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Jue, Abr

“Los Cototos” de Paita y lucha contra organizaciones criminales

Editorial
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ERP. No es la primera vez que una gran noticia sorprende a la opinión pública de la región. Antes sucedió con la “Cruz de Piura” y ahora con la organización criminal “Los Cototos”. Esto demuestra que es posible desbaratar y sobre todo poner en prisión a los componentes de una banda, que impone a sangre y fuego el miedo, para defender ventajas y dominio sobre un determinado territorio.

La ejecución de obras millonarias en todo el país, conllevó al nacimiento de este tipo de organizaciones. Se unen bajo un cabecilla y determina su imperio del terror, asesinan sin piedad a sus contendores y chantajean y extorsionan a todo aquel que puede garantizarles recursos bajo la justificación que no les pasará nada y así avanzan asesinando o hiriendo a quien no se somete a sus presiones.

Las víctimas de esta insania, son los extorsionados o chantajeados. Se hizo común entre pro veedores del Estado ceder a la presión, antes de arriesgar su vida. La acción policial nunca fue eficiente y una denuncia o resistencia al chantaje o la extorsión, llevó a cruentos atentados y de esta manera se fue institucionalizando la violencia como método para conseguir que una obra llegue a su fin.

Resistencia y chantaje, se oponen. Los constructores son obligados a pagar un porcentaje del costo de la obra y además, contratar a varios trabajadores de construcción civil. De esa manera, los de la banda criminal se amenguan y reconvierten sus métodos y además, evitan que otros grupos pretendan imperar.

Por otro lado, la lucha por este poder criminal se da entre bandas. El camino sinuoso y delincuencial de unos, se replica en otros, quienes usan los mismos métodos para ganar con mucha facilidad, el dinero que fluye del gobierno nacional, gobiernos regionales y locales. Se impone la ley de los más fuertes y generalmente el más fuerte es el que mata más.

Pese a todo ello, las confrontaciones llegan a la misma obra enfrentados por bandos distintos. Unos contra otros y siempre la Policía Nacional en medio para evitar que se reproduzcan. A veces la acción policial tiene éxito y otras se replica. Lo vimos en la millonaria obra del colegio Salaverry, donde la violencia no estuvo exenta y causó perjuicios a la población misma que vive cercana al lugar; sin embargo, igual puede suceder en cualquiera lugar donde se realice una obra de gran magnitud.

Luchar contra organizaciones criminales de esta naturaleza, no es fácil, pero tampoco difícil y el éxito de la última acción así lo expresa. La Fiscalía Especializada contra la Criminalidad Organizada de Piura, ha demostrado con “Los Cototos” que es posible sumar inteligencia y acción para dar golpes que disuadan a quienes quieren seguir el camino de la extorsión y la violencia en contra de la paz y concordia social que se requiere.

De igual manera vía inteligencia y acción se puede identificar y detener a elementos de la Policía Nacional y otras personas que se coluden con las bandas. Ello implica tener la certeza que alguien prefirió el camino fácil y dejó su responsabilidad institucional para ser parte de un engranaje que le causa mucho daño a la sociedad peruana.

Sin embargo, estas acciones donde se detienen a delincuentes y conversos al mal, es una vertiente de la inseguridad ciudadana; aún el Estado tiene otras responsabilidades para construir instituciones sólidas y sin corrupción.

Nos referimos al manejo antojadizo y corrupto de los recursos del Estado, donde los funcionarios establecen porcentajes de coima. Este mal, que muchas veces solo se señala en lo gobiernos regionales y locales, se extiende igualmente en el gobierno nacional. Hasta el momento, las labores de inteligencia no son efectivas y podrían serlas para disuadir a todos aquellos que le quitan los recursos que pertenecen al pueblo.

Bien por lo realizado por la Fiscalía Especializada contra la Criminalidad Organizada de Piura, es un avance disuasorio para que la acción de bandas organizadas no sienten el imperio de una sociedad incontrolable y teñida de sangre. Es posible lograr una convivencia pacífica, pero para eso se requiere voluntad política e institucional para lograrlo. Lo demás, lo hará la educación y la cultura, que es otra cosa.

 

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