ERP. Miguel Arturo Seminario Ojeda. Que terrible calor se siente en Piura, es lo que se escucha decir por propios y extraños, asombrados, porque cada año, al parecer se elevan los rigores de la estación del verano, ¡que calor! Repiten todos. Maby Olaya cuenta que está insoportable el señor sol, y recomienda que se use ropas blancas, porque refrescan desde los pies a la cabeza, de lo contrario se tiene la sensación de estar metido en un microondas, y de estar cocinándose como camarón listo para devorarse.
Sin embargo, entre las tantas expresiones que escuché estos días por asuntos de la alta temperatura, me asombró la de Hortensia Seminario Gallo, cuando casi a la media noche, me refirió por teléfono, que no tenía ganas de dormir, porque la cama estaba caliente, algo parecido a los calentadores argentino de pan, y meterse a la cama la haría saltar, como cuando las lagartijas corren sobre el desierto, cuando salen de sus cuevitas y las arenas están más que tibias.
Pero, qué piurano no ha sentido el calor del norte desde que nació, desde que su madre lo parió, todos lo hemos sentido, y nos hemos adaptado a él, pero en los últimos tiempos los desórdenes climáticos han convertido en un fenómeno permanente el progresivo recalentamiento de la tierra, seguimos deteriorando el medio ambiente, y no cobramos conciencia del mal que le hacemos al planeta, que triste herencia para los que vengan tras de nosotros.
De nada sirve el sueño de Hortensia, que aspira, y espera que pronto se invente camas refrigeradas de aguas muy frescas para que el colchón no parezca una brasa de candela gigante, sueña en que los colchones se parezcan a los iglús de los esquimales, pese a que sus amigas le recomiendan que mejor se vaya a vivir a Siberia o a la Antártida.
Así es amigos lectores, procuren que la convivencia con el planeta, genere un equilibrio y la no agresión sea internalizada por los adultos, jóvenes y niños, para que se asegure la supervivencia de la especie humana, y sin esperar como Hortensia, las camas frescas de colchones rellenos de agua casi helada, aprendan a derrotar los calores de la estación, a partir de la puesta en práctica de otros mecanismos, como lo hacían los antiguos piuranos, y que compartiremos en otro artículo.