ERP. El verano del 2025, ha traído consigo la recurrencia de lluvias, cuya información meteorológica e hidrológica, es proporcionada por el ente oficial SENAMHI; en regular medida los pronósticos se cumplen y de la sequía extrema, se ha pasado a recuperar el stock de agua que requiere la costa piurana y tumbesina en general. En este panorama, se estuvo especulando sobre un Fenómeno el Niño y sobre ello haremos algunos comentarios.
Por: Andrés Vera Córdova
Sobre el particular, el director de la Zonal I del Senamhi, Ing. Jorge Luis Carranza ha declarado "(...) continúa enfriándose la zona 1+2, esto se refleja en la información que se comparte (...) y con ello queda más que sentada la posición del SENAMHI que no existe por ahora las condiciones para Niño, Niño Costero o Yaku, desde un inicio dijimos que es prematuro hablar de ello por que ya sabíamos que esto iba a pasar. Nuevamente se invoca a la tranquilidad a la población ante rumores que no tienen sustento técnico".
Hice prácticas en el Senamhi en Piura con el Ing. Víctor Tueros Matute; en el último trimestre de cada año después del Niño 82-83 los periodistas se acercaban a él, para saber si había la posibilidad de un niño o no, él con la sobriedad del que sabe respondía "faltan datos para pronosticar" y explicaba sobre la temperatura del mar, los vientos alisios y otros conceptos que inciden en la localización de estos eventos.
Y traigo a colación esta expresión, para llamar a la serenidad de aquellos, que leen información, sacan conclusiones apresuradas y lanzan pronósticos que hasta el momento es imposible se cumplan a cabalidad. Incluso en los años 1997-98, que fui parte del equipo de prevención en la provincia de Sullana, reíamos después por el nivel de imprecisión en el dato, de un conocido “hombre del tiempo”.
Desde que tenemos uso de razón, conocemos que a partir de diciembre e incluso mayo, en la serranía piurana llueve, antes de ello, la población muy precavida acopiaba sus alimentos en señal de previsión; obviamente mucho ha cambiado y en algunos lugares altamente lluviosos de repente, estos eventos se alejaron por años. Si hoy llueve en la franja de Lancones, Ayabaca, Huancabamba, Huarmaca, Morropón, no debería extrañar.
En el año 1972 se presentaron lluvias en la costa de Piura, el río Piura creció, se llevó el malecón “Eguiguren” y causó otros estragos; sin embargo, todo este nivel de destrucción fue superado catastróficamente durante el popular “Niño del 82-83” del cual hemos dado opinión en este medio. La ciudad de Piura, Sullana, Talara, Chulucanas, Catacaos, Tambogrande, y otras fueron seriamente afectadas y después vino la fanfarria de la reconstrucción.
Llamo fanfarria, porque conforme lo detallé en otro informe, según las conclusiones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, cada vez que se presenta un desastre, las autoridades de los países afectados, tienden a crear una nueva autoridad para que se encargue de la reconstrucción y es fácil colegir, después del 2017, Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, luego Autoridad Nacional de Infraestructura e incluso ahora se habla de un ministerio.
Después de 1982-83, sucedió algo similar, las lluvias y las crecientes, repitieron el daño, en los mismos lugares del evento anterior, incluso en 1997-98, Piura ciudad, no solo perdió vidas en el Puente Bolognesi, sino que adicionalmente dos puentes y un tercero se debatía entre mantenerse o caerse. Después, los estudiosos han acomodado los datos, para justificar el desastre del 2017.
En el 2017, la destrucción fue mayor a eventos anteriores; el agua del río Piura copó gran parte de la ciudad, extendiendo las aguas de su cauce a las partes ribereñas. Muchas familias vivieron su dolor, un gobernador ignaro en estos temas, gestionaba la región y en ese contexto, el gobierno creó una Autoridad para la Reconstrucción que incluso dijeron era con “Cambios”. Ni ello ni nada, pero sí mucha fanfarria.
Hoy el Senamhi tiene muchas más herramientas para el pronóstico y aunque entiendo que faltan muchas más estaciones meteorológicas e incluso hidrológicas, los datos son creíbles. Sin embargo, no está demás decir, que no hemos cambiado en la forma de gestionar el territorio entre la Piura del 82-83 y la Piura del 2017, que fue la peor catástrofe por la inundación.
Casos típicos en la región Piura por precipitaciones:
- Sequía en la costa por escasas lluvias en las nacientes de los ríos. En los últimos meses del 2024, una tremenda sequía afectó a la costa piurana, sobre todo en aquellas que dependen de la represa de Poechos. Una mala gestión del reservorio, por la falta de lluvias creó problemas sociales y económicos. Todo el stock de agua perdido, se ha recuperado con las últimas lluvias.
- Lluvias intensas en la sierra y limitados eventos en la costa. En ciertos años, como el presente, las lluvias son intensas en la serranía de Piura y tras los eventos, se activan los ríos y quebradas; cuando son intensas, el peligro se extiende a las zonas bajas, poniendo en riesgo las ciudades ribereñas como Tambogrande, Piura, Castilla, Catacaos, Cura Mori, El Tallán y otros.
- Lluvias intensas en la sierra y abundantes en la costa. También se han presentado lluvias intensas en la sierra e igualmente en las zonas bajas, los impactos son de doble peligro, por ejemplo, se pueden desbordar los ríos y quebradas y las hondonadas de la ciudad se llenan de agua, formando extensas lagunas-
- Lluvias abundantes en la costa y limitadas en la sierra También se presentaron casos como el “Niño costero” con abundantes lluvias en la franja costera de la región Piura y otras, con los mismos impactos conocidos, es decir, activación de quebradas urbanas, lagunas consecuencia de hondonadas y se acrecienta por la falta de un adecuado sistema de drenaje.
Actualmente, en este 2025, las lluvias son intensas en la sierra y los impactos en la costa, se evidencian con la creciente de los ríos y quebradas. Por el momento, no existen daños significativos, pero no se descarta que los pueda haber. Los problemas a resolver desde hace años, no se resuelven, por ejemplo, la ocupación del sueldo en zonas vulnerables, ubicación de viviendas al margen de ríos y zona marítima y sobre todo, incapacidad pública para invertir en drenajes pluviales.
Conclusión
Lo que llama la atención es el nivel de desidia, indiferencia, falta de decisión política, conformismo y parsimonia de autoridades y de la misma población para no realizar acciones preventivas que sirvan. Los daños por este tipo de eventos, son casi los mismos y se repiten, porque, por ejemplo, no se tiene la capacidad para ejecutar obras de prevención adecuadas; tampoco, las municipalidades y gobierno regional tienen planes de ejecución anual para este tipo de casos.
La población sin obras de drenaje, sigue en el mismo sitio, imperceptible sin lluvias, grandes lagunas con lluvias, los desagües afloran, los olores nauseabundos se diseminan, pero tras ello, la población retorna a la habitualidad, en tanto, los funcionarios del sector público, sobre todo los que manejan recursos, gastan y vuelven a gastar, en situaciones temporales y prácticamente inservibles.