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Mar, Abr

Quiénes realmente tienen nuestras vidas en sus manos (y nos deben una explicación)

Nelson Peñaherrera
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ERP. Una sociedad que quiera lucir orgullosamente el adjetivo de democrática debe tener como una de sus tantas normas de convivencia que la vida de cualquiera de sus miembros vale exactamente lo mismo; por lo tanto, partiendo de este solo hecho, cualquier intento de atentar contra ella a cambio de un beneficio personal o grupal es condenable, ergo, debe recibir una condena o castigo (en tanto es imputable). Sé que hay excepciones a la regla, pero partamos de lo general por ahora.

Por Nelson Peñaherrera Castillo

Por lo mismo una de las normas de convivencia no necesariamente escrita, lo que no significa que nos hagamos de la vista gorda, es que, por lo menos en esta comunidad urbana llamada área metropolitana de Sullana, nadie puede atentar contra la vida de nadie a cambio de generar un beneficio individual o grupal que nada tiene que ver con el bienestar común. ¿Por qué? Por lo mismo que todas las vidas valen exactamente lo mismo, al margen de sus circunstancias.

Entonces, el hecho que una persona agarre un arma de fuego para arrebatarle a otra el esfuerzo de su trabajo, su vida, o incluso solo para presumir que posee un arma de fuego sin más propósito que engordar la vanidad no son conductas permitidas; por lo tanto, son susceptibles de penas bajo el marco legal existente, muy explícito al respecto encima.

Lo que trato de decir es que la administración de justicia para combatir delitos contra la vida, el cuerpo y la salud en Sullana ya no tiene que inventar ninguna pólvora porque su fórmula ya está contenida y publicada en el Código Penal. Entonces, lo que cada quien debe hacer también aparece allí; no lo haces, entonces tu conducta se imputa. No hay mucho razonamiento que darle al asunto.

Ahora bien, estos correctivos ya considerados en la ley, y cuya administración compete a determinados estamentos que se ha denominado operadores de justicia –a saber, Policía Nacional, Ministerio Público y Poder Judicial, en ese orden progresivo—se enmarcan dentro de una esfera que llamaremos punitiva, es decir, aquélla en la que si te portas mal, castigo va a caerte; si te portas bien, nada te va a pasar.

El asunto es que esta esfera se activa luego que la inconducta se ha cometido. ¿es posible anticiparse a que se cometa? Sí, es posible. Se trata de una esfera que llamaremos preventiva, y en la que básicamente se trata de educar a todo el mundo sobre cuáles son esas reglas de convivencia para nuestra sociedad que se califica como democrática, de tal forma que todo el mundo esté sobreaviso y no ponga cara de “yo no sabía” si quebranta ese pacto social, insisto, ya escrito incluso.

La esfera preventiva no corresponde exclusivamente a los operadores de justicia ni es facultad expresa de las autoridades, digo, por si alguien quiere agarrar la ruta fácil de “para eso tenemos alcalde” o “para eso tenemos Serenazgo” o “para eso tenemos Policía”. En realidad, la esfera preventiva nos incluye a todos y todas al margen de si tenemos un cargo o no.

Más claro, por si a alguien le cabe alguna duda aún, la esfera preventiva se trabaja desde el hogar. Que “yo no tengo hogar”, igual, en tu círculo de amistades o donde desarrolles tu vida. Así de simple. Entonces, tú dirás “¿las autoridades como el alcalde, el Serenazgo o la Policía no tienen responsabilidades expresas en esta esfera?” ¡Claro que sí!

A niveles distritales, provinciales y regionales existen los llamados comités de seguridad ciudadana. Por sus siglas, en el primer nivel se activan los Codisec, en el segundo van los Coprosec y en el tercero los Coresec. Allí se reúnen las autoridades según sea la jurisdicción, para dos funciones básicas iniciales: primera, analizar cuál es la situación de la seguridad ciudadana en esa jurisdicción; segunda, diseñar planes y estrategias para prevenir, controlar y combatir los ilícitos que atenten contra esa seguridad ciudadana.

