ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. Hay un grupo de jóvenes en Querecotillo que está comenzando una cruzada interesante: lograr que su comunidad vaya redescubriendo su conciencia ambiental. Para quienes conocemos el lugar, durante mucho tiempo el segundo en importancia dentro de la provincia después de Sullana-Bellavista, como que llama poderosamente la atención porque cualquiera pensaría que, por el hecho de estar rodeados de campos de cultivo, ese problema ya estaría resuelto.
Sin embargo, la disposición de los residuos sólidos y el cuidado de las áreas verdes, sin ningún orden en particular, parecen ser parte del paquete de problemas ambientales que se han detectado en esa comunidad, y es allí donde estos chicos y estas chicas desean marcar una diferencia.
No descarto que haya otras agrupaciones de jóvenes en su distrito con el mismo ideal, y en todo caso ya les tocará a ellos ver su entorno y probar sinergias o mejor trabajar aparte, pero lo que aún tienen que afinar es, en el amplísimo abanico de los problemas y la conciencia sobre el medio ambiente, por dónde comenzar para ir resolviendo un problema a la vez y de manera sostenible.
De hecho, tienen varias buenas ideas en cartera, todas tan importantes, pero la pregunta del millón es cuál o cuáles realmente atacan el problema o los problemas que Querecotillo tiene acerca de su medio ambiente. ¡Santos problemas, Batman!
Me invitaron a una de sus reuniones el viernes, y tras escuchar lo que parece ser su (amplísima) cartera de actividades, les puse un ejemplo tonto pero que bien viene al caso.
Imaginen que su mejor amigo o amiga -vamos a tomar al amigo para el ejemplo- tiene ganas de salir a comer y ustedes están en condiciones de invitarlo; pero hay un pequeño detalle, y es que su amigo está volando en colesterol malo por lo que el médico le ha recomendado que sea muy escrupuloso con su dieta.
Ahora imaginen que nunca le preguntaron ese detalle a su amigo, y lo llevan a comer un jugoso pollo frito con una generosa guarnición de papas fritas y todas sus cremas. El amigo, por cortesía (y mucha falta de confianza) acepta y come el plato completo. Entonces, sin previo aviso, a su amigo le viene una taquicardia que lo lleva directo a emergencias del hospital. Y ya sabemos qué pasa cuando llegas a un hospital, especialmente si es hospital público.
¿Error suyo? ¿error de su amigo? Error de ambos: ustedes por no preguntar qué puede comer su amigo, y de éste por no tener la actitud suficiente para explicar su problema y ver opciones, incluso no comer nada, o quizás ir a casa y preparar una rica ensalada de frutas.
Esta operación tan simple de conocimiento y verificación no es otra cosa que el diagnóstico, y ese es el primer pie cojo de toda organización o persona que se lanza con entusiasmo a querer cambiar al mundo sin saber si el mundo realmente quiere cambiar, o dónde realmente el mundo necesita cambiar.
Del mismo modo que un médico consciente no supone qué te aqueja sino que te ausculta o te manda a hacer estudios para tener una idea más clara del problema, tampoco podemos intervenir en resolver los problemas de la comunidad si es que primero no investigamos, conocemos, procesamos y detectamos patrones.
Es cierto que podemos ir con una o varias hipótesis de trabajo, pero será el diagnóstico el que determinará cuán acertada o desacertada es nuestra hipótesis; incluso, si la mejor forma de resolver el problema es no haciendo nada. ¡en serio! Solo hay que abrir bien la mente y el criterio.
Claro que aunque los diagnósticos esencialmente tienen los mismos pasos, difieren en los modos de aplicación según la realidad geográfica, social, económica de cada localidad. Pero de que deben ser los pasos iniciales antes de querer derrotar al dragón, definitivamente tienen que hacerse. A lo mejor no era dragón sino un inocente jañape. O a lo mejor era un ejército de dragones. en fin, eso lo dirá tu diagnóstico.
Espero que la muchachada de Querecotillo aplique su diagnóstico para que puedan afinar mejor su intervención (ahí les dimos varias pautas), y que realmente lleguen a ese ideal de una población ambientalmente concienciada.
Querecotillo sí se lo merece, considerando que es una de las localidades más hermosas y acogedoras del valle del Chira, sin contar una historia que se remonta hasta mucho mucho antes de que llegaran los españoles; entonces, veremos cuán metódicos y exitosos pueden llegar a ser.
Y como siempre digo, en estos casos, ni mucho apasionamiento ni mucha inacción: trabajo sostenido con alegría, inclusión, solidaridad, proyección, y, sobre todo, enfoque de justicia y bien común.
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