica, quien, interiorizado de la problemática de su feligresía, juntó a los habitantes desparramados, en pueblos y villas, tratando de solucionar, no solo los problemas de orden espiritual, sino también los de orden temporal, cuyo arreglo no fue hecho por los funcionarios de la corona española.
Ese obispo de grata recordación, don Baltasar Jaime Martínez Compañón y Bujanda, hizo empatía con su feligresía, y fundó 20 pueblos en toda la extensión de su obispado, entre ellos, Sullana, Tambogrande, Tarapoto, Rioja, Celendín, y Santa Rosa de Huayabamba, por mencionar a algunos, cuya hechura se debe al más famoso de los obispos de la diócesis de Trujillo del Perú. Estos pueblos congregaban a blancos, negros, indios, mestizos, y habitantes de todos los tipos y subtipos raciales que se habían generado en el Perú, en 250 años del virreinato.
Hasta donde tenemos noticia, el primero que hizo conocer sobre la fundación de los pueblos, entre 1935 y 1945, fue el académico de la Historia, padre Rubén Vargas Ugarte, en artículos publicados en la Revista Histórica, órgano de difusión de la Academia Nacional de la Historia, dando cuenta de la fundación de pueblos, entre ellos uno en terrenos de La Punta, como se conocía al espacio donde hoy está Sullana, la ciudad ubicada a orillas del río Chira, que el pasado 8 de julio, cumplió 234 años de fundación.
50 años después, don Reinaldo Moya Espinosa, publicó un artículo sobre el mismo suceso, cuando se cumplió el bicentenario de la fundación en 1983. Ese mismo año, ubiqué documentos históricos sobre el hecho fundacional de pueblos en Piura, y empecé a darlos a conocer a través de las conferencias organizadas por el Instituto Provincial de Cultura, presidido por Ena Ognio de Silva y por Marcela Ruiz Carnero, quienes en 1984 y 1986 organizaron actividades de difusión sobre la Historia de Sullana.
En las tres ediciones de mi libro “Historia de Sullana”, hemos dado a conocer parte de este hecho, ampliando lo ya dado a conocer por don Rubén Vargas Ugarte, uno de los especialistas en Martínez Compañón, y por Reinaldo Moya Espinoza, y sobre el particular, ha sido valiosa la producción del historiador colombiano radicado en España, Daniel Restrepo Manrique, quien ha publicado varios tomos sobre la labor del obispo.
Vargas Ugarte, y Daniel Restrepo Manrique, se refieren a la obra fundacional de pueblos consolidando en espacios urbanos a la población dispersa, con la intención de dar paso a las mejoras que se privaban viviendo en los campos.
En 1782, el obispo de Trujillo del Perú, don Baltasar Jaime Martínez Compañón y Bujanda, inició la visita pastoral en su amplísimo obispado, llegando hasta la selva, territorio en el que como medida práctica para que la gente goce de salubridad, educación y orden, fundó pueblos, no solo de indios, para que vivan de acuerdo al orden urbano que aparece en los planos respectivos, enviados a Carlos III Rey de España.
En uno de los tomos, el obispo da cuenta al Rey que había fundado 20 pueblos en el obispado, detallando la ubicación, cantidad de población dividida en cifras de acuerdo a la raza, y otros datos, como lo pudieron apreciar los sullaneros en 1986, cuando el Instituto Provincial de Cultura, presidido por Marcela Ruiz Carnero, hizo una exposición en el 75 aniversario de creación de la provincia de Sullana, en coordinación con el Banco Continental, institución que conserva más de un centenar de las acuarelas originales.
Años después, Luis Ernesto Mendoza Ramírez, propietario del tomo, donde consta la fundación de pueblos por el obispo, publicados en facsimilar, por el gobierno español, dio prestado el ejemplar al Museo de Sullana, exponiéndose en ese lugar el informe sobre la fundación del pueblo “El Príncipe”, porque así nominó el obispo al lugar, sin embargo, más pudo la costumbre, y el lugar siguió llamándose La Punta, hasta que se le dio el nombre de Sullana en1826.
Al comienzo, en el decreto de octubre de 1826, se escribió Zullana y Suyana, pero al poco tiempo se corrigió, ya que esa palabra, quichuización de Solana, por el Inca Garcilaso de la Vega, fue escrita así: Sullana, como lo pueden verificar quienes lean la versión original de Los Comentarios Reales de los Incas, publicada en 1609, donde la palabra es registrada como Sullana, como sucedió también en las ediciones posteriores.
Los Del castillo, dueños de los terrenos de La Punta, donde se fundó El príncipe, hoy Sullana, accedieron a la fundación el 8 de julio de 1783, y al día siguiente, el obispo envió el informe al corregidor Zavala, y acto seguido, dividió al curato de Piura en 5 jurisdicciones parroquiales para una mejor administración eclesiástica: Piura, El Príncipe, Querecotillo, Tambogrande y Morropón, y los tenientes de cura que residían en estos lugares, de inmediato iniciaron su labor, de manera que, el 8 de julio pasado los sullaneros cumplimos 234 años de la fundación de la ciudad y 234 años de la creación del curato, hoy parroquia de la Santísima Trinidad.