Por: Nelson Peñaherrera Castillo. El parque de la urbanización santa Isabel, en la ciudad de Piura, siempre ha sido uno de los espacios ejemplares en cuanto a gestión vecinal. si bien está enrejado, son los propios moradores quienes lo han convertido en un lugar entretenido y seguro para ellos mismos y para gente de otras partes de la ciudad que lleguen bajo el compromiso de mantenerlo limpio y no acosar a las ardillas y las iguanas que han convertido a los algarrobos en sus plácidos hogares.
En lo personal, este parque ha sido uno de mis SITIOS favoritos en la capital departamental, y, memorias aparte, no es el único ejemplo de gestión ambiental en toda esa área metropolitana. Ahí está el parque de Micaela Bastidas, en 26 de Octubre, o el proyecto de áreas verdes en Santa Julia, también en ese distrito. Aunque no con tanta contundencia, también están los de la urbanización Miraflores, en Castilla.
Para quienes vivimos en zonas urbanas, un parque es un respiro en todo el sentido de la palabra, y así se deberían conservar. Pero, cuando intereses nada claros se apoderan del espacio y buscan el beneficio de algunos en oposición al beneficio de todos, obvio que tenemos un conflicto.
Éso ha pasado en el parque de Santa Isabel donde empresarios extranjeros pretenden montar desde el 20 de diciembre un espectáculo de luces, y aparentemente pirotecnia, cuyas pruebas ya han dejado algunas ardillas con chamuscones y las iguanas aterradas, a decir de varios vecinos.
Averiguando, se dieron con la sorpresa que todo habría sido autorizado por la junta vecinal de coordinación, la famosa JUVECO. Pero, ¿cuál es el poder que tiene una instancia como ésta para cerrar un parque? La directiva ha dicho que los vecinos deberían estar agradecidos con la inversión porque van a reparar juegos y algunas partes de la cerca que se han debilitado. Pero, ¿y la fauna que está convirtiendo al parque en su ecosistema? Y más aún: ¿Una JUVECO tiene poder para disponer de un espacio público (el parque no es privado, es, técnicamente, propiedad municipal)?
Cuando algunos vecinos quisieron poner en autos a la Municipalidad Provincial de Piura, midiendo que, probablemente por fin de año y por fin de gestión, no hallaran a alguien que les atendiera, se encontraron con la sorpresa que había un ping-pong de padre y señor mío entre las oficinas de Medio Ambiente y Cultura por apoyar o desestimar, respectivamente, el uso del espacio. ¿Y el alcalde?
Eventualmente el Organismo Especializado de Fiscalización Ambiental del Ministerio del Ambiente hizo una constatación, pero aún no se sabe en qué va a terminar todo. La mayoría de los vecinos pide que -lástima por los empresarios-, el espectáculo se cancele; pero también les subyace una duda: ¿por qué el apuro justo a fin de año y justo cuando acaba la administración actual? Además: ¿Por qué la JUVECO no se pone del lado del vecindario? El tema todavía necesita que las autoridades fiscalizadoras -que no se van de vacaciones por fin de año- investiguen y determinen qué está pasando aquí.
Por cierto, el caso me recuerda al de una estación de radio que se tomó la plataforma de la urbanización Jardín, en Sullana, para decir que iba a celebrar el aniversario barrial... como medio año después. Claro que cuando la orquesta tocó, se descubrió la mentira: era el aniversario de la estación de radio. También la JUVECO salió a defender el uso del espacio, tratando de liberar de evidente responsabilidad a la Municipalidad Provincial de Sullana. Bueno. Sigamos.
El punto aquí es que, pareciera que un uso de las gestiones públicas a fin de año, y peor aún a fin de periodo, es tomar decisiones a espaldas de la gente de tal forma que, cuando ésta quiera reclamar, no encuentren ni el aire en las oficinas como para presentar papel alguno. De nada serviría porque no habría quién firme el cargo cuando menos. Entonces, ¿desde dónde despachan? ¿A puertas cerradas?
Quién sabe, con ésto de las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial o el avance de la ciencia en terrenos del ectoplasma, ya hemos conseguido que los fantasmas tengan DNI o colegiatura, ¿no?
Aunque ni tan fantasmas tampoco. Si no, miremos al concurso que justo a última hora han convocado en la Dirección Sub-Regional de Salud Luciano Castillo Colonna en Sullana, con la finalidad de dejar instaladitos y con su moñito de regalo pascual a más de doscientas personas con un contrato anual por administración de servicios. Claro que luego de la presión del nuevo gobernador, un congresista y el periodismo, todo quedó en tres meses, cuando mundo y medio opinaba que bastaba una adenda por uno o dos meses hasta enganchar con un nuevo concurso que podría hacer la administración entrante.
¿Por qué la desesperación? Rumores hablan de cobros de cuatro dígitos por asignar plazas, pero no hay nada confirmado. En todo caso, como el parque de Santa Isabel, las autoridades fiscalizadoras deberían intervenir esa oficina y determinar qué pasó. Recordemos que su historial no es nada ejemplar (las medicinas enterradas, lo de los medicamentos contra la uta que nadie le dio la gana enviar, o las muertes maternas), y que se convirtió en el hazmerreir de Sullana, al estilo Derbez, anunciando que el Hospital MINSA es algo parecido al paraíso terrenal para madres, niñas y niños, cuando usuarios se quejan del pésimo servicio, las malas instalaciones,,y un largo etcétera que llevó a alguien a comentar que falta mucho para el Día de Inocentes.
Quedan menos de dos semanas para que la nueva administración municipal y regional comience funciones y tengamos que convivir con ella por cuatro largos años. No es mucho pedir desde la ciudadanía que hagan el esfuerzo supremo de hacer las cosas de bien a excelente, pensando en la gente, porque finalmente son un poder público, no privado. Si van a entrar con esa actitud, la gente va a respaldarles. Si no, si va a ser más de lo mismo, donde la mediocridad campee, ni modo: estarán armando su propia bomba de tiempo.
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