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Vie, Abr

5 de abril de 1992: fecha de ingrata recordación para la democracia peruana

Andrés Vera Córdova
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ERP/A.Vera. Hoy se recuerda el infausto día del autogolpe de Alberto Fujimori. Siguiendo la ruta de líderes que no tienen práctica ni actitud democrática, el ex presidente dejó sin efecto la Constitución que prometió defender; disolvió el Congreso y desde ese momento, la institucionalidad inició un proceso de quebrantamiento y deterioro que se palpó años después. No existe ni justificación ni argumento válido, para admitir como un hecho bueno lo realizado el 05 de abril de 1992.

Perú se encontraba en un momento de aguda crisis. Alan García Pérez, había destruido la economía peruana y como país éramos "inelegibles" para la comunidad internacional. En ese contexto, accedió al poder un "chinito", que fue visto como el paradigma de honradez, tecnología y trabajo. Los peruanos tuvieron que elegir entre Mario Vargas Llosa y Alberto Fujimori; uno, pro mercado, el otro no shock.

En el poder, Alberto Fujimori dio algunos pasos para construir un consenso nacional y su primer gabinete fue aceptado por la población. Igualmente, aún con todo el impacto negativo, el shock para equilibrar la economía tuvo repercusiones para una mejor práctica económica y tras dos años, los avances fueron significativos para superar los aciagos momentos que sembró el APRA. Aparentemente, todo iba bien y la población no cuestionaba el giro de las políticas fujimoristas y los líos eran solo en el Congreso.

No había necesidad de ningún autogolpe, y la consolidación democrática se perdió por la torpe decisión de Fujimori. A partir de 1992, se entronizó el individualismo y poco a poco, la dictadura asumió el rostro real, copando todos los niveles e incluso eliminando todo brote de protesta o de diferencias políticas. Las matanzas de Barrios Altos o los crímenes de la Cantuta, son una muestra real e innegable de lo turbio de la época.

En la actualidad, Alberto Fujimori se encuentra preso y es un anciano que se aferra a sus equivocaciones. En un mensaje que se difunde por los medios de comunicación, trata de justificar lo que hizo mal. Expresa que quebrar la institucionalidad democrática era para tomar medidas excepcionales y con ilógico argumento afirma que buscaba la preservación del Estado de Derecho y la Democracia en el Perú.

Una dictadura es una dictadura. Las cosas son como son y no como quisieran que se parezcan. El golpe de Estado que para Hernando de Soto fue "una estupidez" fue eso un golpe de Estado. Ese golpe de Estado, fue superado con la Constitución de 1993 y posterior elección presidencial en 1995. Se agravó con la famosa "interpretación auténtica" que buscó mantenerlo como presidente por tercera vez.

El desenlace es bastante conocido. El poder otorgado a las fuerzas armadas, el poder oculto de Vladimiro Montesinos, los actos de corrupción en todas las instancias, la fuga de Fujimori, la captura en Chile, el juicio en su contra, la condena por autor mediático de hechos delictivos, y el empecinamiento de declararse enfermo para ser liberado.

El Estado de Derecho, retornó con Valentín Paniagua, Alejandro Toledo fue elegido, Alan García gobernó después y actualmente Ollanta Humala lo hace democráticamente. Los debates sobre cómo debe ser el Estado peruano, no están en discusión y se admite que la democracia es el sistema prevaleciente; sin embargo, existen distorsiones que mantienen un status quo indebido e inconveniente y las respuestas no llegan. Contra todo, es mucho mejor que una dictadura.

Fujimori, se declara inocente y cree que la carcelería que sufre es demasiado y cree que no se le entiende el rol histórico. "En la cárcel permanece quien reconstruyó al Perú económicamente, quien lo pacificó, quien logró el Acuerdo de Paz con Ecuador y trabajó incansablemente en todo el territorio nacional", dice su mensaje. Evidentemente, los valores democráticos de Fujimori, son diferentes a los que la práctica aconseja.

Se pudo realizar los cambios que preconiza sin dictadura?. Evidentemente que sí. Colombia es un ejemplo de lo que se puede hacer sin romper la institucionalidad. Es un país con múltiples problemas; sin embargo, su democracia se ha mantenido incólume y sólida, desarrollando todas las estrategias necesarias dentro del Estado de Derecho.

Los tiempos han cambiado y nuevos retos sociales, económicos y políticos se presentan para el futuro. El Perú sigue siendo un país ampliamente informal, su economía sigue siendo primaria y en lo político no existen partidos que den mayor fortaleza a la democracia. Transformar esa realidad, son los retos de las nuevas generaciones, que deben siempre conocer el pasado, para no repetir los errores que sembraron los fujimoristas, en una época de nuestra historia.

Diario El Regional de Piura
 

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