ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. Como muchas personas, me he quedado atónito al ver el video que compartió la familia Flores Peña, de Santa Teresita, aquí en Sullana, al descubrir que cuando el servicio de agua potable regresó tras casi una semana de ausencia, aparte del líquido, apareció una lombriz. El incidente, lógico, merece una investigación a todo nivel y sanciones a quienes resulten responsables.
Ese servicio ya venía registrando fallas desde el viernes 16 de marzo pasado, cuando supuestamente se anunció que se cortaría por cuatro días debido a la falta de insumos de purificación. Digo supuestamente porque EPS Grau suele enviar correos electrónicos a la prensa notificando sus cortes, y esta vez no había ninguno. Y si en épocas -digamos- normales, dudas del "me dijeron", en épocas de emergencias dudas el triple o el cuádruple, y no publicas hasta que no verifiques.
También circularon en redes sociales una foto donde supuestamente la empresa favorecía al alcalde sullanero Carlos Távara a cisternadas, pero no se ha podido verificar su autenticidad de forma independiente, lo que significa que no se puede dar por totalmente cierto ni totalmente falso.
Por otro lado, llamó mi atención que, mientras en Piura la empresa explicaba detalladamente los motivos del corte del servicio tras el aguacero del martes y miércoles últimos, para el caso de Sullana, no respondió ni a las consultas enviadas a su fanpage.
El silencio en época de emergencia desespera porque se abre al abanico de la especulación de todo calibre, lo que sumado a una histeria colectiva, hace que un simple incidente se magnifique a dimensiones colosales. Moraleja: en época de crisis, debes comunicar más y mejor.
Pero, ¿cómo puedes comunicar si por un lado hay medios que ignoran el concepto de 'servicio público' y por el otro tu sistema de comunicaciones colapsa (ya saben, el verbo de moda)?
Recuerdo que tras el Niño de 1998, la representante de defensoría del Pueblo en La Libertad, Yolanda Falcón, nos instruyó que en época de crisis, los medios deben abrir la antena sin restricciones a los proveedores de servicios básicos como la luz o el agua, ya que por un lado se trata de la seguridad de toda la gente, y por el otro debido a que el estado es dueño de la frecuencia (el medio es apenas un concesionario), y tu poder de amplificar mensajes correctos aminora la incertidumbre y el rumor. Entonces yo trabajaba en Chepén, que en febrero de ese año había sido abatido por un huayco desde el cerro en cuyas faldas se extiende.
Traspolándolo al caso de Sullana, si EPS Grau tenía que dar explicaciones de la escasez, no tenía que amarrarse a sus contratos de publicidad para anunciar lo que tenía que anunciar; solo tenía que anunciarlo. Allá el medio que lo difundiera o no; la audiencia, por último, te premia con la preferencia o te castiga con el rechazo. Y la audiencia pedía información a gritos. Inventar cuentos no es, ni será, una opción.
Por cierto, malaza la actitud de muchas estaciones de radio que ante el alerta del miércoles sobre una creciente del río en el Bajo Chira no tuvieron mejor idea que seguir pasando cumbia de cantina y reggaetón de fumadero mientras las autoridades trataban de convencer a la gente para que evacúe sus casas y propiedades. Como resultado, dos infelices en mototaxi trataron de sembrar la zozobra en el barrio Leticia anunciando una catástrofe para Sullana cuando el aviso oficial se focalizaba en los distritos de Paita que se apiñan en la desembocadura del río. Pésimo. Sigamos.
sobre el sistema de comunicaciones, la verdad es que decepcionó mucho. Recuerdo que tras el terremoto de Pisco, en 2007, las operadoras de telefonía prometieron (por el señor de Luren y la Beatita de Humay... OK, exagero) que mejorarían la disponibilidad dentro de sus bandas, luego que Lima y toda la zona afectada por el movimiento estuviera casi tres horas sin poderse comunicar. Solo se han implementado dos líneas-atajo para dejar un mensaje de voz en caso haber sobrevivido a un desastre; pero, ¿y la comunicación en tiempo real?
Ocurrieron más sismos desde entonces y el escenario se repitió.
Con las lluvias en Piura, la cosa no cambió mucho: todas las operadoras, todas absolutamente todas, se cayeron. De hecho, el departamento entero estuvo incomunicado cerca de doce horas la segunda semana de este mes, y por turnos encima; es decir, cuando se restablecía una operadora, la otra fallaba, y así sucesivamente. Se cayeron y se callaron.
Antes de El Niño de 2016, yo publiqué aquí una columna en la que pronosticaba la paralización de todo Piura debido a la caída del servicio telefónico fijo y móvil en caso de lluvias intensas. Mis detractores me tildaron de apocalíptico. Pasó. ¿qué tienen que decir ahora?
Menos mal que la electricidad no falló, amén de los rayos que interfirieron con el fluído, debido a que nuestro país está interconectado; entonces, si se cae alguna central acá, otra que está del otro lado del territorio nacional actúa como respaldo, o se activan sub-plantas alternas. Mas bien ahí, las cosas anduvieron bien dentro de lo inclemente de la lluvia.
Y si hubo corte, fue para evitar que la tormenta eléctrica quemara artefactos masivamente o que hubiera electrocuciones a granel debido a la inundación.
Aterrizando esta columna, ¿qué se debe hacer con el servicio de agua potable y alcantarillado, y los de telefonía para que no dejen de funcionar en caso de emergencia? No digo que a su totalidad, quizás con restricciones lógicas, pero que no dejen a la gente sedienta y desconectada. Es hora de pedir cuentas y mejorar nuestra actitud ciudadana como vigilantes sociales para demandar transparencia de operaciones y oportunidad de la información en todas las plataformas disponibles, si no, la próxima vez que llueva o tiemble, volveremos a lo mismo, o peor. ¿Alguien lo duda ahora?
(Opina al autor. síguelo en Twitter como @nelsonsullana)
Ya no estamos en 1983, ni 1998. Ya debimos haber creado modelos que superen aquellas épocas. Tal parece que no. Entonces, las autoridades competentes tienen que intervenir de urgencia. Y si les cierran las puertas, simple, sancionar ejemplarmente como corresponde.