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El legado de Ignacio Merino, a Piura y a Lima

Miguel Arturo Seminario Ojeda
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ERP/Miguel Arturo Seminario Ojeda. Entre la colección Ignacio Merino de la Pinacoteca del mismo nombre, la Municipalidad Metropolitana de Lima, destaca la colección del pintor piurano cuyo bicentenario de nacimiento se aproxima. Está comprendida por treinta y seis lienzos, que fueron cedidas por voluntad del artista antes de su deceso en París en 1876.

Con sobradas razones, para Félix Eliseo Flores Chafloque, Ignacio Merino es EL CABALLERO DEL PINCEL, así lo destaco en una conferencia que ofreció en el Club Grau hace unos años.

Nunca imaginó Ignacio Merino, que de San Miguel de Piura terminaría en el cementerio Pere Lachaise de Paris, lugar donde estuvieron también, por 73 años, los restos de Carlos Augusto Salaverry; en su epitafio, un nombre extenso reposa sobre su placa: José Ignacio María Pedro Nolasco Merino. El París de la segunda mitad del siglo XIX fue testigo de su formación y creación plástica.

Su taller ubicado en la rue La Clichy Nº 1 fue el testigo de sus creaciones, y de sus evocaciones sobre Piura, Ignacio Merino nuca se olvidó de su tierra natal, porque las huellas de esos primeros años de la luz de la vida, se quedan marcados para siempre en cualquier ser humano que ama a su tierra, y sobre todo si tiene el alma cargada de sensibilidad, como la tuvo Merino.

Se asegura, de acuerdo a sus críticos, que Merino fue “testigo del enfrentamiento con la energía indomable de las vanguardias. “Dejaría atrás las tradiciones artísticas coloniales, para afiliarse a los repertorios formales y temáticos propuestos por las grandes academias de Europa”, como lo escribe el curador Luis Eduardo Wuffarden, conocedor de la obra del pintor piurano que será evocado de manera mayúscula en su bicentenario el 2017 próximo.

Merino murió el 17 de marzo de 1876 en París, tenía 59 años de edad el deceso se produjo como consecuencia de una afección pulmonar. Sus restos fueron depositados en el cementerio Pére Lachaise, que resultaba, el más antiguo y prestigioso de la Capital francesa.

Merino testó el 16 de febrero ante el cónsul del Perú en su domicilio del Boulevard Clinchy N°1, aproximadamente, un mes antes de su fallecimiento, expresó haber nacido en San Miguel de Piura y declaró ser soltero, sin hijos, sin ascendientes ni descendientes. Asimismo, nombró como albacea a su amigo Juan Sescau, un comerciante que cumplió totalmente la voluntad del pintor, tal como se expresa en el mencionado documento.

Por ese texto, sabemos que legó al pueblo de San Miguel de Piura, cuna de su nacimiento, todo lo que poseía para obras públicas, y al mismo tiempo revocó todo documento dado con anterioridad sobre el destino de sus bienes. Pidió también la confección de una máscara de plata que dijera “Merino a Sescau”.

En el testamento se destinó dinero para la construcción de una pileta, pero esto no se cumplió en Piura, ignoramos las causas, considerándose esto, como una deuda de los piuranos al pintor. En la cláusula cuarta, de manera clara legaba sus cuadros a la ciudad de Lima, sin lugar a dudas, teniendo en cuenta que la ciudad recibía la afluencia de comerciantes y viajeros de todo tipo, que iban a poder ver las obras en conjunto, difícilmente las hubiese donado a Piura, considerando las condiciones de la época, que habrían reducido a un número mínimo de observadores, de tan majestuoso trabajo, que le había significado reconocimientos en vida.

Con respecto al legado de Merino, dijimos líneas arriba, que el albacea del pintor, don Juan Sescau, cumplió su voluntad a cabalidad, para lo cual, tras el entierro, solicitó al cónsul peruano en París, don V. Marco de Pont, hacer un inventario de los bienes de Merino, lo que se llevó a cabo el 24 de agosto del mismo año.

Sus bienes en efectivo eran, de acuerdo a la información publicada por Reynaldo Moya Espinoza:

- Saldo en cuenta acreedora en la Casa J. Sescau y Cía. 105 585,35 fr

- Saldo en cuenta acreedora en Casa de V. Marcó del Pont 5 035,95 fr

- Saldo en cuenta Casa Calderón de Lima (en soles) 6 903,10 sl

- Bonos en dólares 13 000,00 $

- Bonos en libras esterlinas 2 420,00 L

El 27 de marzo se había tomado inventario de los cuadros existentes en su taller y que fueron legados a la ciudad de Lima. Eran 55 los que aparecen en el registro, si se considera que del 31 al 34, los interpretan como diversos cuadros, sin embargo, la colección que celosamente, y con los cuidados que lo requieren, se conserva en la Pinacoteca Ignacio Merino, son 36, entre los que se cuentan Venganza del Señor Cornaro, La Resurrección de Lázaro, Un hombre anciano, Escena americana, Frailes atravesando un vado, entre otros.

Posteriormente, las pinturas fueron traídas desde París, lugar de formación del artista, en donde también se hallaba su taller.También donó un cartapacio con acuarelas y dibujos, representando tipos y vistas del Perú.

En Piura, con el legado de Merino se construyó la verja que circundaba la estatua de La Libertad en la plaza de armas, y se construyó un puente de madera sobre el río Piura, solucionándose una necesidad apremiante, que sin embargo duró poco, pues fue destruido por la correntada que se experimentó, como consecuencia de las diluviales lluvias de 1891. A la entonces Iglesia Matriz, hoy Catedral se le dotó de una pila de mármol para bautizos, y algunos muebles, y se supone que parte del dinero se utilizó para el monumento del pintor.

Sus pinturas de San Martín de Porres y de la Virgen María, están en la Catedral de Piura. De modo que los piuranos apreciamos en nuestra Basílica Catedral, estas obras pictóricas, que representan al Santo Moreno en uno de sus milagros, y a la Madre de Dios. Sin embargo, la fortuna de Merino fue cuantiosa y se asegura, que es posible que otras obras más se hayan ejecutado con los fondos del legado, obras que alguna vez serán reveladas por los estudiosos de la historia de Piura.

Merino es uno de los símbolos de la Piuranidad, por eso está en la memoria colectiva de los piuranos sin distingo de condición social, política, económica o religiosa, creo que son muy pocos los que no conocen su trayectoria, y los que no lo valoran.

Pero pese a todo ese recuerdo colectivo, sus restos siguen en París. Merino nunca se olvidó de Piura, sino, hagamos una reflexión sobre su legado, tanto para Piura como para el Perú. Como dijimos al comienzo, tomando la expresión de Félix Eliseo Flores Chafloque, Ignacio Merino es el CABALLERO DEL PINCEL, es un piurano trascendente más allá del espacio regional y nacional, es una figura internacional de la pintura, que no solo merece un monumento de palabras, sino obras concretas que trasciendan a los homenajes de rigor que se harán por su bicentenario.

Piura es la tierra de Montero y de Cossio del Pomar, por citar a algunos de los pintores notables de la tierra de Grau, con ellos, otras figuras de gran talento, y contemporáneos con nosotros, le siguen dando a Piura, gran renombre hasta la actualidad.

Miguel Arturo Seminario Ojeda/Presidente Honorario de la Asociación Cultural Tallán.

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