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Vie, Abr

Cómo evitar que en Piura cualquiera convierta un día cualquiera en otro 28 de diciembre cualquiera

Nelson Peñaherrera
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ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. El miércoles pasado, alguien, dudo que con un saludable sentido del humor, no tuvo mejor idea que pasar varios mensajes de texto haciéndose pasar por funcionario de las municipalidades de Piura, Paita o Sullana, para "alertar" que un sismo estaba "programado" para ocurrir ese día (algo que no ocurrió, obvio), y quienes lo recibieron, lejos de cuestionar a fondo la noticia, la creyeron con más rapidez que dogma de la Santisisíssima Trinidad, redifundiendo el psicosocial.

¡Bravo! ¡Bravísimo! Ignorancia 1. Sentido Común 2. Ése fue el marcador final de tal día. Detalle: Incluso hubo quienes ordenaron desalojar instalaciones públicas en previsión del sismo "programado".

La anécdota revela que, además de no estar preparados para ninguna emergencia, no tenemos ni la más remota idea, ni siquiera una vaga suposición, de cómo funcionan ciertos fenómenos naturales recurrentes en nuestro entorno. Lo peor de todo es que, en lugar de cuestionar a la fuente oficial, aceptamos el mito como certeza, y que se nos venga encima Nibiru que el mundo se acabó el 23 de setiembre. ¿Y por qué michi seguimos vivos? ¿Acaso entramos masivamente a una dimensión paralela solo aceptada en la teoría del multiverso?

Veamos por qué deberíamos vernos al espejo y agarrarnos a cocacho limpio por inocentes.

Número 1: Los sismos no se "programan", y si éso fuera cierto, la tecnología existente en el universo que vivimos solo nos permite tener un acierto de predicción al 75% pero 50 segundos antes, y ésto es, porque si el epicentro fuera acasito nomás (léase el departamento), no nos da tiempo ni de decir ¡Jesús! que la tierra comienza a temblar.

Número 1.1: Cuando los especialistas dicen que un terremoto va a ocurrir en cual o tal parte, no están avisándonos de un "sismo programado"; simplemente están viendo su estadística, y bajo la premisa de que si-ya-tembló-antes-temblará-otra-vez, ponen todo en su tablita de Excel y listo: la probabilidad más alta de un nuevo sismo la tiene el lugar donde a cada rato ocurre uno. No hay que hacer mucha ciencia al respecto tampoco, y hasta un estudiante de kinder llegaría a la misma conclusión. Sigamos.

Número 2: Solo nos enteramos de un sismo cuando ya pasó, o sea, finito, tiempo pasado, ya fue, past tense, y a través del Instituto Geofísico del Perú (IGP), y ésto es, si hay un sismógrafo disponible cerca del epicentro y si el operador de turno no se ha quedado jato para lanzarlo en su sitio web y las redes (anti)sociales. La información ya publicada queda lista para que el Instituto Nacional de Defensa Civil, las entidades públicas, los medios de comunicación y cualquier hijo de vecino la redifundan; pero, verifica que la fuente sea el IGP, si no, es apócrifa cuando menos y falsa la mayoría de veces.

Número 3: El único evento natural asociado a un sismo que puede predecirse con detalle de hora, minuto y segundo son los tsunamis o maretazos, pero si y solo si el sismo ha sido de una magnitud igual o superior a 7,0 en la escala de Richter, y la entidad encargada de lanzar el alerta oficial es la Dirección de Hidrografía de la Marina de Guerra del Perú. Detalle: los tsunamis solo suceden en las playas de mar y en ninguna otra parte; así que si alguien inventó el maretazo de río, laguna o piscina, ríete en su cara pelada.

Número 4: El otro evento natural que puede pronosticarse aunque sin una precisión al segundo son las lluvias, las tormentas eléctricas y los vientos, y la entidad oficial es el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi). Algunos medios estamos suscritos a servicios de pronóstico del tiempo que compartimos en nuestras publicaciones, que, al margen de su precisión, siempre son extraoficiales. Vale la pena recordar que no se ha probado una relación científica entre sismos y eventos climáticos.

Número 5: Aunque a los alcaldes se les olvida, son los jefes de los sistemas provinciales y distritales de Defensa Civil, y junto con la oficina pertinente dentro de su entidad, son los portavoces oficiales que aparecen solo cuando ha surgido una emergencia, la que, dependiendo del tamaño, ameritará la constitución de un Centro Operativo de Emergencia. Por lo general, las autoridades usarán todos los medios masivos a su alcance para comunicarse con su población, y no un mensaje de texto a un fulano o un whatsapp porque son más personales que colectivos.

Número 6: en lugar de estar siguiendo a cuanto adefesio se lanza a decir cualquier tontería por redes sociales, deberías seguir a estas entidades para tener información oficial y memorizar la premisa de que "si ellas no lo dicen, no existe". Así de simple. Así de concreto.

Número 7: Si recibes esos mensajes de texto, hazles pantallazo (asegúrate que aparezca el número de celular o el nombre de la cuenta) y notifica de inmediato a la Policía Nacional del Perú (y ustedes, amigos policías, no esperen a que Perú vaya al mundial para actuar) o al Ministerio Público para que tome las medidas del caso. Sin asco. Solo hazlo.

Número 7.1: Pásate uno de esos pantallazos a la cuenta de El Regional de Piura en Facebook o a @elregionalpiura en Twitter para verificarlo y poner en alerta a la audiencia ante un posible timo.

Si a pesar de estos consejitos, los que se recomiendan leer cada hora hasta memorizarlos tipo diez mandamientos o la última versión de Despacito, sigues creyendo que los Cariñositos o Mi Pequeño Pony son las autoridades oficiales para notificar cualquier tipo de desastre, disculpa, pero el desastre eres tú.

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @NelsonSullana)

 

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