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Vie, Abr

Salir para morir

Nelson Peñaherrera
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ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. Recuerdo que cuando ocurrió el asalto a la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, el pasado enero en París (Francia), reflexionaba aquí mismo sobre una amenaza contra la libertad de expresión en cualquier lugar del mundo, al margen de que estemos de acuerdo o no con su línea editorial. Lo ocurrido el viernes 13 ya es una amenaza general, mucho más palpable.

Si bien es cierto, y hasta donde sabemos, no hay advertencias concretas del estado Islámico en el Perú, sí tenemos amenazas internas que se nos importaron –literalmente- de contrabando y que configuran nuestras nuevas formas de terror: en concreto, el sicariato y las extorsiones.

Hace menos de un mes, dos personas fueron asesinadas a tiros dentro de una cantina en Las Lomas. Aunque entiendo que el presunto asesino ya fue capturado, no podemos revertir esos decesos que eran el objetivo del atentado, al margen de qué lo hubiera causado.

Y poniendo esto en perspectiva con lo que sucedió en París, me pongo a pensar en el siguiente escenario: un centro nocturno o un grupo de ellos que se niegan a pagar un cupo, que piden ayuda policial, pero que, a las finales, son objeto de un atentado un fin de semana, cuando hay mayor concurrencia.

Teniendo en cuenta que muchos establecimientos terminan metiendo más gente de lo que les autoriza Defensa Civil, entre la onda de choque, el posible fuego, la estampida y algún tarado miembro de seguridad sin reflejos, tranquilamente superaríamos las más de 150 muertes que se cuentan en la capital francesa al cierre de esta columna.

Mi suposición no es exagerada considerando los artefactos explosivos que se han encontrado en varios locales de concurrencia masiva, incluyendo colegios, a lo largo del país. Solo hace unos meses se halló uno de estos paquetes en el Cinestar de Sullana, en plena avenida Champagnat, que ha heredado el punto juerguero que todavía subsiste en la avenida José de Lama, en Santa Rosa.

En caso el paquete hubiera estallado, ¿no estaríamos en el mismo predicamento que está experimentando París durante las últimas 48 o más horas?

Con adolescentes y jóvenes estupidizados por el alcohol (y quizás drogas), siento escalofríos de pensar en las consecuencias si algún delincuente de billetera insatisfecha decide concretar su ira. Y, ojo, se vienen las fiestas de fin de año, cuando recibimos una alta carga de turismo en las playas y las ciudades del interior.

Quisiera decir que confiemos en las operaciones de Inteligencia, pero la tienda de la esquina maneja mejor información clave que ciertos especialistas pagados con dinero de los contribuyentes. Así que solo queda tomar muchas precauciones, estar alertas y rezar para que una noche de diversión no se convierta en una larga jornada de consternación.

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana)

 

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