ERP. La delincuencia y con consecuente muerte se ha extendido en la región Piura; cada día las informaciones son alarmantes por la muerte en un asalto callejero, por la acción de sicarios que acaban con la vida de alguien y por problemas de fidelidad o infidelidad, por desavenencias entre amigos que llega a la violencia y otros hechos que han puesto la mirada de todo el país, en esta región.
La muerte del alcalde del distrito de Paimas, sorprende por su calidad política, pero no es la primera en una zona donde la ley del más fuerte se ha enseñoreado. Defensoría del Pueblo en su momento, planteó medidas urgentes y de emergencia en el distrito de Suyo y Las Lomas; sin embargo, su planteamiento no fue tomado en consideración y diría tampoco en serio por parte de las autoridades regionales y de la propia población.
Nos hemos acostumbrado a la violencia y a la muerte, y solo nos sorprendemos cuando se afecta a alguien conocido o de nuestra propia familia o entorno más cercano. Aún en esa condición la voz se ahoga y no existen medios que acojan la justa preocupación e indignación de los familiares de la víctima.
Para la Policía Nacional, una víctima solo es una estadística más y para las autoridades igual. El Poder Judicial que tiene a cargo procesos de esta naturaleza, no ha encontrado las formas para reinsertar a estos sujetos y las cárceles son lugares de perfeccionamiento y porque no decirlo, de descanso de los victimarios. Al salir, su camino es seguir delinquiendo y creando muertes a su paso delincuencial.
Se puede enfrentar radicalmente a la delincuencia asesina, y el Estado ha demostrado que si puede hacerlo. Varias bandas criminales han sido capturadas y entre ellos a elementos de la Policía Nacional los cuales se encuentran pagando el precio de su delito; sin embargo, cuando se trata de fiscales o jueces comprometidos no pasa nada.
Este tipo de violencia, se contrasta con otra estructural y que se manifiesta desde la pérdida de valores de las familias, de uso díscolo de las personas que están en las instituciones como Policía Nacional, Ministerio Público, Poder Judicial, Municipalidades, y otras; baja calidad de la educación pública y también privada.
Los piuranos, tanto como antes lo hicieron los sullaneros se han levantado para decir basta y pedir coto a tanto acto de violencia que viene ensangrentando a las familias piuranas. La población puede hacer mucho y esta es una manera de pedir mayor responsabilidad a quienes tienen a su cargo la coacción, a las autoridades para crear normas y un sistema de respeto de los derechos humanos, de convivencia pacífica y paz, que el Estado debe garantizar.
La población puede contribuir a crear ese clima de paz que se requiere, puede estar más activa y participativa; sin duda, que todo lo que se haga ahora por el bien de la seguridad ciudadana, será pertinente; corresponde a quienes por competencia son responsables de la seguridad ciudadana ser más eficientes y más eficaces en su trabajo y no rehuir a las acciones concretas para devolver la tranquilidad y la paz a las familias piuranas y peruanas en general.
Sabemos perfectamente, que existen estrategias de solución en diversos escenarios y planteados por diferentes especialistas, ahora solo corresponde actuar. Impidamos que muertes de esta naturaleza sigan enlutando a las familias de nuestra región.