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Jue, Abr

El maestro peruano y su importante rol en el desarrollo nacional

Editorial
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ERP. La importancia del maestro es reconocida por todos, y compensada casi poco. De él depende el conocimiento y la información de las nuevas generaciones y sin duda, son los aliados más importantes de un padre y una madre, en la difícil misión de formar para la vida a sus hijos. Han celebrado con merecimiento su Día y la oportunidad ha sido propicia para rescatar en ellos sus aportes al desarrollo nacional.

Son una parte de lo que se denominada comunidad educativa y más allá de un empleo, su labor es un apostolado. Pensando en los maestros de educación básica regular, los vemos desplazarse hacia los lugares de más fácil acceso y otros, no les importa ir hacia los lugares más difíciles para formar a las nuevas generaciones.

Durante los últimos años, se han propulsado cambios en el sector educación y la carrera magisterial tiene nuevas reglas. Se exige de ellos, que tengan una formación profesional y que se encuentren acreditados y de alguna manera, se ha corregido las distorsiones que han devaluado la calidad de la educación.

Tan pronto se decidió como obligatoria la educación primaria, el Estado realizó esfuerzos presupuestales para extender el servicio educativo hacia los lugares más alejados. Obviamente, en ese objetivo era imposible contar con recursos capacitados y formados para ejercer la docencia; sin embargo, no impidió que muchos hombres y también mujeres, se incorporen a la carrera magisterial.

Lo cierto que la política distorsionó el rol del maestro; el ingreso indebido en la época del primer gobierno del APRA afectó la calidad de la educación y el ministerio de Educación se convirtió en una fábrica de empleo. Muchos de los apristas convertidos en maestros de la noche a la mañana, hicieron poco esfuerzo para capacitarse y las expectativas de los padres de familia se vieron afectadas.

Entre necesidad de contar una educación de calidad y considerarse una agencia de empleo; los gobiernos fueron fracasando en mejorar las capacidades y competencias de los peruanos. Desde 1980 e incluso hasta el 2011 no existía una seriedad en mejorar la estructura del sistema educativo.

En todo este panorama, el SUTEP se convirtió en un sindicato altamente politizado y poco propositivo. En lugar de abonar hacia la recuperación del prestigio educativo, se ubicó en el lado solo de la protesta. Opositor contumaz a todo intento de mejorar la educación, el SUTEP fue perdiéndose en un mundo de contradicciones y laberintos.

Durante el último lustro, se ha ingresado a una nueva etapa y existen políticas más sostenibles y todo hace suponer que no habrá caminos a desandar. El maestro, para estar en aula debe haber sido formado como pedagogo y además, la aprobación de la Ley de Reforma de la Carrera Pública Magisterial ha permitido que quienes ingresen tengan los méritos suficientes para ser parte de la docencia.

Además de ello, su labor es mejor remunerada y la forma de hacer carrera en el magisterio es mucho más previsible, simple y donde el sistema destaca el mérito como principal valor. En el camino de implementación hubo algunos problemas, pero todos ellos superados.

Al celebrar el Día del Maestro, no está demás celebrar con ellos mismos el honor de tan noble misión y al mismo tiempo, esperar que los cambios sigan dándose en bien de las nuevas generaciones. Por ahora, podemos hablar de la mejora de la calidad educativa de la EBR; y en algo se ha pretendido regular la educación universitaria, aunque a nuestro entender sin resultados.

El maestro, siempre será el maestro y el personaje de más grata recordación en nuestra memoria. Además siempre será el apóstol necesario para que la educación peruana logre los estándares de calidad y cobertura que se necesita.

Fotografía referencial

 

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