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Lun, Dic

Monseñor Eguren inicia año jubilar extraordinario de la Misericordia

Piura
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ERP. Con la apertura de la Puerta Santa para nuestra Arquidiócesis, hemos iniciado este Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia; expresó monseñor José Antonio Eguren, durante la Santa Misa y ceremonia de Inauguración del Jubileo de la Misericordia en la Basílica Catedral de la ciudad de Piura. 

"El Adviento y la cercanía de la Navidad, son tiempos favorables para contemplar la Divina Misericordia, que es Dios-Amor: Al Padre que nos manifiesta su perdón dándonos a su único Hijo por medio de Santa María; al Señor Jesús que nos abre su amoroso Corazón en el portal de Belén y lo abrirá aún más radicalmente en la Cruz; y al Espíritu Santo que nos renueva y recrea con su amor, haciéndonos capaces de ser artesanos de reconciliación y fraternidad en la Iglesia y en el mundo. Que en este tercer domingo de Adviento, domingo de «Gaudete» o de regocijo en el Señor, la alegría de descubrirnos amados por la Trinidad-Misericordia, llene siempre nuestras vidas de esperanza" indicó monseñor Eguren.

"¿Por qué un Jubileo de la misericordia? Porque en primer lugar el mundo la necesita con urgencia. El mundo de hoy marcado por tanta crueldad, atrocidades, violencia, egoísmo, injusticias, juicios y condenas, necesita de la misericordia y de la compasión. Necesita comprender que la crueldad y la venganza no son el camino. Precisa descubrir a Dios como Padre misericordioso, y experimentar más que nunca lo que el Papa Francisco ha llamado: «El toque dulce del perdón de Dios, su presencia al lado de nosotros, su cercanía, sobre todo en los momentos de mayor necesidad». Y es verdad, la misericordia, que es la cara más auténtica del amor divino, todo lo sana y transforma" agregó.

"Los aliento a que a lo largo del Año Jubilar Extraordinario, ganemos frecuentemente el don de la Indulgencia plenaria peregrinando a cualquiera de las catorce iglesia jubilares designadas en Piura y Tumbes, nos acerquemos confiados al sacramento de la confesión, que los sacerdotes-confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre, que todos practiquemos con continuidad e insistencia las obras de misericordia tanto corporales como espirituales: Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos; dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia a las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos. Como nos dice el Papa, las obras de misericordia serán un medio maravilloso para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina" manifestó.

 

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