ERP. Las encuestas de intención de voto, son la fotografía del momento, indican los especialistas. Para las elecciones generales del 2016, los estudios realizados muestran una tendencia, más ninguna de las candidaturas presidenciales, tendrían más del 50% de los votos válidamente emitidos, que son los que se requieren para ganar en primera vuelta.
La dispersión de aspirantes, es una característica para el próximo proceso electoral. Todos creen tener las preferencias de los electores y en esa creencia, se rehúsan a realizar las alianzas necesarias para dar más consistencia a una propuesta. Esto implicaría, dejar de lado las aspiraciones de unos en favor de otros; hacerlo, es un acto de racionalidad o de conveniencia estratégica.
En la última encuesta publicada el 12 de diciembre; CPI reitera que Keiko Fujimori, obtendría el primer lugar en caso que las elecciones fueran mañana, una pregunta básica de toda encuesta. Su porcentaje, si bien es cierto, tiene un margen considerable, no supera el 50% que se requiere para ganar en primera vuelta.
Respecto a la candidata de Fuerza Popular, se viene comentando mucho; uno de los primeros aspectos es alejarse de la heredad política de su padre. Implicaría para materializar esta estrategia, dejar de lado líderes históricos vinculados al ex presidente y renovar las propuestas de liderazgos.
La decisión, no habría sido del todo favorable para Keiko Fujimori, por cuanto, el primero en reaccionar con mordaces críticas, ha sido Carlos Raffo, antiguo asesor de campaña de Alberto Fujimori. Raffo, incluso ha dicho que Keiko no pasará ni siquiera a la segunda vuelta electoral. Es un calificativo duro, de parte de los propios ex correligionarios.
De mantenerse estas discrepancias, Keiko podría ser afectada por las huestes internas del fujimorismo, y en una campaña más crispada, sería la más perjudicada y pueda que la idea de Carlos Raffo se haga realidad y la alta resistencia al fujimorismo, le pueda afectar. Sin duda, es un campo minado para Keiko, en sus ansias de deshacerse de los antiguos fujimoristas.
Otro hecho que perjudicaría a Keiko, está relacionado con las ambiciones de políticos que nacen en una etapa electoral, muestran sus ambiciones, se lograr ubicar en una lista, y de ganar, serían los primeros en abandonar un partido, si las cosas no salen bien. Buscar siempre al primero, es la esperanza de muchos tránsfugas que buscan ser elegidos generalmente como congresistas.
El segundo lugar de las intenciones de voto, corresponde según la última encuesta a Pedro Pablo Kuczinski, quien con una campaña sobria y técnica, difunde un mensaje de potencial buen gobierno. PPK, ha sido ministro en varios gobiernos y tiene una amplia experiencia de gobierno que le pueden servir en caso de ganar; no ha realizado alianza con alguna organización; sin embargo, si ha convocado a profesionales y líderes políticos destacados.
Sin duda, que serán los otros lugares, los que animarán esta contienda electoral. Quizá el más entusiasta de este grupo sea César Acuña Peralta, quien logró desplazar a candidatos como Alan García Pérez, Alejandro Toledo y otros más pequeños, para ubicarse en el tercer lugar. Su intención es desplazar al segundo puesto y llegar en una segunda buena votación, para disputar la presidencia en una segunda vuelta electoral.
Acuña Peralta, quien desde la Universidad César Vallejo y su partido Alianza para el Progreso realiza campaña electoral, cree que solo le falta ser presidente de la República, por cuanto ha ganado todo. Anteriormente, ha sido alcalde y Gobernador Regional.
Tiene una cultura elemental, sus conocimientos sobre el Estado peruano no son profundos y si se trata de leer, no sabe hacerlo a la perfección. Lo demostró en CADE 2015; sin embargo, todo hace indicar que sus precariedades no tienen mayor importancia para un buen grupo de peruanos.
Tras ellos, se ubican Alan García Pérez, ex presidente de la República y que aspira gobernar por tercera vez. Sus posibilidades de ganar son muy limitadas y pese a tener la capacidad de crear polémica con sus declaraciones; se encuentra afectado con liberalidad de sentenciados por narcotráfico y una percepción ciudadana de corrupción. Lo mismo sucede con Alejandro Toledo Manrique, quien no logra en esta oportunidad, comunicarse con la gente.
Los demás aspirantes, y aunque el proceso no se encuentra culminado para saber cuántos son; aparentemente no tienen más opción que sus propias aspiraciones.
Hasta el momento, no existe una evidencia que pueda existir un outsider que pueda modificar estas tendencias; muchos se encuentran a la espera; otros solo les queda idear mejores estrategias.
Finalmente, a tanta dispersión de candidatos, lo único que cabe, es tener en un futuro próximo partidos políticos de verdad y no solo etiquetas son ese nombre.