Por lo tanto, en el caso de la provincia de Sullana, la primera pregunta que debemos hacernos y por el que nuestras autoridades nos deben una respuesta es qué diagnóstico tiene el Coprosec sobre el estado de la delincuencia en nuestra jurisdicción; a continuación, si la cosa no pinta bien, cuál es la hoja de ruta que vamos a tomar y en la que debemos involucrarnos para que precisamente ese principio de respeto a la vida (porque toda vida vale lo mismo) se proteja y conserve.

Las noticias nos hablan de varios atentados con arma de fuego cometidos contra esas vidas. ¿Qué sabemos en detalle sobre cada caso? ¿Son hechos aislados? ¿Hay un patrón en común? La delincuencia suele ser muy predecible, especialmente cuando los atentados que perpetra tienden a fulminar la vida de otras personas. Es lo que en investigación criminal se llama patrones delictivos: ¿los hay en el más de medio ciento de personas asesinadas en el área metropolitana de Sullana? ¿Qué dicen los datos del Coprosec?

Si existe ese diagnóstico, y es posible hallar un patrón delictivo, entonces se podría inferir que tenemos una conducta serial, no de seria sino de serie, de secuencia, de orden planificado, lo que nos llevaría a identificar posibles objetivos futuros: personas, lugares, momentos. Si el análisis del Coprosec ha llegado a esos niveles de diagnóstico, entonces es posible pronosticar futuros atentados, e incluso sobre los patrones, hasta es posible tender celadas que permitan dar no solo con quienes los ejecutan sino descubrir a quienes los planifican. ¿Tenemos esa información al menos en blanco y negro?

Incluso si el diagnóstico habla de “hechos aislados” también es posible hallar patrones. Cualquier psicólogo o psicóloga sabe que una acción humana es inspirada por una motivación; por lo tanto, si puedes identificarla, puedes informar a tu ciudadanía qué escenarios debe evitar para que sea la próxima víctima, y qué hacer si acaso llega a serlo.

¿El Coprosec nos ha informado y educado hasta decir basta al respecto? Porque si su trabajo se reduce a decirnos “bueno, mataron a otro”, y luego “bueno, asaltaron a otro”, ¿qué tipo de beneficio representa para nuestra comunidad más allá de hacerle comparsa precisamente a esos quienes representan un peligro para nosotros y nosotras, o sea los delincuentes?

Dicho todo esto, si los análisis se reducen a decirnos lo que ya sabemos, en realidad no nos ayudan de mucho. Más bien, lo que nos revelan es que la capacidad analítica de nuestras autoridades o es nula o es ociosa. Si es nula, estamos en riesgo; si es ociosa, estamos en doble riesgo porque en el fondo le dan carta blanca a la delincuencia para que campee sin control, una especie de patente de corso.

Y si en base a un análisis nulo u ocioso, la solución al problema que la autoridad ofrece es un escenario extremo, y con ribetes quimoterapéuticos, la verdad es que tampoco atacan el problema de fondo porque nunca lo diagnosticaron de verdad; solo le están poniendo nitroglicerina a ver si por ahí baja la fiebre. Así no se gobierna. Así no se toman decisiones. Así no se pretende aspirar a un cargo mayor al de la propia jurisdicción.

Ojalá sepamos esta semana qué análisis detallado, meticuloso, pormenorizado hizo el Coprosec de Sullana sobre la delincuencia en el territorio provincial, y qué soluciones plantea al respecto, porque si es la de “nada somos y cada quien corra por su vida”, me perdonan, el problema casi que no es la delincuencia: es el Coprosec. A ver, pues. Sorpréndannos. No espero mucho, pero ya saben que la esperanza es lo último que se pierde… si antes no te la asaltan a mano armada.

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Diario El Regional de Piura
 

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