ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. Aunque con un nombre que a mí me sigue produciendo serios cuestionamientos de orden científico, la Plataforma Ciudadana Inundación Nunca Más está alistando su primer evento público en la ciudad de Piura para el próximo 23 de agosto en el auditorio de la UNP, con la finalidad de conocer los puntos de vista técnicos relacionados con el programa gubernamental de Reconstrucción Con Cambios.
Primero, sobre el nombre del colectivo, la verdad es que no sé cómo van a hacerle para esquivar una realidad tan propia de Piura como que tenemos un relieve costeño de tan baja altitud y sin una maduración geológica suficiente, como la parte andina, que requiere un trabajo de planificación y control minuciosos para hacerle frente al mayor enemigo de todo peruano: nuestro nulo sentido de prevención y de orden.
No, la Naturaleza no es nuestra enemiga, si alguien lo pensó. Sigamos.
Segundo, es interesante que la composición social de Inundación Nunca Más ha logrado lo que difícilmente se hubiera conseguido bajo otras circunstancias: sentar en la misma mesa y hablando de igual a igual -espero- al damnificado del Bajo Piura, quien aún pasa trabajo para llegar a tiempo a las reuniones de los martes debido al mal estado de la carretera, como al damnificado (la damnificada mas bien) de Los Cocos del Chipe. Espero que el análisis sea equitativo.
Tercero, el rumor extendido, porque aún no hay siquiera una sospecha oficial, de que el próximo verano será lluvioso, quizás alimentado por ese psicosocial que circuló por redes hace unos meses sobre un aparente calentamiento del mar debido a la erupción masiva de volcanes submarinos, y que tras un paciente rastreo la periodista Claudia Cisneros descubrió que se trataba de la febril imaginación de un ex funcionario del gobierno de los noventa quien también había creado otros rumores hábilmente empujados políticamente para despejar el regreso mesiánico de Alberto Fujimori.
Personalmente, y a juzgar por las sensaciones térmicas frías muy acentuadas que estamos sintiendo en la costa piurana (menores que las del año pasado), no creo que este verano llueva más de lo usual, esto es, por casualidad en enero, casi nada en febrero, dos semanas en marzo, y luego hasta el otro verano. Por supuesto no soy meteorólogo, así que mi pronóstico carece de validez científica, aunque se basa en el efecto de compensación tan propio de los eventos El Niño.
En todo caso, esperemos a fin de mes, cuando se supone que la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos diga algo. Y si no dice nada, es un indicador, ¿no?
Sin embargo, tampoco creo que tenemos que esperar brazo sobre brazo a ver si viene o no el agua, sino trabajar fuerte y en la medida de las posibilidades para preparar nuestro entorno con la finalidad de reaccionar positiva y oportunamente, sin pánico, ante cualquiera de los escenarios de El Niño: demasiada lluvia, demasiada sequía.
Si ésa es la visión de Inundación Nunca Más, creo que habrá conseguido su primer éxito. De hecho, y como me lo ha conversado su promotor y presidente, el biólogo Fidel Torres (a quien agradezco sus palabras de reconocimiento aunque la verdad soy yo quien le estoy profundamente agradecido por su inmejorable actitud pedagógica), lo que se pretende es echar mano de la vigilancia ciudadana para estar a la expectativa de dos frentes: el uso adecuado de los recursos técnicos y económicos para el proceso de reconstrucción, y un sistema de alerta temprana sobre las variaciones climatológicas que favorezcan prevenir. Sí, bendito verbo que no debemos desterrar de nuestro vocabulario.
El proceso de vigilancia ciudadana, que no es otra cosa que nuestra capacidad de fiscalizar la gestión pública, no está mayormente regulado en el Perú a nivel de instrumentos, lo que hace complicado homologar sus resultados, pero tampoco es ilegal. En efecto, por ahora solo lo que sí está sobre el papel son las consultas ciudadanas convocadas desde el gobierno y la revocatoria de autoridades.
El resto anda en una nebulosa donde la única parte sólida es la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública y su reglamento, pero más no hay. Hubo un cabildeo en el Congreso, hace doce años, para diversificar legalmente las herramientas de control que no prosperó.
Para que vean que eso de tener lobbyfobia es más hipócrita que opinar en contra de las coimas, digo, para quienes viven en esa otra nebulosa llamada doble moral. Concluyamos.
Lo que espero de Inundnación Nunca Más es que siente un referente ciudadano basado en una información técnico-científica de fácil comprensión (ya hemos hablado con Torres para irla difundiendo según se genere) que permita tomar decisiones oportunas tanto a nivel político como doméstico. Y hasta personal, creo yo.
Por lo mismo, espero que su foro sea un éxito, que vaya mucha gente, que los medios se interesen, y que en vez de proponer otra huelga (que la verdad ya aburren), plantee una hoja de ruta para que todo el mundo no conjure contra el agua (ni Mandrake puede, se los aseguro), pero sí no estar en su camino la próxima vez que decida pasar revista a los dominios que no visita hace algunos años, algunas décadas, o algunos siglos.
A decir verdad, así como el agua busca su cauce natural, ese colectivo también tendrá que irlo hallando para fluir seguro y constante a dar vida, no a borrarla de raíz.
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