Perú: Los nuevos gobiernos democráticos y las expectativas nacionales

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ERP. Perú es uno de los países con alta convulsión social y tiene en su historia muchos golpes de Estado y presidentes de facto generados producto de su inestabilidad. El último fue el del ex presidente Constitucional Alberto Fujimori Fujimori. Llegada la crisis de ingobernabilidad, el Congreso de la República supo salir del conflicto político con la mejor decisión de consensos que se conoce y se eligió a Valentín Paniagua.

La historia de presidentes se inicia con el protectorado de José de San Martín en 1821; sin embargo, la amplia inestabilidad de la joven república, se fue modificando con revueltas y decisiones del Congreso. Parte de esa historia son José Bernardo de Tagle y Portocarrero, Marqués de Torre Tagle, Francisco Xavier de Luna Pizarro, José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete y una sucesión de militares o curas, quienes se irrogaban la representatividad para dirigir el país.

Luego entre Constitución vigente y otra nueva, los militares y de vez en cuando los curas, imponían vía Congreso un nuevo presidente. Don Ramón Castilla, es el de más alta recordación por su caudillismo reconocido y por sus medidas sociales para acabar con los tributos a los indios y con la esclavitud, herencia de la colonia, no solo fue un presidente de facto sino igualmente fue elegido de acuerdo a la formas constitucionales. En esta época los piuranos tenemos un presidente muy efímero y se trata del huancabambino José Miguel Medina quien se encargó del Ejecutivo mientras el Presidente Echenique comandaba la Armada.

El primer presidente civil del siglo de la independencia tuvo una vida política muy efímera y que acabó con su asesinato. Manuel Pardo y Lavalle, llegó al mando como líder del Partido Civilista el cual tuvo importante función durante mitad del siglo XIX y principios del Siglo XX. Como se resolvían los diferendos en su momento, el primer presidente civilista del Perú fue asesinado en 1878 cuando ejercía la presidencia del Senado.

Después vino la guerra con Chile y el conflicto bélico no solo fue de derramamiento de sangre de muchos peruanos, sino de ambiciones de poder. En estos aciagos días, se recuerda primero al montonero, después al remedo de militar y posteriormente el ejercicio del Poder de don Nicolás de Piérola.

El siglo XX se inició con una tenue calma democrática y se sucedieron vía las elecciones previstas por la Constitución, varios presidentes. Hubo algunos ensayos por descentralizar el país, pero fracasaron al mismo compás de la inestabilidad o de las ansias de concentración de poder de los mismos mandatarios. Estaba latente en estos años, la necesidad de revalor al indio y de llegar con desarrollo al Perú profundo. 

A través de la historia, cada presidente enarbolaba unas ansias de mejora y de renovación. La población mostraba su entusiasmo primero y su decepción después. No se conoce situación diferente, excepto la de Nicolás de Piérola, quien en su segundo gobierno, fue despedido con honores como un reconocimiento a sus éxitos de gobierno; después, todo ha sido esperanza y lamento después.

Augusto B. Leguía, fue el presidente que se le parece mucho a Alberto Fujimori por sus actos políticos. El desarrollo nacional fue impulsado gracias a los empréstitos de Estados Unidos. Varias obras civiles en la serranía y sobre todo en las zonas marginales, tienen una placa recordatoria en su homenaje. Pero Leguía quedó encarcelado y sus principales obras destruidas y de él, solo queda que fue el presidente del "oncenio".

José Luis Bustamante y Rivero, fue elegido tras unas ansias de renovación y de estabilidad del país. Llegó con el apoyo incluso del APRA de importante participación en esta etapa de la vida política del Perú; sin embargo, su gobierno cayó como producto de los conflictos generados por los militares y por los temores internacionales contra el comunismo.

Manuel A. Odría Amoretti, fundó su partido llamado Restaurador y de su gobierno constitucional se recuerda el voto para las mujeres; le sucedió Manuel Prado Ugarteche y tras las nuevas elecciones se frustró el triunfo de Víctor Raúl Haya de La Torre a quien consideraban un peligro por las multitudes que convocaba y por la línea política que enarbolaba. Fue la primera y última vez para convertirse en gobernante, antes se lo habían impedido. 

En nuevas elecciones es elegido don Fernando Belaúnde Terry, quien recientemente recibió reconocimiento de Pedro Pablo Kuczynski por ser su mentor y a quien sirvió como ministro en dos oportunidades. Sin embargo, una cosa es la historia y la pérdida de memoria y otra la realidad. Belaúnde en su primer gobierno ofreció realizar grandes cambios sociales y terminó incumpliendo todo. El latifundismo, aún vigente en nuestro país a la fecha, era un problema que laceraba y creaba desigualdades entre peruanos.

