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Mar, Abr

La cimitarra de Alá

Miguel Godos Curay
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ERP/Miguel Godos Curay. El pasado martes 26 de julio, al promediar las diez de la mañana el padre Jacques Hamel, un anciano sacerdote de 85 años, acababa de decir misa en la parroquia de Saint-Etienne-du-Rouvray, una localidad vecina de Ruán, al noreste del país. Don Jacques, como le llamaban los feligreses era un “curita jubilado” que pese a sus años había renovado su lealtad a su servicio sacerdotal y reemplazaba en innumerables ocasiones al párroco titular Auste Moanda-Phuati.

Él era el párroco auxiliar y ejercía su ministerio con buen humor. “No podíamos imaginar que pudiera pasarnos tal cosa. Nunca recibimos ninguna amenaza”, asegura el párroco titular padre Moanda-Phuati. “Los sacerdotes pueden retirarse ya a los 75 años, pero él prefirió seguir ofreciendo su servicio a las personas porque aún se sentía con fuerzas".

La hermana Danielle, religiosa que consiguió huir de la iglesia refirió que los islamistas tomaron como rehenes a quienes tras haber oído misa se quedaron con Don Jacques. Profirieron amenazas en francés y en árabe gutural. Obligando con violencia a arrodillarse al anciano sacerdote antes de decapitarlo y grabar su crimen en vídeo. Don Jacques mostró firmeza en todo momento. De pronto el viejo sacerdote con valerosa dignidad empezó a orar anticipándose a lo peor.
El diario Liberation refiere el testimonio de la religiosa: «Se grabaron en vídeo. Hicieron una especie de sermón en torno al altar en árabe. Fue horroroso», afirma. Ella consiguió huir, y al salir a la calle pudo dar la alerta a los transeúntes.

El anciano sacerdote no opuso resistencia cuando los asesinos con filudas armas bancas le cortaron salvajemente la garganta como un animal. Sus últimas palabras fueron de perdón para sus asesinos mientras repetía sus últimas oraciones en el martirio. Murió como un santo. Tal como los primeros cristianos en el Coliseo Romano.

El padre Jacques Hamel nació en Darnétal, en la región alta de Normandía en 1930. Ordenado sacerdote en 1958 el pasado 2008 conmemoró sus Bodas de Oro. Cincuenta años de servicio a Dios. Sobrevivió a la II Guerra Mundial de la que fue testigo siendo adolescente. Su vida estaba dedicada a celebrar misa, orar y atender a los feligreses de su parroquia. Todos recuerdan su buen humor, sus palabras de aliento y su fidelidad sacerdotal.

Los autores de esta orgía sangrienta habían registrado su juramento a Alá contra los infieles. Sus feligreses están sumamente acongojados. El testimonio de la hermana Dianelle, es conmovedor y elocuente. Las agresiones van a continuar. Los fieles, recuerdan, que una persona que tanto bien hizo por sus feligreses. No merecían tan brutal agresión. La sura 2-190 dice “Combatid por Dios contra quienes combaten contra vosotros, pero no os excedáis. Dios no ama a los que se exceden”. Lo acontecido fue un exceso criminal contra un sacerdote incansable. El Corán, el libro sagrado del Islam distingue perfectamente “pueblo de Dios” y “partido de Dios” (hizb Allah) y lo opone al pueblo de Satanás.

Su Santidad el Papa Francisco, frente a este sangriento acontecimiento expresó su profundo "dolor y horror" por el "asesinato bárbaro" de un sacerdote en una iglesia de Francia, declaró este martes Federico Lombardi el portavoz del papa, en un comunicado del Vaticano. "Estamos particularmente afectados por esta violencia horrible ocurrida en una iglesia, un lugar sagrado en el que se anuncia el amor de Dios", dijo el comunicado.

El papa condena "de la forma más radical toda forma de odio y reza por las personas afectadas", señaló Lombardi, aludiendo a la solidaridad del Vaticano con "la Iglesia en Francia, la Archidiócesis de Rouen, la comunidad afectada y el pueblo francés". Mientras el Vaticano invocaba oración. El Estado Islámico reivindicó la toma de rehenes y el asesinato del párroco en su iglesia.

El arzobispo de Rouen, Dominique Lebrun, quien se encontraba en Polonia participando en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, señaló, que la noticia le sorprendió de sobremanera. “Clamo a los hombres de buena voluntad e invito a los no creyentes a unirse a este grito. Con los jóvenes de la Jornada Mundial de Jóvenes, rezamos ante la tumba del padre Popielusko en Varsovia, asesinado durante el régimen comunista”.

Dios no soporta la brutal violencia de donde venga, advirtió compungido. Aunque horas más tarde los agresores del sacerdote Malik Petitjean y Adel Kermiche, dos terroristas del Estado Islámico, fueron abatidos por la policía el temor crece en la comunidad católica y creyente. Para los fanáticos del yihad la guerra santa es una obligación que tiene recompensas celestiales. Sin reparar en el uso de procedimientos salvajes y brutales.

 

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