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Dom, Jul

Los libros son siempre un tesoro valioso

Miguel Godos Curay
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ERP. Los libros son siempre un tesoro valioso. El conocimiento mismo que viaja con nosotros en nuestras manos. El contacto con los libros puede ser transitorio o efímero. Forzoso y obligatorio. O por el contrario ameno y divertido. La lectura despierta el afán por conocer y penetrar en mundos inéditos y en experiencias humanas extraordinarias .Leer es un atributo humano que despierta las profundidades de nuestro cerebro, activa los recuerdos y recrea en la memoria el saber humano.

Por Lic. Miguel Godos Curay
Periodista y docente universitario

A leer y leer bien se aprende con el ejercicio cotidiano con la activa gimnasia de la voluntad deseosa de deleitarse y aprender. Un niño bien estimulado con libros es como el conductor deslumbrado por la bicicleta de la inteligencia, decidido a penetrar por anchurosos caminos del saber y conocer. Descubre en su cerebro el maravilloso poder del recuerdo, de misteriosas experiencias humanas, de virtudes y defectos indeseables. Ese apetito humano, deslumbrado y deslumbrante. alimenta para toda la vida la mente y el corazón.

La mejor forma de estimular la lectura es el ejemplo. Los niños abren los libros cuando ven que los adultos del entorno disfrutan de la lectura. Buscan algún momento del día aunque se en un tiempo breve para leer. Una mamá que busca recetas de cocina en pos de postres tradicionales siente el mismo regocijo que el lector de las aventuras de Robin Hood. El abuelo que lee diarios, aunque no sean del día, es un visible ejemplo de la saludable práctica de la lectura. La vida enseña que mientras algunos se entretienen con una pelota otros disfrutan de los libros. Todo depende de la porción de felicidad que obtenga. La infelicidad están en no hacer ni lo uno ni lo otro. Una idiota parálisis improductiva.

Libros diversos

Las actitudes pasivas que te mantienen boquiabierto frente al dispositivo celular sólo desarrollan los pulgares que se tornan deformes. Las luces del aparato son como candelillas que activan la dopamina en el cerebro, la hormona de las adicciones. Por eso el niño al que irresponsables madres entregan un aparato celular como si fuera un juguete provocan la misma sensación que si le colocaran en las manos un troncho de marihuana a un jovencito sano e ingenuo que acaba convirtiéndose en adicto a esos placeres perversos de las drogas.

La adicción a los libros no mata ni destruye. Los libros disfrutan de la compañía de los lectores. Brindan sentido a la soledad. Son una silenciosa compañía grata en todo momento. Los libros arrinconados esperan con avidez que alguien los lea. Son como los ancianos del asilo que en su ingrata soledad esperan quien les hable con palabras de afecto así no sean de su entorno familiar.

Todavía en los indicadores del desarrollo humano aún no se pondera, como debe ser, el valor de la lectura en cada país, región y villorrio, Un país que lee no se ofusca en los conflictos y es soporte de la democracia. Abre espacios para el diálogo y el reconocimiento de todo el elenco de los Derechos Humanos. Un país que no lee existe privado de inteligencia y desconocimiento de sus derechos elementales. No educa esta nación a sus ciudadanos, convertida en una mesnada de ignorantes. El diálogo social es reemplazado por el grito y el abuso y el debate parlamentario por un rebuzno colectivo. El desprecio a la educación es el más terrible de los males. El maltrato a las escuelas y a las universidades una ignominia nefanda incapaz de vislumbrar futuro para los pueblos.

Un pueblo que lee se pone de pie ante los abusos de todos los colores. No soporta el desprecio a las universidades donde se forja la conciencia nacional. No soporta la estulta arrogancia de los malos maestros e hilanderos de la malversación y el dispendio del erario. Por eso la ciudadanía germina en las escuelas y se gradúa de democracia en las aulas universitarias. Ahí donde la educación surte efecto se destierran los abusos y se exige con prontitud rendición de cuentas. Como en los tiempos de la Roma imperial se advierte a los mandones que la muerte los espera a la vuelta de la esquina y la peor inquina es el señalamiento postrero de su pueblo. Morir con mala fama no es un simple estirar la pata en la cama. La vindicta desgraciada es el sabor amargo que de boca a oreja recorre los pueblos.

El antídoto perfecto para el desarrollo de un país es la educación que forma ciudadanos y perfila inteligencias para resolver creativamente los problemas urgentes de un país. Pero no es suficiente tener tableros de ajedrez con torres y caballos de marfil. Es necesario nutrir al pueblo, enseñar y aprender las jugadas maestras contra los zamarros de todas las banderas. Las jugadas inteligentes de los estrategas nos enseñan a combatir con brillo en todas las batallas y actividades humanas. Los mejores son siempre buenos y aliados del progreso de sus pueblos. Los malos, corruptos, descompuestos, e inhumanos son siempre pulpejos para los gusanos. Los honestos, los limpios y honrados son el tesoro de un pueblo pues señalan con su vida y con su obra el camino al futuro, la ruta del progreso.

Estamos persuadidos que el mejor homenaje al Perú es leer. Levantar las piernas, marchar sobre fuego, imitar lo inimitable, es un ritual insignificante frente al saber, el leer, el cultivo de la música y las artes. Fomentando el orden y el respeto, virtudes cívicas elementales, motivando el cuidado de las áreas verdes, siquiera plantando árboles en los terrales inhóspitos como homenaje a la patria. El fervor cívico en el siglo XXI empieza por la dignidad y el decoro, la limpieza de nuestras acciones. El despliegue de la energía cívica en los buenos ejemplos del quehacer beneficioso, el cultivo de la ciencia, el deporte y la cultura en sus variadas expresiones. No de la revisión de los prontuarios de sinvergüenzas y ladrones. Definitivamente el civismo vigente tiene otro rostro. El entender que el ejercicio perentorio del poder es un servicio público que exige transparencia y respeto a los ciudadanos. Todo lo que contribuye a la mejora de los ciudadanos y a los futuros ciudadanos sustenta la dignidad y grandeza del Perú.

Advierte, Hannath Arendt, la primera lección de libertad pública de la revolución francesa fue el apetito por el debate, la instrucción, la mutua ilustración, la lectura y el enseñar a leer para alimentar las conciencias y el intercambio de opiniones todos estos esfuerzos interpretados como felicidad pública. No olvidemos que ayer nuestras fiestas patrias se celebraban y festejaban como una segunda pascua de navidad peruana. Mi abuelo José en el primer minuto del 28 entonaba el himno nacional con unción a boca de jarro antes de la cena familiar con lechón, pavo y tamales. Y por ello “patriotas el mate de chicha tomad/ y alegres brindemos por la libertad”. Alguna vez en sus versos perversos. Rufo Cárcamo escribía “… en los Estados Unidos la libertad es un monumento, en el Perú un Departamento”. Menos mal.

Diario El Regional de Piura

 

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