Por: Edmundo Quino Suárez. Año 1979, un grupo de jóvenes llenos de ilusiones, expectativas y muchos sueños, egresábamos de las aulas salaverrynas, nuestra alma mater que nos cobijó, nos preparó y permitió gracias a nuestros maestros creer en nosotros (autoestima) y saber que estábamos en la capacidad de salir adelante, hacer realidad nuestros sueños (propósito y visión), en su gran mayoría lo conseguimos, crecimos con la convicción de ser hombres de bien.