ERP/Miguel Arturo Seminario Ojeda. La Historia es una ciencia, gracias a ella conocemos al pasado tal como fue, con sus luces y sus sobras, con sus glorias y reveses, es decir, nos podemos aproximar a escenas cotidianas tan lejanas, pero que en algunos casos se convirtieron en coyunturas, que se han quedado para siempre en la memoria colectiva, como el terremoto de 1616, y las lluvias de 1617.
Estando en su actual emplazamiento, la ciudad de San Miguel de Piura, con construcciones de barro, con su iglesia parroquial, plaza de armas, otras iglesias, oficina de la Caja Real, y edificios oficiales, en 1616 fue estremecida por un violento terremoto que la arruinó, todo se vino abajo, San Miguel de Piura fue devastada, y sus habitantes empobrecidos. Era virrey del Perú, don Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache.
Para colmo de males, al año siguiente, en 1617, hace 400 años, se desataron unas lluvias espantosas que afectaron a todo el corregimiento de Piura, y se trajeron abajo a las construcciones casi destruidas por el sismo del año anterior, el panorama era tremendo, lastimero, la ciudad y el campo resultaron muy golpeados por esas aguas diluviales.
Sobre este inesperado suceso de 1617, nos queda el testimonio del viajero Juan de Herrera y Montemayor, quien asombrado diría que jamás había tantos estragos de un diluvio. Encontró a la ciudad en ruinas, tanto le habían ponderado sus construcciones, que hasta imaginó que había errado el camino y llegaba a otra ciudad que no era la primogénita de España en el Pacífico Sur.
De acuerdo a Herrera y Montemayor, los alimentos no solo escasearon, subieron altamente de precios, padeciendo la población por falta de pan, frutas y legumbres. Si recordamos la casi reciente experiencia de 1983, nos podemos imaginar el drama de los piuranos en 1617, cuando los barcos eran lentos en comparación con los de hoy, no había aeronavegación, y el campo padeció tanto como la ciudad.
Esta lluvias de 1617 que destruyeron a nuestra querida Piura, y arruinaron la agricultura, no se comparaban en intensidad a las extraordinarias que en 1574 hicieron migrar a los pobladores, desde Piura la Vieja hasta Paita. Quizá fueron como las de 1998, hoy medimos la intensidad de las lluvias con aparatos especializados, pero en los siglos XVI, XVII y XVII, se estaba lejos de saber qué días y a qué hora va a llover, como lo sabemos hoy, gracias a los pronósticos científicos del SENAMHI.