Don Fernando Belaúnde Terry, quedó derrocado por el penúltimo gobierno de facto de la historia. Juan Velasco Alvarado, un militar piurano, lideró el golpe de Estado y realizó las transformaciones que ofreció su antecesor. La reforma agraria dio muerte al latifundismo y se pretendió impulsar un estado socialista sin lograrlo. Quizá el único presidente que cumplió con una de las aspiraciones sociales del momento, fue este presidente de facto cuyos cambios aún se mantienen, aún con la crítica por los "abusos" cometidos.

Lo que implicó grandes cambios en lo social, no lo fueron en lo económico. El gobierno de Juan Velasco Alvarado terminó envuelto en una gran crisis económica y se pretendió corregir con un relevó institucional. Francisco Morales Bermudez Cerrutti, lo reemplazó y fue quien inició el camino a la institucionalidad y a la democracia.

Se había aprobado una nueva constitución, desfasada para los tiempos que se vivían e inspirada en el pasado. En el marco de la constitución de 1979 se eligió Alan García Pérez, el más joven de los mandatarios que ha tenido el país; lo que pudo ser un gobierno de grandes realizaciones y reivindicaciones terminó destruido por los errores del propio mandatario y por la crisis económica más grande que ha empobrecido al país.

Esperanzas muchas y lamentaciones multiplicadas fue el resultado de este experimento. Frente a este fracaso de gobierno, el país se dividió en dos, quienes defendían el sistema liberal que de alguna manera existía y prevalecía y quienes querían realizar un gobierno socialista o quizá socialdemócrata. Frente a estas propuestas nació un híbrido sin ideología y sin proyecto, se trataba de Alberto Fujimori.

Tanto como García Pérez, el “chinito” como la gente lo llamaba fue un motivo de esperanza popular y de expectativas de mejoras sociales y económicas. Copió a la perfección el programa de su competidor Mario Vargas Llosa e inició el camino de la estabilidad económica y de la lucha contra el terrorismo, lo que logró. Lo que pudo ser un éxito de gobierno lo destruyó con decisiones institucionales, impropias para los tiempos actuales.

Sus errores no solo fueron una decepción para gran parte de los peruanos, sino igualmente, le costó la libertad al ex presidente Alberto Fujimori, cuyo gobierno derivó en actos de corrupción y delitos que lo tienen en la cárcel y de no mediar decisión humanitaria a su favor, incluso podría morir en ella.

Si de esperanzas y sueños se trata, las mismas expectativas tuvieron los peruanos con Alejandro Toledo, quien devolvió en algo el ingreso remunerativo a los maestros y mantuvo el crecimiento económico iniciado desde 1990; le sucedió Alan García Pérez quien no tuvo otra opción que mantener el statu quo político y económico.

Ollanta Humala Tasso es en decepción y frustración lo mismo que García Pérez en su primer gobierno. De una cultura elemental y sin ideas propias, se dejó llevar por el facilismo y viró hacia otra posición política y social que le costó todo el desgaste que se le conoce. Aunque mirado en positivo, los programas sociales pueden ser considerados como uno de sus mejores logros; sin embargo, los programas sociales eternos solo son una dádiva indebida para los peruanos que requieren condiciones propias para superarse.

Nuevamente, muchos peruanos expresan sus esperanzas de mejora para el próximo lustro y cifran sus expectativas en Pedro Pablo Kuczynski, un economista muy inclinado a los grupos de poder. En las condiciones como accede, es improbable que tenga un éxito pleno, el Ejecutivo será manejado por él, pero el legislativo tiene una mayoría diferente y que espera acumular para el próximo lustro.

Todo hace indicar que el actual mandatario, cederá hacia el fujimorismo para que lo deje gobernar. Realizará una que otra acción de acuerdo a su experticia y mantendrá en la medida de lo posible los programas sociales; dice que buscará dialogar con las comunidades y se cree para persuadirlos de la importancia de los proyectos mineros, cuando sabemos que no es cuestión de persuasión sino de estructura. En esta concepción, si cree que será mejor que Ollanta se equivoca.

De todas maneras, el Perú se encuentra en un cauce democrático y por este camino, existe la posibilidad de la expresión social y de la opinión sin limitaciones; de la protesta garantizada y de la movilización cuando haya necesidad de ella.

Es este el Perú milenario que perdió importancia en el contexto mundial por equivocaciones políticas y por una inestabilidad impropia de su historia. Sus potencialidades son enormes y de su aprovechamiento total depende la realización de todos los peruanos. Más como lamento nos queda decir, que fuimos ricos en caucho, en salitre e incluso que fuimos el centro político del colonialismo, pero todo ello solo es pasado y etiqueta. 

Al menos, si en el próximo lustro se trabaja por la educación, el futuro de los peruanos será mucho mejor.